Pregunta
¿Por qué el mandamiento "No tendrás otros dioses delante de Mí" forma parte de los Diez Mandamientos?
Respuesta
La ley mosaica se basa en los Diez Mandamientos, y estos se fundamentan en el primer mandamiento: "Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre. No tendrás otros dioses delante de Mí" (Deuteronomio 5:6-7). Aquí vemos no solo la prohibición divina contra la idolatría, sino también las razones detrás de esa prohibición. Fue el Señor quien tuvo el poder de liberar a Su pueblo de la esclavitud en Egipto. Solo Él se preocupó lo suficiente por ellos como para escogerlos como Suyos, y solo Él los rescató y protegió. Por esto, declara que solo Él merece ser adorado. Ningún ídolo de madera o piedra es Dios. Los ídolos son sordos, mudos, ciegos e impotentes (Isaías 44:18).
La carta de Pablo a los Romanos explica que la adoración de elementos de la creación—no sólo de sus imágenes—es pecado (Romanos 1:25). Pablo también advierte a los colosenses contra rendir culto a otros seres sobrenaturales: "Nadie los defraude de su premio deleitándose en la humillación de sí mismo y en la adoración de los ángeles" (Colosenses 2:18a). Jesús amplió el concepto de "otros dioses" para incluir no sólo imágenes o seres reales, sino también bienes materiales. En Mateo 6:24 advierte: "Nadie puede servir a dos señores… no pueden servir a Dios y a las riquezas". La palabra mamón representa la personificación de la riqueza, especialmente aquella obtenida por avaricia. En términos modernos: materialismo. Los peligros del amor a las riquezas se ven claramente en el joven rico (Mateo 19:16-26), quien se apartó de Cristo porque no podía renunciar a sus bienes.
Sansón (Jueces 14–16), aunque consagrado a Dios como nazareo, honraba a un dios mucho más cercano que el del joven rico: él mismo. Su orgullo lo llevó a la ruina. Confiaba tanto en su propia fuerza que actuaba como si ya no necesitara depender de Dios. Finalmente, vencido, cegado y humillado, Sansón parecía más preocupado por vengarse y recuperar su vista que por el propósito de Dios para Su pueblo. Se sirvió a sí mismo y colocó sus prioridades como ídolos en su vida.
Quienes adoran "otros dioses" terminarán como los profetas de Baal en el monte Carmelo, cuando Elías los desafió. Tanto Elías como los profetas ofrecieron sacrificios, pero sin encenderlos. El dios que respondiera enviando fuego sería reconocido como el Dios verdadero. Los profetas de Baal clamaron, se lamentaron y suplicaron sin respuesta. Elías incluso se burló de ellos: "Clamen en voz alta… tal vez estará meditando o se habrá desviado, o estará de viaje, quizá esté dormido y habrá que despertarlo" (1 Reyes 18:27). Finalmente, Dios mostró Su poder consumiendo no sólo el sacrificio, sino el agua, la madera, las piedras y el polvo. Los profetas de Baal fueron juzgados al ver su impotencia frente al Dios verdadero.
Nuestro Dios nunca está distraído, dormido o ausente. Pablo describe Su absoluta soberanía: "El Dios que hizo el mundo y todo lo que en él hay, puesto que es Señor del cielo y de la tierra, no mora en templos hechos por manos de hombres, ni es servido por manos humanas, como si necesitara de algo, puesto que Él da a todos vida y aliento y todas las cosas… Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Naturaleza Divina sea semejante a oro, plata o piedra, esculpidos por el arte y el pensamiento humano" (Hechos 17:24-25, 29). Dios ordena no servir a otros dioses porque, en realidad, no existen; sólo existen los ídolos que las personas fabrican. En contraste, David describe la bendición prometida a quien pone a Dios por encima de todo: "Cuán bienaventurado es el hombre que ha puesto en el Señor su confianza, y no se ha vuelto a los soberbios ni a los que caen en falsedad" (Salmo 40:4).
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