Pregunta
¿Qué significaba ser destruido por completo?
Respuesta
En Éxodo 22:20, Dios ordena: "El que ofrezca sacrificio a otro dios, que no sea el Señor, será destruido por completo" (NBLA).
La palabra hebrea utilizada aquí es charam, que significa "maldecir, aniquilar o destruir". La interpretación literal es que el hebreo que sacrificaba a otro dios debía ser condenado a muerte. Los idólatras recibían la pena capital.
El uso de la frase "destruido por completo" en otros pasajes del Antiguo Testamento confirma esta interpretación. En Números 21:3 leemos: "Y oyó el Señor la voz de Israel y les entregó a los cananeos; e Israel los destruyó por completo, a ellos y a sus ciudades" (NBLA). La NIV lo traduce como: "a los que destruyeron por completo, junto con sus ciudades". La idea de ser destruido por completo incluía la destrucción de estas ciudades.
En Deuteronomio 2:34 leemos un resumen del tiempo que Israel pasó en el desierto. El relato incluye: "En aquel tiempo tomamos todas sus ciudades, y exterminamos a hombres, mujeres y niños de cada ciudad. No dejamos ningún sobreviviente" (NBLA). En este caso, "exterminamos" indica claramente la muerte. Deuteronomio 3:6 ofrece un uso similar de esta frase: "Las destruimos totalmente, como hicimos con Sehón, rey de Hesbón" (NBLA); Sehón era un rey al que habían dado muerte anteriormente.
En Josué 6:17, Jericó fue dedicada a la destrucción. Leemos: "La ciudad será dedicada al anatema (a la destrucción), ella y todo lo que hay en ella pertenece al Señor" (NBLA). En Josué 10:28, la misma suerte corre la ciudad de Maceda.
Éxodo 22:20 revela que el castigo para los judíos que sacrificaban a cualquier dios que no fuera Yavé era la muerte, según la ley mosaica. Sin embargo, en la época de los jueces y del reino anterior al cautiverio, la idolatría entre los judíos era un problema recurrente. Dios había dejado claro que la idolatría era merecedora de la muerte. Sin embargo, muchos malvados y líderes a lo largo de la historia de Israel recurrieron a la adoración abierta de ídolos, de tal manera que atrajeron el juicio de Dios sobre ellos desde otras naciones.
La aplicación de este mandato se encuentra en 1 Reyes 18. En este relato, Elías desafió a los 400 profetas de Baal del rey Acab a que hicieran caer fuego del cielo. El Dios que respondiera sería el Dios verdadero. Cuando el Señor Dios respondió, Elías ordenó: "Prendan a los profetas de Baal, que no se escape ninguno de ellos. Los prendieron, y Elías los hizo bajar al torrente Cisón y allí los degolló" (1 Reyes 18:40).
Esta orden muestra el descontento de Dios con la adoración de otros dioses. Él se presenta como el único Dios que llama a todas las personas a adorarlo y a creer en Su Hijo Jesús para tener vida eterna (Juan 3:16).
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