Pregunta
¿Es 'las manos ociosas son el taller del diablo' una declaración bíblica?
Respuesta
Aunque la declaración no se encuentra textualmente en la Biblia, "las manos ociosas son el taller del diablo" tiene sus raíces en las Escrituras. El apóstol Pablo señala que aquellos que desperdician su tiempo en la ociosidad o de manera no productiva son fácilmente conducidos al pecado: "Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenados, no trabajando en nada, sino metiéndose en lo ajeno" (2 Tesalonicenses 3:11). Al no utilizar su tiempo de manera productiva, estas personas se sentían tentadas a entrometerse en los asuntos de otras personas y a obstaculizar su progreso. "Y también aprenden a ser ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran" (1 Timoteo 5:13). Estos ociosos y entrometidos estaban desperdiciando el tiempo que podrían haber utilizado para ayudar a otros. En esencia, su falta de actividad los estaba llevando al pecado.
La ociosidad no es lo mismo que el descanso. La Biblia aconseja a las personas a descansar, y tomar descansos del trabajo es bueno. Por "ocioso" nos referimos a "perezoso" o "no hacer nada cuando se debería estar haciendo algo". La ociosidad a menudo surge de no tener un objetivo o propósito específico. Sin objetivo, uno puede distraerse fácilmente. El libro de Proverbios nos advierte que un trabajo descuidado o negligente es similar a la destrucción malintencionada: "El negligente en su obra es hermano del que malgasta" (Proverbios 18:9).
Vivimos en un mundo pecaminoso, y una persona que no tiene algo particular que hacer será inevitablemente tentada a hacer algo pecaminoso. Si no tenemos nada que hacer, el diablo estará más que dispuesto a encontrar cosas para ocupar nuestro tiempo.
Pablo y sus compañeros misioneros pusieron un ejemplo de diligencia para la iglesia. "Vosotros mismos sabéis cómo debéis imitarnos, porque no anduvimos desordenados entre vosotros... Antes bien, trabajando duramente día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros" (2 Tesalonicenses 3:7-8). La ociosidad no formaba parte del estilo de vida de Pablo, y nosotros tampoco podemos permitir tolerarla en nuestras vidas.
Sí, "las manos ociosas son el taller del diablo." El Señor sabía que debía ocuparse de los asuntos de su Padre (Lucas 2:49), y nosotros también debemos hacerlo. Jesús nos dijo que rezáramos por "obreros" que fueran enviados al campo de la cosecha, no ociosos (Lucas 10:2). Hay trabajo por hacer para el Reino, y no debemos distraernos con las cosas del mundo.
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