Pregunta
¿Por qué pregunta el salmista: "¿Por qué me has abandonado?" (Salmo 22:1)?
Respuesta
El Salmo 22 está clasificado como una "oración de auxilio" escrita por el rey David. Como muchas otras oraciones de este tipo en los Salmos (ver Salmo 2:1; 10:1; 13:1-2; 52:1; 74:1), comienza con un grito angustiado y una queja desesperada, planteada como una petición de ayuda a Dios: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor? Dios mío, clamo de día, y no respondes; y de noche, y no hay para mí reposo" (Salmo 22:1-2).
David clama a Dios pidiendo ayuda, pero se siente abandonado y en profunda agonía porque Dios no le responde. El doble uso de las preguntas es una herramienta poética que expresa la total desesperanza y desesperación del salmista. David no puede comprender por qué Dios le ha abandonado. Sufre tanto física (Salmo 22:14-15) como socialmente (versículos 6-8). Lo más inquietante para él es su aparente abandono por parte de Dios. La relación de toda la vida de David con Dios parece estar rota.
Sin embargo, incluso en su desolación, David ora: "Dios mío, Dios mío", reconociendo su fe en Dios y su dependencia de Él, a pesar de la distancia y el silencio aparente del Señor. Más tarde, David declara rotundamente su confianza en el Señor: "Pero tú eres santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel. En ti esperaron nuestros padres; esperaron, y tú los libraste. Clamaron a ti, y fueron librados; confiaron en ti, y no fueron avergonzados" (Salmo 22:3-5; ver también los versículos 9-10). David sabe que Dios nunca abandona a Su pueblo (versículos 22-24).
A lo largo de los siglos, los eruditos han señalado el intenso tono del salmo, planteando la posibilidad de que no se aplicara sólo a un caso de sufrimiento en la vida de David, sino que pretendiera abarcar todos los abusos que sufrió bajo el rey Saúl. Aunque el Salmo 22 era sin duda una petición personal de ayuda por parte de David, también servía como oración congregacional durante la adoración colectiva de toda la comunidad.
La pregunta "¿Por qué me has abandonado?", pretendía despertar el interés de los oyentes, que habrían querido saber cómo se respondía a la petición. El lenguaje del salmo estaba pensado para dar a los individuos un modelo de oración en momentos de sufrimiento y necesidad extremos. Como tantos otros salmos, expresa de manera conmovedora la experiencia emocional común de las personas que se sienten solas y afligidas.
Cientos de años después, Jesús colgaba de la cruz, soportando Sus momentos más intensos de tormento. Necesitaba desesperadamente la presencia de Su Padre. Con voz potente, el Señor gritó las palabras que los judíos habían pronunciado durante siglos: "Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" (Mateo 27:46). Tras experimentar la tortura más horrible y ser abandonado a su suerte por hombres malvados, Cristo recitó el Salmo 22:1. Uniéndose a la multitud de seres humanos en su aflicción, Jesús se hizo uno con ellos en su sufrimiento y clamó a Dios pidiendo ayuda.
Nuestro Salvador plenamente divino y plenamente humano se identifica con nosotros en todos los sentidos, incluso en nuestros momentos más débiles, incluso cuando sentimos que Dios nos ha abandonado. A través de la identificación total de Cristo con nosotros, nos da permiso con Su propio ejemplo para derramar nuestro corazón ante Dios. Jesús nos muestra que confiar en Dios significa elevar lo peor de la vida a Dios en la oración: "Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente" (Hebreos 5:7).
Asimismo, cuando Jesús citó las palabras iniciales del Salmo 22, empleó una tradición de la época que identificaba el pasaje completo, como si citara el encabezamiento de un capítulo o el título de un libro. El grito de Jesús: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?", era semejante al de un predicador de hoy que dijera: "Recordad las palabras del Salmo 22". Al asumir Jesús los pecados de toda la humanidad, reconoció sentirse abandonado por el Padre, pero, como David, seguía confiando en Dios. Sabía que estaba cumpliendo el propósito de Dios al entregar Su vida: "Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él" (2 Corintios 5:21). Jesús creía que Dios no le abandonaría en ese propósito.
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". Con estas palabras, Jesús también invitó a Sus seguidores a establecer la conexión y reconocer las implicaciones proféticas del Salmo 22. David había visto a través de la historia describir vívidamente la crucifixión del Mesías (ver los versículos 7, 14-18). Así, al llamar la atención sobre el salmo, Jesús demostró una vez más que Él mismo era el cumplimiento de las Escrituras del Antiguo Testamento.
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¿Por qué pregunta el salmista: "¿Por qué me has abandonado?" (Salmo 22:1)?