Pregunta
¿Qué es el igualitarismo?
Respuesta
En su sentido más amplio, el igualitarismo sostiene que todas las personas son inherentemente iguales y deben ser tratadas como tales. Cuando se usa como un término doctrinal dentro del cristianismo, el igualitarismo tiene un significado más limitado, que sugiere que Dios no pretende hacer distinciones entre hombres y mujeres en lo que respecta al liderazgo espiritual. El cristianismo bíblico es la base de la civilización occidental para la primera definición, pero las Escrituras se oponen a la segunda. Todas las personas son iguales moral y espiritualmente, con el mismo valor, y deben recibir las mismas oportunidades. Sin embargo, en el tema específico de la autoridad espiritual, Dios ha establecido diferentes roles para los dos géneros igualmente valiosos, un concepto conocido como complementarismo.
Quienes están a favor del igualitarismo doctrinal se enfocan en temas como el de las mujeres en el pastorado. Su argumento es que todos los cristianos son iguales ante los ojos de Cristo, sin importar su raza o género (Gálatas 3:28); por lo tanto, Dios quiere que hombres y mujeres ocupen los mismos cargos espirituales. Es cierto que la Escritura declara la igualdad moral inherente de todas las personas; también denuncia el favoritismo (Santiago 2:1, 9). Aunque esto hace que hombres y mujeres sean iguales en su moralidad, valor espiritual y humanidad (Génesis 1:27), no significa que sean idénticos en todos los aspectos.
El máximo ejemplo de este concepto es la Trinidad misma. Las tres Personas de la Deidad son iguales: moralmente, espiritualmente, en poder, en divinidad, etc. Y sin embargo, hay sumisión dentro de esa igualdad, ya que cada Persona divina cumple un rol diferente. Esto no implica que una Persona de la Trinidad sea más moral o más importante que las otras. Simplemente significa que cada una tiene una función que desempeñar. De la misma manera, Dios diseñó que las habilidades únicas de hombres y mujeres se usen de acuerdo con un diseño equilibrado y mutuo.
El debate entre el complementarismo y el igualitarismo permite interpretaciones amplias sobre dónde deben trazarse los límites de ese diseño. Una visión bíblica complementaria no promueve el estereotipo de que las esposas deben quedarse en casa, descalzas, embarazadas, sin poder ni voz. Tampoco exige diferencias entre hombres y mujeres en ámbitos como la política o el trabajo. La Escritura respalda todo aspecto social y económico del igualitarismo, tratando a hombres y mujeres como personas igualmente capaces y valiosas. Sin embargo, las formas de igualitarismo que eliminan por completo cualquier distinción entre los sexos no son bíblicas.
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