Pregunta
¿Qué quiere decir Pablo cuando afirma que está "olvidando lo que queda atrás" (Filipenses 3:13)?
Respuesta
El apóstol Pablo se desafió a sí mismo y a todos los cristianos a seguir avanzando en el camino cristiano de la fe: "Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado. Pero una cosa hago:olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús" (Filipenses 3:13-14, NBLA).
Cuando Pablo dijo "olvidando lo que queda atrás", se refería a no mirar atrás a las relaciones pasadas, los recuerdos, los fracasos, las tentaciones o cualquier cosa que pudiera distraerle de su enfoque exclusivo en "el supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús". Para inspirar a su audiencia, Pablo recurrió a la imagen de un atleta que corre una carrera con una determinación inquebrantable de llegar a la meta y ganar el premio. La Nueva Traducción Viviente traduce el pasaje así: "pero me concentro únicamente en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús".
La palabra "olvidar" en Filipenses 3:13 significa "sacar de la mente o no prestar atención". "Olvidar" en este sentido es dejar de pensar en algo. Para ganar la carrera, un corredor debe sacar de su mente toda distracción. No debe revivir cada paso en falso que dio al principio ni pensar en los errores cometidos a lo largo del recorrido.
"Olvidando lo que queda atrás" es la forma en que Pablo dice: "¡No mires atrás! Deja de obsesionarte con el pasado. No dejes que nada de lo que has dejado atrás interfiera en tu progreso actual o en tus esfuerzos futuros". El crecimiento personal como creyente fue una prioridad constante en la vida de Pablo. Se esforzó con todas sus fuerzas para seguir adelante y ganar el premio al que Dios le había llamado.
En 1 Corintios 9:25 (NBLA), Pablo comparó la corona de un atleta con el premio eterno del creyente: "Todos los atletas se entrenan con disciplina. Lo hacen para ganar un premio que se desvanecerá, pero nosotros lo hacemos por un premio eterno". Pablo mantuvo la mirada fija en la meta porque todo su objetivo y propósito en la vida era ganar a Cristo: "Antes creía que esas cosas eran valiosas, pero ahora considero que no tienen ningún valor debido a lo que Cristo ha hecho. Así es, todo lo demás no vale nada cuando se le compara con el infinito valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él, he desechado todo lo demás y lo considero basura a fin de ganar a Cristo" (Filipenses 3:7-8, NBLA).
Cuando se trata de avanzar, nuestro cuerpo tiende a moverse automáticamente hacia el lugar al que dirigen nuestros ojos. Un corredor que se vuelve constantemente para mirar atrás perderá la carrera. Consciente de este fenómeno, Pablo instó a los creyentes a dejar de mirar atrás y a mantenerse centrados en la meta futura. El propio Pablo estaba decidido a "olvidar" o "borrar de su mente" su antigua forma de vida, cuando perseguía violentamente a la iglesia de Dios y trataba de destruirla (Gálatas 1:13). Dejó de obsesionarse con los obstáculos y las dificultades de la persecución, el encarcelamiento y el abandono de su pasado (2 Corintios 4:8-9; Hechos 16:22-40; 23:10; 25:1-12; 28:17-31; 2 Timoteo 1:15). En cambio, se esforzó por alcanzar lo que tenía por delante. Esperaba con ansias el cielo, la resurrección de su cuerpo y el encuentro cara a cara con su Salvador: "Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de Su gloria" (Filipenses 3:20-21, NBLA).
¿Cómo nos impiden progresar en nuestro crecimiento espiritual las cosas que hemos dejado atrás?
Aferrarnos a emociones como el rencor y la falta de perdón puede frenarnos e incluso mantenernos atrapados en el pasado. Repetir los conflictos y revivir episodios dolorosos solo servirá para reabrir viejas heridas. Pedro nos exhortó a dejar atrás estas cosas: "Por lo tanto, desháganse de toda mala conducta. Acaben con todo engaño, hipocresía, celos y toda clase de comentarios hirientes. Como bebés recién nacidos, deseen con ganas la leche espiritual pura para que crezcan a una experiencia plena de la salvación. Pidan a gritos ese alimento nutritivo" (1 Pedro 2:1-2, NTV). La culpa y la desesperación por los pecados del pasado también pueden mantenernos encadenados al pasado. Pero Dios no nos echa en cara nuestros pecados pasados, y nosotros tampoco deberíamos hacerlo (1 Juan 1:7-9).
Después de que Dios liberó a Israel de la opresión de la esclavitud, el pueblo miró con nostalgia hacia Egipto, pero eso no les llevó a ninguna parte (Números 11:18). "Olvidando lo que queda atrás" significa desechar "todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar", y correr "con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante. Esto lo hacemos al fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe" (Hebreos 12:1-2, NTV).
La vida cristiana se vive con la mirada puesta en Jesucristo. Él es la prioridad máxima que da sentido a nuestra vida. Nuestro objetivo más elevado es conocerlo mejor, como dijo Pablo: "Quiero conocer a Cristo y experimentar el gran poder que lo levantó de los muertos. ¡Quiero sufrir con él y participar de su muerte" (Filipenses 3:10. NBLA).
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¿Qué quiere decir Pablo cuando afirma que está "olvidando lo que queda atrás" (Filipenses 3:13)?
