Pregunta
¿Qué significa que las personas no tienen excusa (Romanos 1:20)?
Respuesta
A la gente le cuesta conciliar la bondad, la misericordia y el amor de Dios con Su ira. Se preguntan: "¿Cómo puede un Dios amoroso justificar el envío de personas inocentes o ignorantes, o de cualquier otra persona, a sufrir en el infierno por toda la eternidad?". En Romanos 1:18-32, el apóstol Pablo construye un caso para demostrar que la ira de Dios contra el pecado y "todos los que son pecadores y perversos", está justificada porque han suprimido a sabiendas la verdad de Su existencia (versículo 18, NTV). Nadie puede alegar inocencia o ignorancia por no honrar y adorar a Dios: "Pues, desde la creación del mundo, todos han visto los cielos y la tierra. Por medio de todo lo que Dios hizo, ellos pueden ver a simple vista las cualidades invisibles de Dios: su poder eterno y su naturaleza divina. Así que no tienen ninguna excusa para no conocer a Dios" (versículo 20, NTV).
Pablo afirma que todas las personas tienen la oportunidad de conocer "la verdad acerca de Dios, porque él se la ha hecho evidente" (Romanos 1:19, NTV). Dios se ha revelado con una claridad tan asombrosa a través del mundo visible que ha creado, que la gente no tiene excusa para no conocerle o creer en Él. Sólo pueden culparse a sí mismos por rechazar al Dios de la creación.
En Romanos 1:21-25, Pablo describe cómo algunas personas vislumbran la verdad, pero luego no permiten que actúe en sus vidas. La suprimen para vivir según su propia "verdad", siguiendo sus propias ideas humanas, que parecen mejores y menos condenatorias. Como resultado, descienden a la oscuridad, la confusión y la rebelión contra Dios.
El salmista afirma que estas personas no tienen excusa:
"Los cielos proclaman la gloria de Dios
y el firmamento despliega la destreza de sus manos.
Día tras día no cesan de hablar;
noche tras noche lo dan a conocer.
Hablan sin sonidos ni palabras;
su voz jamás se oye.
Sin embargo, su mensaje se ha difundido por toda la tierra
y sus palabras, por todo el mundo.
Dios preparó un hogar para el sol en los cielos" (Salmo 19:1-4, NTV).
Un comentario subraya la idea de que la gente suprime la verdad o "mantiene prisionera la verdad" por su propia injusticia (Barrett, C. K., The Epistle to the Romans, rev. ed., Black's New Testament Commentary, Continuum, 1991, p. 32). La gente no puede ver lo que es tan evidente como el día y, por eso, Pablo insiste en su ardiente urgencia de predicar el Evangelio (Romanos 1:1-9, 16-17).
Mientras la gente impía cree que puede mantener a raya la verdad, Dios ha elegido lo que al mundo le parece insensato -la insensata predicación del mensaje de la cruz- para que se convierta en el poder y la sabiduría de Dios para difundir la verdad y salvar a los que creen en Él (1 Corintios 1:18-31).
Tú y yo hemos sido creados a imagen de Dios para ser como Él (Génesis 1:26-27; 5:1-3; 9:6; Santiago 3:9) porque en el corazón de Dios hay un deseo de estar en comunión con nosotros (ver Génesis 5:24, NTV; ver también; Juan 15:14-15; 1 Corintios 1:9; Colosenses 1:21-22; 1 Juan 1:3; 5:20). ¿Qué podría ser más amoroso, bueno y misericordioso que crearnos idealmente aptos para una relación consigo mismo? Dios quiere que le conozcamos. Ha puesto la eternidad en el corazón humano. Nos ha dado una sensación de anhelo o de saber que hay algo más en esta vida, de modo que la gente no tiene excusa para no conocerle (Eclesiastés 3:11).
Puesto que Dios es amor (1 Juan 4:8, 16), Su actitud constante hacia nosotros es de amor. Incluso Su ira contra el pecado es una expresión de Su amor. Es importante comprender que la ira humana y la ira de Dios no son lo mismo. El concepto humano de ira está contaminado o sesgado por el pecado. La ira de Dios no es como la nuestra. Su ira fluye de una naturaleza perfectamente sin pecado, santa y justa. Dios quiere que nos salvemos y nos liberemos de la ira del pecado. Todos los que reconocen el sacrificio de Jesucristo -que sufrió la ira de Dios en la cruz en nuestro lugar- nunca experimentarán el derramamiento final de Su ira (ver 1 Tesalonicenses 5:9).
Puesto que las personas no tienen excusa, Dios no puede ser considerado injusto. Una analogía sería el ejemplo de un padre que castiga injustamente a su hijo por no hacer algo, aunque nunca le haya dicho que lo haga. Pero ¿qué pasaría si el hijo recibiera firmes instrucciones escritas en el tablero familiar, mensajes de texto durante el día e incluso recordatorios de Alexa para "sacar la basura"? Este hijo no tiene excusa. Del mismo modo, las personas no tienen excusa cuando suprimen la revelación que Dios hace de Sí mismo.
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¿Qué significa que las personas no tienen excusa (Romanos 1:20)?