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Pregunta

¿Está mal hacer rifas en la iglesia?

Respuesta


Una rifa es una forma de recaudar dinero vendiendo boletos, u "oportunidades", para ganar un premio. Generalmente, los boletos están numerados y el ganador se elige al azar, por lo que mientras más boletos compres, más posibilidades tienes de ganar. Las rifas a veces son utilizadas por escuelas, organizaciones comunitarias o fundaciones como medio para recaudar fondos. Algunas iglesias o grupos juveniles las usan para pagar campamentos, viajes misioneros o equipos que se necesitan. Sin embargo, algunos cristianos se oponen al uso de rifas dentro del contexto de la iglesia.

Una de las objeciones más comunes—ya sea dentro o fuera de la iglesia—es que el concepto de "suerte" atrae a muchas personas que, en realidad, deberían usar su dinero con mayor sabiduría. Hay estudios que muestran que quienes más tienden a comprar boletos de lotería o participar en rifas son precisamente quienes menos recursos tienen para hacerlo. Dinero que podría estar destinado a necesidades básicas se gasta comprando boletos, con la esperanza de ganar un premio. Algunas iglesias evitan realizar rifas porque no desean fomentar una "mentalidad de apostador".

Otra objeción es que la Biblia nunca menciona los juegos de azar o la "suerte" como formas legítimas de financiar la obra de Dios. Se argumenta que el trabajo del Señor debe ser financiado por Su pueblo, a través de los diezmos y ofrendas (por ejemplo, Números 18:24; 2 Crónicas 29:31; Malaquías 3:10), y no por incentivos o promesas de ganar algo. En 2 Corintios 9:7 se nos dice: "Que cada uno dé como propuso en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría" (NBLA). Comprar un boleto de rifa no es una ofrenda al Señor, sino una inversión con la expectativa de recibir algo a cambio. Por lo tanto, no se considera una ofrenda voluntaria. La lógica detrás de esta postura es que la iglesia no debería depender del dinero de rifas para suplir sus necesidades, sino confiar en que el Señor moverá el corazón de Su pueblo (Deuteronomio 16:17; 1 Corintios 16:2). Además, como muchas rifas también venden boletos fuera de la congregación, algunas iglesias consideran inapropiado depender del mundo para financiar la obra de Dios.

Por otro lado, quienes defienden las rifas dentro de la iglesia dicen que los participantes saben perfectamente que su dinero va destinado a una buena causa y que probablemente lo darían de todos modos. La rifa solo añade un toque de diversión, y la posibilidad de un premio anima a dar más. Hay ganadores que incluso donan el premio de regreso como una forma de apoyar aún más el objetivo. Algunos también señalan que en la Biblia se echaban suertes como una manera de discernir la voluntad de Dios (Levítico 16:8; Proverbios 16:33). Y como la Escritura nunca condena directamente las rifas o los sorteos, algunas iglesias consideran que es válido usarlas si así lo desean.

El ejemplo más conocido de usar el azar para avanzar en la obra de Dios se encuentra en Hechos 1:26. Allí, los apóstoles tenían que escoger a alguien para reemplazar a Judas. Seleccionaron a dos candidatos que cumplían con los requisitos, oraron pidiendo dirección y echaron suertes. La suerte cayó sobre Matías. Algunos estudiosos debaten si los apóstoles se adelantaron al plan de Dios al elegir a un reemplazo humano cuando más adelante Pablo fue claramente llamado por el Señor (Hechos 9:1–15). Sin embargo, no hay evidencia bíblica de que los apóstoles actuaran en desobediencia al usar este método. Ellos estaban buscando sinceramente la voluntad de Dios y obedeciendo las últimas instrucciones de Jesús de esperar al Espíritu Santo (Hechos 1:4). Aunque el caso de las suertes en Hechos no tiene el mismo propósito que una rifa (nadie buscaba un "premio"), los defensores de las rifas ven allí una muestra de que Dios puede obrar incluso a través del azar. La práctica de echar suertes no se condena en la Biblia.

Como en cualquier decisión que tome una iglesia, la oración y la búsqueda de la voluntad de Dios deberían ser centrales. Cristo es la cabeza de la iglesia (Colosenses 1:18; Efesios 4:15), y por lo tanto debe ser Señor sobre cada acción. Una buena pregunta para discernir Su voluntad sería: "Si Jesús estuviera sentado con nosotros en esta reunión, ¿qué nos diría que hiciéramos?".

También conviene reflexionar sobre algunas preguntas adicionales:

- ¿Quiere Jesús financiar Sus planes mediante rifas en lugar de ofrendas voluntarias?

- ¿Este tipo de actividades pueden dar la impresión de que la iglesia está desesperada por conseguir dinero?

- ¿La disposición de alguien para comprar boletos, pero no para ofrendar libremente, podría revelar prioridades mal enfocadas?

- ¿Hacer una rifa podría impedirnos la oportunidad de esperar en el Señor y confiar en Su provisión?

Una vez respondidas estas preguntas, estarás en una mejor posición para discernir si tu iglesia debe o no realizar una rifa. Ya que Cristo es la cabeza de la iglesia, la decisión debe ser Suya. El resto del cuerpo siempre debe buscar Sus medios para avanzar en Su obra.

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