Pregunta
¿Por qué la obediencia es mejor que el sacrificio?
Respuesta
En 1 Samuel 15, Saúl decidió perdonarle la vida al rey amalecita Agag y quedarse con el botín de la batalla, en lugar de destruirlo todo como Dios le había ordenado. Cuando el profeta Samuel lo confrontó, Saúl respondió: "Yo obedecí la voz del Señor, y fui en la misión a la cual el Señor me envió, y he traído a Agag, rey de Amalec, y he destruido por completo a los amalecitas. Pero el pueblo tomó del botín ovejas y bueyes, lo mejor de las cosas dedicadas al anatema, para ofrecer sacrificio al Señor tu Dios en Gilgal" (1 Samuel 15:20–21, NBLA).
Samuel respondió con una pregunta clave: "¿Se complace el Señor tanto en holocaustos y sacrificios / como en la obediencia a la voz del Señor? / entiende, el obedecer es mejor que un sacrificio, / y el prestar atención, que la grasa de los carneros" (1 Samuel 15:22, NBLA). Entonces, ¿por qué la obediencia es mejor que el sacrificio?
La primera respuesta la da el propio Samuel: "Porque la rebelión es como el pecado de adivinación, / y la desobediencia, como la iniquidad e idolatría. / Por cuanto tú has desechado la palabra del Señor, / Él también te ha desechado para que no seas rey" (1 Samuel 15:23, NBLA). La desobediencia de Saúl fue considerada un acto de rebelión, pecado e idolatría.
La segunda respuesta viene de la confesión de Saúl: "He pecado. En verdad he quebrantado el mandamiento del Señor y tus palabras, porque temí al pueblo y escuché su voz" (1 Samuel 15:24, NBLA). Saúl reconoció que su sacrificio fue una transgresión, un pecado, y que desobedeció a Dios por temor al que dirán. En otras palabras, prefirió agradar a la gente antes que a Dios.
Si lo ponemos todo junto, vemos varias razones por las que la obediencia a Dios es mejor que ofrecerle sacrificios u ofrendas: 1) la desobediencia es una forma de rebelión, 2) la desobediencia es pecado, 3) la desobediencia es una especie de idolatría, 4) la desobediencia menosprecia la Palabra de Dio, y 5) la desobediencia busca agradar a las personas en vez de a Dios.
Aún hoy, en nuestros intentos humanos de aparentar devoción, a veces caemos en la tentación de cumplir con ciertos deberes religiosos en lugar de obedecer verdaderamente a Dios. Incluso acciones buenas, como dar dinero a obras benéficas, asistir a servicios religiosos o hacer oraciones públicas, no son tan importantes para Dios como lo es la obediencia a Sus mandamientos.
Jesús también criticó a los líderes religiosos de Su tiempo por este mismo problema. En Mateo 6 menciona tres prácticas comunes—ayuno, oración pública y limosnas—que muchas veces se hacen más por aparentar que por honrar a Dios. Tal como en 1 Samuel 15, el problema no está en las ofrendas en sí, sino en la desobediencia al mandato de Dios y el deseo de aprobación humana por encima de la aprobación divina.
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