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Pregunta

Después de Su resurrección, ¿por qué Jesús le dijo a María que no lo toque, pero luego le dijo a Tomás que tocara Sus manos?

Respuesta


Jesús le dice a María, "No me toques" (Juan 20:17); pero luego, hablando con Tomás, le dice: "Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado" (versículo 27). La aparente incoherencia de las afirmaciones de Jesús se aclara cuando analizamos el lenguaje que Jesús uso y consideramos la diferencia básica entre las dos situaciones.

En Juan 20:17, la palabra que se traduce como "tocar" es una palabra griega que significa "aferrarse a, sujetarse". Esto no fue un simple toque; fue una forma de agarre. Obviamente, cuando María reconoció a Jesús, inmediatamente se sujetó a Él. Mateo 28:9 cuenta que las otras mujeres hicieron lo mismo cuando vieron a Cristo resucitado.

Posiblemente, la reacción de María fue motivada por varias cosas. Una es simplemente su amorosa entrega al Señor. María se sentía abatida por lo que había pasado esa mañana y, cuando su dolor se convirtió en alegría, abrazó a Jesús con naturalidad. Otra motivación es el deseo de María de restaurar la comunión que la muerte había roto. Ella lo perdió una vez, y quería asegurarse de no volverlo a perder. Ella quería tener a Jesús siempre a su lado. Además, María pudo haber pensado que esto era el cumplimiento de la promesa de Jesús de volver (Juan 14:3), y que en ese caso se la llevaría (y a todos los creyentes) con Él al cielo.

Sin embargo, el plan de Jesús no era quedarse para siempre en este mundo, y Su resurrección no debía verse como Su prometido regreso. Es por eso que Él le habla a María de la ascensión. Su plan era ascender al Padre y luego enviar al Espíritu Santo (Juan 16:7; 20:22; Hechos 2:1-4). La comunión con Jesús se iba a mantener, pero sería una comunión espiritual, no física.

Al soltar María, Jesús estaba, en efecto, diciendo esto: "Sé que quieres tenerme aquí, siempre presente contigo. Sé que quieres que todo sea igual como antes de Mi muerte. Pero nuestra relación está a punto de cambiar. Voy a ir al cielo, y en mi lugar tendrás al Consolador. Tienes que empezar a caminar por fe, María, no por vista".

Cuando Jesús le habló a Tomás, no fue para responder a un deseo equivocado, sino para reprender una falta de fe. Tomás había dicho que no creería hasta haber tocado el cuerpo vivo de Jesús (Juan 20:25). Jesús, sabiendo todo lo que Tomás había dicho, ofreció Su cuerpo como prueba viva de Su resurrección. Esto fue algo que también hizo en otra oportunidad (Lucas 24:39-40).

Entonces, tanto María como Tomás necesitaban más fe. María necesitaba suficiente fe para dejar ir a Jesús. Tomás necesitaba suficiente fe para creer sin necesidad de pruebas. María necesitaba soltar su agarre; Tomás necesitaba fortalecer el suyo. El Cristo resucitado dio a los dos la fe que necesitaban.

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