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Pregunta

¿Qué tan grave es el problema del plagio de sermones?

Respuesta


El plagio de cualquier tipo siempre es un asunto serio. Y para un pastor, lo es aún más. El plagio de sermones—presentar total o parcialmente el sermón de otra persona como si fuera propio—es una tentación real en esta era de la información, con tantos sermones disponibles en línea. Sin embargo, el plagio en la preparación de sermones va en contra de las cualificaciones bíblicas para un pastor o anciano descritas en 1 Timoteo 3 y Tito 1: un pastor debe ser irreprochable. Considera también lo que dice 2 Timoteo 2:15: que el pastor debe manejar con precisión la palabra de verdad. Un pastor debe ser una persona íntegra y veraz, tanto en su labor como predicador y maestro de la Palabra de Dios, como en todas las áreas de su vida. El plagio es un robo de propiedad intelectual, y esa deshonestidad representa un problema grave en el ministerio pastoral.

¿Qué se considera plagio de sermones? Por supuesto, predicar el sermón de otro pastor casi palabra por palabra, sin dar crédito al autor, es plagio. Aunque el predicador no afirme directamente que el sermón es suyo, sí da la impresión tácita de que lo es, igualmente se trata de plagio. Incluso cuando se usa la idea central de un sermón, se siguen sus puntos principales u organización, o se cita una frase ingeniosa, el predicador debe dar el reconocimiento correspondiente para evitar caer en plagio.

Si se descubre que un pastor ha plagiado conscientemente un sermón, el liderazgo de la iglesia debe comenzar el proceso de disciplina eclesial amorosa, según lo establecido en Mateo 18. Como parte de su restauración, el pastor deberá confesar su pecado ante la congregación, ya que ha pecado contra ellos y, en efecto, les ha mentido. Si la falta no llega al punto de ser plagio palabra por palabra, el liderazgo debe tratar la situación con más cautela. Por ejemplo, si el sermón incluye puntos tomados de otro mensaje sin dar crédito, pero el pastor claramente desarrolló sus propios pensamientos a partir de esos puntos, el asunto aún debe abordarse, aunque sin apresurarse a aplicar disciplina formal.

El plagio de sermones puede ser una tentación más fuerte para aquellos que no están comprometidos con el trabajo arduo y constante de estudiar y preparar mensajes originales. En ese caso, también debe tratarse el problema de la falta de disciplina en el estudio, además del problema del plagio en sí.

Es común que los pastores tengan comentaristas favoritos a los que consultan durante la preparación de sus sermones. Si un pastor cita con frecuencia a ciertos autores o predicadores, la congregación debería estar al tanto de ello. Si parte del contenido proviene de otro sermón, debe mencionarse de manera clara.

Los predicadores edifican sobre el legado de grandes hombres de Dios, y en última instancia, sobre la Palabra de Dios. Con tantos sermones predicados a lo largo de los siglos, es difícil encontrar ideas completamente originales. Charles Spurgeon, quizás el predicador más destacado de habla inglesa, dijo una vez: "Todo originalidad y nada de plagio da como resultado una predicación aburrida". Su intención no era justificar el robo de palabras ajenas, sino animar a los pastores a nutrirse de la lectura y el estudio para enriquecer sus mensajes. Un pastor debe sentirse libre de incorporar ideas de otros para profundizar y fortalecer su enseñanza, pero siempre con integridad. Y cuando se apoya considerablemente en el pensamiento de otros, debe darles crédito de forma pública, con gratitud y alegría.

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