Pregunta
¿Cómo fue posible el elevadísimo número de sacrificios de animales en el Antiguo Testamento?
Respuesta
La Ley de Moisés exigía sacrificios de animales para expiar el pecado en Israel, y se hacían muchos sacrificios: "los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año" (Hebreos 10:1). Aproximadamente una sexta parte de las leyes del sistema mosaico se referían a sacrificios y ofrendas.
Había cinco tipos principales de sacrificios en el Antiguo Testamento: el holocausto, la ofrenda de grano, la ofrenda por el pecado, la ofrenda por la culpa y diversos tipos de ofrendas de paz. Las fiestas señaladas por Dios a Israel exigían sacrificios, y también estaban los holocaustos diarios: se sacrificaba un cordero cada mañana y otro cordero cada tarde en el tabernáculo/templo (Éxodo 29:38-42).
En Israel se ofrecía un gran número de sacrificios de animales cada año. Había que expiar todos los pecados, incluidos los cometidos por una persona común (Levítico 4:27), los sacerdotes (Levítico 4:3), los líderes (Levítico 4:22) y la nación entera (Levítico 4:13). Además de los sacrificios por el pecado, había ofrendas para la limpieza ceremonial, que no implicaban ningún incumplimiento moral, y sacrificios voluntarios en acción de gracias a Dios.
Teniendo en cuenta la enorme cantidad de animales necesarios para cumplir los requisitos de la Ley mosaica, podemos preguntarnos con razón cómo los israelitas eran capaces de hacerlo. La clave está en que, en la cultura agraria de la época, el ganado siempre estaba cerca y por lo general era abundante. Había pocas ocupaciones aparte de la agricultura en aquella época, así que la mayoría de las familias israelitas poseían algo de ganado. Los que no lo tenían conocían a alguien que sí. Además, como los sacrificios no sólo eran una obligación religiosa nacional, sino también una forma de mantener a la tribu de Leví, se hacían planes para asegurar un suministro inmediato.
En ciertas ocasiones, se sacrificaban grandes cantidades de animales. Por ejemplo, en la dedicación del templo del rey Salomón, hacia el año 960 a.C., los que lo celebraban sacrificaron 22.000 bueyes y 120.000 ovejas a lo largo de dos semanas. Fueron tantas las ofrendas que Salomón tuvo que levantar altares adicionales en el patio del templo (1 Reyes 8:63-65). Por grandes que parezcan esas cifras, no son para nada inconcebibles. El censo anterior del padre de Salomón, David, había calculado en 1,3 millones el número de hombres combatientes y sanos mayores de 20 años (2 Samuel 24:9), por lo que sería razonable suponer una población nacional en tiempos de Salomón de más de cuatro millones. Probablemente, la mayor parte de la nación habría estado presente en Jerusalén, al menos en parte de un gran acontecimiento histórico como la dedicación del nuevo templo. Los sacrificios realizados por Salomón eran "sacrificios de paz" (1 Reyes 8:63), que en parte se quemaban en los altares y en parte las comía el pueblo. Aunque sólo asistiera la mitad de la población, 142.000 animales es un número razonable para alimentar a dos millones de personas durante dos semanas.
A nosotros, que vivimos en sociedades avanzadas con enormes industrias alimentarias y complejos sistemas de transporte que hacen casi todo por nosotros menos llevarnos la comida a la boca, puede resultarnos difícil imaginar las enormes cantidades de ganado que registra la Biblia. Pero lo más probable es que a los antiguos les resultara igual de difícil creer la cantidad de comida que las sociedades modernas tiran cada día.
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