Pregunta
¿Por qué sufren los cristianos?
Respuesta
El sufrimiento es una parte natural de la vida cristiana. Jesús dijo a Sus seguidores: "En el mundo tienen tribulación; pero confíen, Yo he vencido al mundo" (Juan 16:33, NBLA). Esa verdad sobre la victoria sostiene a los cristianos cuando el sufrimiento amenaza con abrumarles. Los cristianos sufren por diversas razones, incluidas muchas de las mismas por las que sufren los no cristianos: la vida en este planeta resquebrajado puede ser difícil. Los cristianos también pueden sufrir por algunas de las mismas razones por las que sufrió Jesús (Juan 15:18-19). Los creyentes representan una verdad inflexible que el mundo no quiere oír: que Jesucristo es el único camino hacia Dios (Juan 14:6).
El sufrimiento en todas sus formas no era parte de la creación original de Dios. Todo lo que Él creó era "muy bueno" (Génesis 1:31). El pecado corrompió el mundo con la desobediencia de Adán, y el pecado continúa corrompiendo el mundo a medida que cada uno de nosotros añadimos nuestras propias malas decisiones, rebelión y egoísmo (Romanos 3:23; 6:23; 8:19-23). El pecado también tiene un efecto dominó: nuestro pecado daña a los demás y el pecado de ellos nos daña a nosotros, aunque no hayamos hecho nada malo. Ser cristiano no nos aísla de la fealdad de nuestro mundo, ni nos protege de las consecuencias naturales y temporales del pecado.
El libro de 1 Pedro se dirige a los cristianos que sufrían (1 Pedro 1:6). Pedro les anima en sus pruebas, recordándoles que su sufrimiento tenía un propósito: "para que la prueba de la fe de ustedes, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo" (1 Pedro 1:7, NBLA). En otras palabras, Dios utiliza el sufrimiento temporal para refinar el carácter de Sus propios hijos. Santiago nos dice: "Tengan por sumo gozo, hermanos míos, cuando se hallen en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que sean perfectos y completos, sin que nada les falte" (Santiago 1:2-4, NBLA). El sufrimiento, sea cual sea su causa, puede ser utilizado por Dios para completarnos en Él (Romanos 8:28-30).
Hay varias razones posibles para el sufrimiento cristiano que son distintas de las razones para el sufrimiento general experimentado por todos:
1. El sufrimiento puede ser una forma de disciplina. Dios es un buen Padre, y cuando uno de Sus hijos se descarría, puede usar el sufrimiento para hacerlo volver. Hebreos 12:5-11 dice que Dios disciplina a los que ama. El versículo 7 (NBLA) dice: "Es para su corrección que sufren. Dios los trata como a hijos; porque ¿qué hijo hay a quien su padre no discipline?". Por ejemplo, cuando un hombre que dedica todo su tiempo y su pasión al trabajo en vez de a su familia o a Dios pierde su empleo, puede ser que Dios esté derribando sus ídolos para ayudarle a reajustar sus prioridades. El estrés financiero puede parecer sufrimiento, pero podría tener la intención de producir un carácter piadoso en una persona que ha dado demasiada importancia al dinero. Incluso si las dificultades no tienen relación con una lucha específica contra el pecado en nuestras vidas, Dios puede usarlas para entrenarnos. Los padres, por ejemplo, a menudo asignan tareas a sus hijos, no para castigarlos, sino para ayudarles a aprender diversas habilidades y construir una sólida ética de trabajo. Esas tareas pueden sentirse como sufrimiento para el niño, pero están siendo usadas para construir algo en el niño que le servirá bien durante el resto de su vida.
2. El sufrimiento permite a los cristianos identificarse con otros que sufren y animarles. Segunda de Corintios 1:3-4 (NBLA) dice: "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción, dándoles el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios". Aquellos que han experimentado la gracia de Dios en sus problemas están mejor equipados para ayudar a otros a encontrar la misma gracia en sus problemas. Joni Eareckson Tada es un buen ejemplo. Un accidente de buceo a los 17 años la dejó tetrapléjica en silla de ruedas. Lidia a diario con el dolor y la falta de movilidad, pero ha permitido que Dios la haga crecer y desarrolle Su carácter en ella. Durante varias décadas, ella y su marido Ken han supervisado ministerios al servicio de los discapacitados. Desde campamentos de verano para discapacitados mentales hasta Ruedas para el Mundo, un proyecto que proporciona sillas de ruedas a discapacitados pobres, Joni ha utilizado su propio sufrimiento para beneficiar a miles de personas. Al permitir que Joni sufra durante un tiempo en esta vida, Dios le brinda una oportunidad única de acumular abundantes tesoros para la eternidad (Mateo 6:19-21).
