Pregunta
¿Qué dice la Biblia sobre la autoevaluación?
Respuesta
La autoevaluación es una parte importante de vivir como un cristiano auténtico, pero por naturaleza preferimos el autoengaño. Engañarnos a nosotros mismos es fácil y cómodo. Queremos creer que somos mejores, más inteligentes y más éticos de lo que realmente somos. Por eso, una autoevaluación cuidadosa y dirigida por el Espíritu Santo nos mantiene honestos con nosotros mismos y con Dios.
Necesitamos la autoevaluación para combatir el engaño espiritual que abunda en el mundo. La Escritura nos dice que confesemos nuestro pecado a Dios, lo cual requiere cierto grado de autoevaluación. Si nunca encontramos pecado que confesar, entonces "nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros" (1 Juan 1:8). Es peligroso mentirnos a nosotros mismos. En 2 Corintios 13:5 se nos instruye a examinarnos para ver si realmente estamos en Cristo. Una de las trampas favoritas de Satanás es susurrar falsas seguridades a un corazón no regenerado. Sin una autoevaluación dirigida por el Espíritu, la mentira de nuestro enemigo es demasiado agradable, creíble y fácil de aceptar por nuestra cuenta.
1 Corintios 11:28 advierte sobre otra forma de engañarnos. Al dar instrucciones sobre la Cena del Señor (la Comunión), Pablo dice que primero debemos examinarnos a nosotros mismos para no participar de los elementos "de manera indigna". Participamos indignamente cuando albergamos pecado voluntario en nuestras vidas y nos negamos a arrepentirnos de él (ver 1 Juan 1:9). Cuando nos examinamos antes de participar, tenemos la oportunidad de estar de acuerdo con el Señor sobre nuestro pecado, arrepentirnos y recibir Su perdón. Entonces podemos participar dignamente, en comunión con Dios y con otros creyentes, purificados por la sangre de Jesús (1 Juan 1:7; Romanos 5:8–10).
También debemos examinar nuestros motivos y actitudes antes de participar de la Cena del Señor. Si estamos distraídos, enojados o impacientes, debemos llevar nuestros pensamientos bajo control (2 Corintios 10:5) antes de entrar en ese acto sagrado. La ordenanza pierde su significado cuando no estamos completamente enfocados en su simbolismo, y eso deshonra el sacrificio de Cristo. Pablo reprendió a la iglesia de Corinto por la manera irrespetuosa en que estaban participando. Algunos se acaparaban la comida y otros se embriagaban con el vino (2 Corintios 11:20–22). Se les dijo que se examinaran o enfrentarían juicio; algunos incluso habían muerto debido a su falta de autoevaluación (1 Corintios 11:30–32).
Uno de los desafíos de la autoevaluación es que no siempre conocemos nuestro propio corazón. Jeremías 17:9 dice: "Más engañoso que todo es el corazón, y sin remedio; ¿Quién lo comprenderá?". La verdadera autoevaluación debe hacerse con la ayuda del Espíritu Santo, quien escudriña lo profundo del corazón (1 Corintios 2:10–11). La iglesia de Laodicea necesitaba urgentemente autoevaluarse, pero tuvo dificultades para ver su problema: "Porque dices: Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad. No sabes que eres un miserable y digno de lástima, y pobre, ciego y desnudo" (Apocalipsis 3:17). El salmista dice: "Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis inquietudes. Y ve si hay en mí camino malo, y guíame en el camino eterno" (Salmo 139:23–24). Aquí, el salmista reconoce que ni siquiera sabe si sus acciones y motivos son puros. Por eso invita al Señor, el Juez Justo, a probarlo y revelarle su pecado.
La falta de autoevaluación puede llevarnos al autoengaño continuo; sin embargo, una atención excesiva a uno mismo también es dañina. Podemos enfocarnos tanto en nuestro interior que apartamos la mirada de Jesús y convertimos la superación personal en nuestro dios. A.W. Tozer, en su clásico La búsqueda de Dios, dice: "El hombre que ha luchado por purificarse a sí mismo y no ha tenido más que fracasos repetidos experimentará un verdadero alivio cuando deje de manipular su alma y fije su mirada en el Perfecto. Mientras mire a Cristo, la misma cosa que ha estado intentando hacer por tanto tiempo se llevará a cabo dentro de él" (p. 85). Debemos examinarnos a la luz de la verdad revelada en la Escritura y permitir que la Palabra de Dios nos convenza y transforme. Al mismo tiempo, debemos reconocer humildemente nuestra incapacidad para cambiarnos por nosotros mismos y depender del poder del Espíritu Santo que obra en nosotros para transformarnos a la imagen de Cristo (Romanos 8:29).
English
¿Qué dice la Biblia sobre la autoevaluación?
