Pregunta
¿Debe una iglesia cerrar por causa del mal tiempo?
Respuesta
"¡Se viene una tormenta de nieve! ¡No habrá reunión mañana!" Si has sido parte de una congregación local por algún tiempo, seguramente has recibido algún aviso similar. Ya sea por hielo, lluvia, nieve o calor extremo, algunos fenómenos naturales pueden afectar la conveniencia de reunirse en comunidad. Al igual que los sistemas escolares, muchas iglesias optan por la precaución y la seguridad antes que forzar una actividad programada. Ninguna persona en autoridad quiere que su decisión termine siendo la causa de una desgracia. Sin embargo, como personas de fe, ¿no deberíamos ser valientes? ¿Acaso no es más importante la iglesia que el clima? ¿Está bien que una iglesia cierre por causa del mal tiempo?
Lo primero que debemos tener presente es que ningún ser humano tiene el poder de "cerrar" la iglesia. La iglesia no es un edificio, sino un cuerpo de creyentes (Romanos 12:4–5), y Jesús declaró que ni las puertas del infierno prevalecerán contra Su iglesia (Mateo 16:18). No tenemos un templo central al que debamos ir para adorar. Dios ha creado un nuevo templo: los cuerpos de Sus santos (1 Corintios 3:16; 6:19; 2 Corintios 6:16). Llevamos la iglesia con nosotros a donde vayamos, porque Cristo está en nosotros. Así que, incluso cuando una congregación no puede reunirse físicamente, todavía puede adorar unida en espíritu. Pablo hablaba de estar "con ustedes en espíritu" cuando no podía estar presente físicamente con las iglesias que amaba (1 Corintios 5:3–4; Colosenses 2:5).
En segundo lugar, cuando argumentamos que es pecado cerrar las puertas de la iglesia por cualquier motivo, corremos el riesgo de caer en el legalismo. Los fariseos en tiempos de Jesús habían creado toda clase de reglas religiosas acerca de la adoración, y Jesús los reprendió por eso (Marcos 7:7; Mateo 15:7–9). Le recordó a la mujer samaritana que el lugar de adoración no le importaba a Dios. El Padre buscaba adoradores que lo adoraran en espíritu y en verdad (Juan 4:19–24). Al igual que los fariseos, podemos volvernos tan cómodos con nuestras tradiciones que terminamos confundiéndolas con los mandamientos de Dios. Lo que se nos instruye es que no dejemos de congregarnos (Hebreos 10:25). Faltar un domingo por mal clima no es lo mismo que ser negligentes.
En tercer lugar, cerrar la iglesia debido al mal tiempo no significa que no haya servicio. En nuestra época moderna, con tantos servicios en línea disponibles, ningún cristiano tiene por qué dejar de adorar un domingo. Hay una gran cantidad de iglesias que enseñan la Palabra y que hacen disponible su enseñanza cada domingo, sin importar el clima.
Por supuesto, ser parte de una congregación local de creyentes es vital para el crecimiento espiritual. Jesús no formó una iglesia compuesta por creyentes solitarios. La mayoría de las cartas del Nuevo Testamento fueron escritas a iglesias, no a individuos. La comunión cristiana y la adoración en comunidad son esenciales. Dios da a los pastores y ancianos la responsabilidad de cuidar a un rebaño específico (Hechos 14:23; 1 Pedro 5:2; Tito 1:5), y al rebaño se le instruye que los honre como a pastores delegados por Dios (Hebreos 13:17). A veces, cuando se presentan desafíos como el mal tiempo, el pastor o el grupo de ancianos debe sopesar cuidadosamente los pros y contras de un cierre temporal, pensando en el bien de la congregación. Saben que habrá consecuencias cualquiera sea la decisión. Cuando los líderes de una iglesia local concluyen que los riesgos de salir a la calle en condiciones peligrosas son mayores que los riesgos de faltar a un servicio, la congregación debe respetar esa decisión y orar para que Dios siga edificando y fortaleciendo a Su iglesia.
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