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Pregunta

¿Por qué es tan importante el primogénito en la Biblia?

Respuesta


En tiempos bíblicos, al primogénito se le concedían ciertos derechos, responsabilidades y privilegios únicos. El primer hijo varón de un matrimonio tenía prioridad y preeminencia en la familia, y recibía la mejor parte de la herencia. A la nación de Israel se la identifica como el "primogénito" de Dios en la Biblia (Éxodo 4:22; Jeremías 31:9); en otras palabras, Israel ocupaba un lugar especial de privilegio y bendición entre las naciones.

Las culturas antiguas concedían un gran valor al hijo mayor, asignándole beneficios y obligaciones distintivos. El primogénito era importante porque se creía que representaba el apogeo de la fuerza y la vitalidad humanas (Génesis 49:3; Salmo 78:51) como "el que abre el vientre" (Éxodo 13:2, 12, 15; Números 18:15; Lucas 2:23). Como resultado, el hijo primogénito se convertía en el heredero principal de la familia. La primogenitura del primogénito implicaba una doble porción de la herencia familiar y el liderazgo de la familia si su padre quedaba incapacitado o ausente por alguna razón (Deuteronomio 21:17). Tras la muerte de su padre, el hijo mayor solía cuidar de su madre hasta su muerte y proveer para sus hermanas solteras.

En el Antiguo Testamento, los primogénitos humanos —y animales— se consideraban sagrados para Dios (Génesis 4:4; Éxodo 13:1-2; Levítico 27:26; Números 3:11-13; Deuteronomio 15:19-23). Después de que Dios rescatara a Israel de la esclavitud en Egipto, ordenó al pueblo que le consagrara a todos los primogénitos varones y a los primogénitos animales (Éxodo 22:29-30). La consagración era en memoria de la gran liberación de Dios y una señal para sus hijos de que Dios los había sacado de Egipto (Éxodo 13:11-16).

Al comienzo de los años de Israel en el desierto, Dios tomó a todos los varones de la tribu de Leví para que prestaran servicio en lugar de los primogénitos varones de las otras tribus, confiando a los levitas la tarea de su tabernáculo (Números 3). El número de varones levitas no equivalía al número total de primogénitos de las otras tribus, por lo que, para compensar la diferencia, algunos de los primogénitos de otras tribus eran redimidos con una ofrenda económica a los sacerdotes (Números 3:46-48). Después de que los israelitas se establecieran en Canaán, los hijos primogénitos de todos los israelitas debían ser redimidos como señal de que pertenecían a Dios (Éxodo 34:19; Números 18:14-16). Entre los animales limpios, el primogénito varón debía ser sacrificado a Dios ocho días después de su nacimiento (Éxodo 13:11-16; 22:39-30). Los primogénitos varones de los animales impuros eran redimidos mediante un pago económico al templo, sustituidos en el altar del sacrificio por un animal limpio o sacrificados (Éxodo 34:20; Números 18:14-16). Estos actos simbólicos representaban la Pascua. En la última plaga contra Egipto, Dios "pasó por alto" a los primogénitos varones de Israel, que estaban en sus casas con la sangre de un cordero como señal en sus puertas, tal y como Dios había ordenado. Los primogénitos varones egipcios, incluido el ganado, murieron (Éxodo 11-12:30).

El primogénito podía vender sus derechos, como hizo Esaú con Jacob (Génesis 25:29-34). Al hacerlo, "despreció Esaú la primogenitura" (Génesis 25:34). El autor de Hebreos advirtió a sus lectores: "Que no haya ninguna persona inmoral ni profana como Esaú, que vendió su primogenitura por una comida. Porque saben que aun después, cuando quiso heredar la bendición, fue rechazado, pues no halló ocasión para el arrepentimiento, aunque la buscó con lágrimas" (Hebreos 12:16-17). Al tomar a la ligera su posición como primogénito, Esaú pecó contra Dios y su familia.

Los derechos del primogénito también podían perderse, como fue el caso de Rubén, el primogénito de Jacob (Génesis 49:3-4). Rubén se acostó con Bilá, la concubina de su padre (Génesis 35:22), un acto que demostró la mayor falta de respeto hacia su padre y su familia. Jacob le negó a Rubén la bendición del primogénito debido a ese pecado (Génesis 49:4). De hecho, Jacob también les negó la bendición del primogénito a los dos siguientes hijos mayores, debido a su violencia contra los siquemitas (Génesis 49:5-7; cf. Génesis 34).

La importancia del primogénito alcanza su punto álgido en las Escrituras en la persona de Jesucristo. Todas las implicaciones anteriores del papel del primogénito en la Biblia sirven para iluminar la preeminencia de Cristo sobre toda la creación y en la familia de Dios.

El Nuevo Testamento describe a Cristo como el "primogénito" varias veces. En un sentido terrenal, Jesús es el primogénito de María (Lucas 2:7), y fue consagrado según la ley (Lucas 2:22-24). Espiritualmente, Jesús es el "primogénito entre muchos hermanos" en el cuerpo de Cristo (Romanos 8:29). En Colosenses 1:15, el apóstol Pablo escribe: "Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación". Este uso del título primogénito para Cristo se hace eco de la redacción del Salmo 89:27-29, donde Dios dice del rey David: "Yo también lo haré Mi primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra. Para siempre conservaré Mi misericordia hacia él, y Mi pacto le será confirmado. Así estableceré su descendencia para siempre y su trono como los días de los cielos".

En el libro de Hebreos, Cristo es "heredero de todas las cosas" (Hebreos 1:2) y "el primogénito de Dios al mundo" (Hebreos 1:6). Así como el hijo primogénito es la cabeza de su familia terrenal después de su padre, Jesucristo es la cabeza del cuerpo de Cristo —la iglesia— después de Dios Padre (Efesios 1:20-23; Colosenses 1:18, Hebreos 2:10-12). Así como el hijo primogénito recibe la mayor herencia de su padre, Jesucristo recibe el mundo como Su herencia. Dios le dice a su Hijo: "Pídeme, y te daré las naciones como herencia Tuya, y como posesión Tuya los confines de la tierra" (Salmo 2:8).

A modo de aclaración, el término primogénito en relación con Jesús no sugiere que sea un ser creado. El Hijo de Dios ha existido desde toda la eternidad junto con el Padre y el Espíritu Santo. Jesús es plenamente Dios (Juan 1:1-3). Asumió la naturaleza humana para poder convertirse en nuestro Salvador y servir como mediador entre la humanidad y Dios (1 Timoteo 2:5). Cuando las Escrituras se refieren a Cristo como el "primogénito", el mensaje es que la supremacía, la soberanía y la prioridad de Cristo se extienden sobre todas las cosas y todos los demás seres.

Al pagar por nuestros pecados, Jesucristo sufrió la muerte, pero también se convirtió en "el primogénito de los muertos" (Apocalipsis 1:5); es decir, venció a la muerte y es la primera persona que ha "nacido" a la vida eterna después de morir. Por la gracia de Dios, mediante la fe en Jesús, nosotros también podemos recibir la vida eterna (Efesios 2:1-10; Juan 3:16-18). A través de Su muerte y resurrección, Jesús es las "primicias" que garantizan la futura resurrección y la vida eterna de muchos otros hijos e hijas de Dios (1 Corintios 15:20-23). Como él mismo dijo: "porque Yo vivo, ustedes también vivirán" (Juan 14:19).

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