Pregunta
¿Dice la Biblia algo sobre la aculturación?
Respuesta
La aculturación es el cambio que experimenta una persona o un grupo de personas cuando se adaptan a una cultura extranjera o adoptan aspectos de otra cultura. También se puede referir a la fusión de dos culturas para crear una nueva mezcla de ideas, costumbres, gastronomía, vestimenta y tradiciones. A medida que nuestro mundo se hace más pequeño gracias a los viajes aéreos, la comunicación satelital y el internet, la aculturación se está produciendo a un ritmo más rápido que nunca. Es común ver fotos de miembros de tribus empobrecidas usando zapatos Nike o de estadounidenses adoptando religiones y prácticas orientales. Aunque la aculturación es común, ¿es correcta? ¿Habla la Biblia sobre esto?
La aculturación ha sido parte de la historia humana desde siempre. En la antigüedad, se esperaba que un pueblo se aculturara cuando otra nación lo derrotaba en guerra. Los vencidos solían ser tomados como esclavos o esposas y eran asimilados a la cultura de los vencedores. Sin embargo, cuando Dios creó un pueblo apartado para Sí mismo a partir de los descendientes de Abraham (Génesis 12:1–3; Isaías 43:21), estableció límites para impedir su aculturación con las naciones paganas que los rodeaban (Levítico 18:3; 20:23; Deuteronomio 12:29–31). Dios quería que los judíos permanecieran distintos. Fue la continua aculturación de Israel en asuntos religiosos y morales lo que trajo el juicio de Dios (Jeremías 44:23; 1 Reyes 9:9). Israel quiso ídolos como las naciones paganas (Miqueas 5:13), pidió un rey como los que tenían los demás pueblos (1 Samuel 8:19) y se casó con personas de pueblos sin temor de Dios. Este tipo de aculturación trajo consecuencias sobre Israel por rechazar los mandatos de Dios (Deuteronomio 7:1–4).
La aculturación es algo natural para los expatriados en cualquier país. Por ejemplo, es bueno y correcto que un búlgaro que vive en Brasil aprenda portugués, conozca las costumbres brasileñas y se adapte a la cultura. En cualquier lugar, la aculturación puede ser una práctica sana y beneficiosa cuando adoptamos lo mejor de otras culturas como una manera de honrar y apreciar lo que tienen para ofrecer. Sin embargo, cuando permitimos que cualquier cultura, incluso la nuestra, moldee nuestros valores y cosmovisión, podríamos estar en problemas. La cultura nunca debe ser la voz más fuerte en nuestra vida. La Palabra de Dios debe ser el fundamento de todo lo que pensamos, decimos o hacemos. Cuando una cultura magnifica o refuerza esa verdad, puede ser aceptada.
La aculturación con el mundo—es decir, la adopción de perspectivas seculares tal como las abrazan los impíos en esta vida presente—siempre ha causado problemas al pueblo de Dios (1 Corintios 3:3; Romanos 13:13). Debemos vivir como "extranjeros y peregrinos" absteniéndonos "de las pasiones carnales que combaten contra el alma" (1 Pedro 2:11, NBLA; cf. 2 Corintios 6:17). No debemos adoptar las ideas o prácticas del mundo cuando entran en conflicto con los estándares de Dios. Cuando la aculturación respalde la verdad bíblica, se debe celebrar. Si contradice la moral, la integridad, la sabiduría o la Palabra de Dios, se debe rechazar (1 Juan 2:16).
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¿Dice la Biblia algo sobre la aculturación?
