Pregunta
¿Qué dice la Biblia sobre los estereotipos?
Respuesta
Un estereotipo es una creencia simplificada y muy extendida sobre una persona o un grupo de personas. Los estereotipos son suposiciones firmemente arraigadas basadas en generalizaciones (ya sean verdaderas o no), en interacciones limitadas con una persona o grupo, o incluso en simples rumores. Algunos ejemplos de estereotipos son: "los franceses son los mejores amantes", "las mujeres no saben conducir" o "todos los irlandeses comen papas". Algunos estereotipos suenan positivos, como la idea de que todos los asiáticos son brillantes en lo académico o que todas las mujeres son naturalmente cuidadoras; sin embargo, los estereotipos suelen ser negativos y tienden hacia el racismo y el sexismo. No hay duda de que el racismo y el sexismo son pecados, ya que ambos están motivados por el odio o por la ignorancia voluntaria. Los creyentes estamos llamados a amar, no a odiar (Marcos 12:30–31; 1 Corintios 13:4–8, 13; Efesios 4:2) y a estar informados, no a permanecer ignorantes (Mateo 10:16).
A veces, los estereotipos contienen un grano de verdad, lo que explica por qué son tan usados y aceptados. El apóstol Pablo citó a un poeta pagano que describía a los cretenses de forma estereotipada: "Uno de ellos, su propio profeta, dijo: "Los cretenses son siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos". Este testimonio es verdadero" (Tito 1:12–13, NBLA). Pablo no estaba diciendo que esa afirmación se aplicara universalmente a todos los cretenses, sino que Tito debía estar consciente de las malas inclinaciones presentes en la cultura donde ministraba. En otro lugar, Pablo dice que la cruz de Cristo es "piedra de tropiezo para los judíos, y necedad para los gentiles" (1 Corintios 1:23, NBLA). Obviamente, no todos los judíos tropezaron con el evangelio, ni todos los gentiles lo consideraron una locura (o nadie se habría salvado); el punto de Pablo no era establecer un estereotipo, sino reconocer la respuesta general que diferentes culturas tenían hacia el evangelio. Para evangelizar eficazmente, debemos entender la cultura a la que intentamos llegar.
Aunque incluso los estereotipos negativos puedan tener algo de verdad, siempre existe peligro al emitir un juicio general sobre un grupo de personas. Los estereotipos son generalizaciones intencionales (y a menudo exageradas), pero Dios nos creó de manera única; no hay dos personas exactamente iguales, aunque pertenezcan al mismo género, raza o cultura. Un grupo determinado puede compartir un idioma, color de piel, estilo de vestimenta o incluso ciertos modismos, hábitos o formas de hablar (como el uso coloquial del "ustedes" o "vosotros"), y estas similitudes pueden dar lugar a estereotipos. Pero todo grupo sigue estando compuesto por individuos con diferentes rasgos de carácter y aspectos físicos. El estereotipo reduce la rica historia de toda una cultura o raza a nociones simplistas y, con frecuencia, injustas sobre cómo son las personas.
Los creyentes debemos tomar los estereotipos con cautela. Es importante estar conscientes de las inclinaciones, tendencias y características generales de la gente a la que servimos, pero también debemos esforzarnos por conocer a las personas como individuos. Cuando escuchemos un estereotipo, debemos reconocerlo como tal y discernir si es justo o injusto, recordando que "Dios no ve como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón" (1 Samuel 16:7, NBLA). Como cristianos, estamos llamados a parecernos cada vez más a Cristo (1 Corintios 11:1; Efesios 5:1; 1 Juan 2:6), lo que implica ver a los demás como Él los ve y compartir Su compasión por ellos (Mateo 9:36). A medida que caminamos en obediencia a Dios, podremos dejar de lado nuestras ideas preconcebidas o injustas sobre otros y "juzgar con justicia" (Juan 7:24).
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