3. El sufrimiento nos ayuda a acercarnos más al Señor. A menudo parece que crecemos más cuando pasamos por momentos difíciles. El sufrimiento nos despoja de seguridades artificiales o temporales y nos obliga a escarbar más profundamente en la Palabra para encontrar paz y propósito. Se ha dicho que "cuando Cristo es todo lo que tienes, descubres que Cristo es todo lo que necesitas".
4. El sufrimiento nos recuerda que este mundo no es nuestro hogar. A los cristianos que viven en las partes más prósperas del mundo les puede resultar más difícil anhelar el cielo que a sus hermanos y hermanas empobrecidos. Cuando la vida es cómoda, la eternidad es solo un destello lejano en el futuro. Pero cuando los cristianos sufren persecución, pobreza y privaciones, la eternidad empieza a convertirse en la luz más brillante de sus vidas. A menudo, los cristianos que sufren tienen una ventaja a la hora de mantener claras sus prioridades.
Algunos enseñan que aquellos que tienen suficiente fe nunca tendrán que sufrir. Pero esta doctrina se contradice en cada página del Nuevo Testamento. Desde la decapitación de Juan el Bautista en prisión (Mateo 14:1-12) hasta el destierro del apóstol Juan a Patmos (Apocalipsis 1:9), el Nuevo Testamento es un registro del terrible sufrimiento que dominó la iglesia del primer siglo (Hechos 8:1-3). Los hombres y mujeres que se enumeran en Hebreos 11 fueron elogiados por su fe. Muchos de los que aparecen en la lista, entre ellos Abel, Noé y Abraham, soportaron sufrimientos. Hebreos 11:16 (NBLA) nos dice cómo lo hicieron: "Pero en realidad, anhelan una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo cual, Dios no se avergüenza de ser llamado Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad". Leemos sobre el fiel Moisés que escogió "más bien ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los placeres temporales del pecado. Consideró como mayores riquezas el oprobio de Cristo que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa" (Hebreos 11:25-26, NBLA). La fe de Moisés no le protegió del sufrimiento, y de hecho contribuyó a que lo eligiera para ganar algo mayor.
El autor de Hebreos también habla de fieles anónimos que "fueron torturados, no aceptando su liberación a fin de obtener una mejor resurrección. Otros experimentaron insultos y azotes, y hasta cadenas y prisiones. Fueron apedreados, aserrados, tentados, muertos a espada. Anduvieron de aquí para allá cubiertos con pieles de ovejas y de cabras; destituidos, afligidos, maltratados (de los cuales el mundo no era digno), errantes por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas de la tierra" (Hebreos 11:35-38, NBLA). Vivir por la fe en un mundo caído invita al sufrimiento y exige aceptar un aplazamiento de la recompensa: "Y todos estos, habiendo obtenido aprobación por su fe, no recibieron la promesa, porque Dios había provisto algo mejor para nosotros, a fin de que ellos no fueran hechos perfectos sin nosotros" (Hebreos 11:39-40, NBLA).
Nuestra esperanza última no está en este mundo ni en obtener comodidades terrenales; nuestra esperanza está en Dios y en Su mayor plan. Para agradar a Dios se requiere fe (Hebreos 11:6), y los fieles saben que la falta de sufrimiento no es una indicación fiable de Su complacencia. Tampoco la experiencia del sufrimiento es prueba de Su desagrado.
La misma esperanza ejemplificada por las personas mencionadas en Hebreos 11 es la nuestra también, cuando sufrimos por hacer el bien (1 Pedro 3:14). Incluso cuando sufrimos como resultado directo de nuestras propias malas decisiones, nuestro sufrimiento nunca es en vano. Dios promete utilizar incluso nuestro dolor más desgarrador para el bien si se lo confiamos (Romanos 8:28-30). Pablo, que sufrió más que la mayoría, escribió: "Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven. Porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas" (2 Corintios 4:17-18, NBLA). Ese conocimiento fortalece a los cristianos cuando son llamados a sufrir.
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¿Por qué sufren los cristianos?