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Pregunta

¿Rompió Jesús la ley del día de reposo?

Respuesta


Los evangelios registran varias veces cuando Jesús sanó a una persona en el día de reposo:

1. La suegra de Simón Pedro en casa de él (Marcos 1:29-31).

2. Un hombre con una mano seca en la sinagoga (Marcos 3:1-6).

3. Un hombre nacido ciego en Jerusalén (Juan 9:1-16).

4. Una mujer encorvada en una sinagoga (Lucas 13:10-17).

5. Un hombre con hidropesía en casa de un fariseo (Lucas 14:1-6).

6. Un hombre poseído por un demonio en Capernaum (Marcos 1:21-28).

7. Un hombre paralítico junto al estanque de Betesda (Juan 5:1-18).

Siempre que Jesús sanaba públicamente a alguien en el día de reposo, los fariseos lo acusaban de romper la ley de ese día (Mateo 12:10; Marcos 3:2, Juan 5:14; 9:14-16). La respuesta de Jesús fue que estaba trabajando como Su Padre estaba trabajando, una respuesta que no apaciguó a los líderes religiosos: “Por esto los judíos aún más procuraban matarle, porque no solo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios” (Juan 5:18). Quebrantar el día de reposo habría sido un pecado, por lo que nos tenemos que preguntar: ¿Será que Jesús realmente rompió la ley del día de reposo?

La respuesta corta es "no", pero aquí hay algo de antecedentes: Dios instituyó el día de reposo para los israelitas cuando le dio a Moisés los Diez Mandamientos (Exodo 20:8–11). Los israelitas debían descansar el séptimo día de la semana, recordando que Dios creó el universo en seis días y luego "reposó" en el séptimo día (Génesis 2:1–3). El día de reposo fue establecido para beneficio de la gente (Marcos 2:27) y como una señal del Pacto Mosaico (Exodo 31:13). Sin embargo, con el tiempo, las perspectivas sobre el día de reposo cambiaron. En los tiempos de Jesús, los líderes religiosos habían añadido reglas y tradiciones pesadas para guardar el día de reposo y habían elevado sus propias reglas al nivel de las instrucciones de Dios. Fue tan malo que, cuando los discípulos de Jesús recogieron y comieron algunas espigas mientras caminaban por un campo, los fariseos los acusaron de romper el día de reposo porque supuestamente estaban "cosechando" y "trillando" (Lucas 6:1–2).

Jesús no quebrantó el día de reposo, como lo estableció Dios bajo el Antiguo Pacto. Como Él declaró públicamente, "No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino a cumplir." (Mateo 5:17). Los fariseos habían confundido tanto su propio estándar de santidad con el de Dios que acusaron a Jesús de romper la ley del día de reposo. Estaban furiosos por las acciones de Jesús, sin embargo, sólo era su ley del día de reposo la que él no guardaba. Jesús guardaba la ley de Dios, y no había hecho nada para quebrantar el día de reposo.

Muchos fariseos se opusieron a Jesús. Él enseñaba con autoridad a diferencia de los escribas (Mateo 7:29). Él denunció su hipocresía, diciendo, "mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen" (Mateo 23:3). También se igualó a sí mismo con Dios (Juan 5:18). En el incidente del hombre con la mano seca, los fariseos le preguntaron a Jesús, de forma acusadora, si era correcto sanar en el día de reposo (Mateo 12:10). La respuesta de Jesús fue muy lógica: "Él les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si esta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y la levante? Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo" (Mateo 12:11-12). Jesús aplicó el principio de que Dios quiere misericordia y no sacrificio (versículo 7), refiriéndose a Oseas 6:6. Esto enfureció a los fariseos, y conspiraron para matarlo (Mateo 12:14). Sin embargo, Jesús vino a hacer la voluntad del Padre (Juan 5:19), no a seguir las reglas religiosas hechas por el hombre.

Jesús se refirió a sí mismo como el Señor del día de reposo (Mateo 12:8; Marcos 2:28; Lucas 6:5). Al hacerlo, Jesús proclamó que es mayor que la ley y tiene autoridad incluso sobre las leyes que rigen el día de reposo. Jesús es quien hizo todas las cosas (Juan 1:3; Colosenses 1:16), y fue Él quien instituyó el día de reposo. Tenía la autoridad para anular las tradiciones y regulaciones que los fariseos habían impuesto sobre el día de reposo. Al sanar en día de reposo, Jesús mostró la bondad de Dios, reveló la dureza de corazón de los fariseos, y dio un pequeño vistazo de la completa sanidad del pecado que pronto sería posible por Su sacrificio en la cruz.

Jesús no rompió la ley del día de reposo, aunque sí actuó contra la interpretación farisaica de la ley. Rompió las leyes de los fariseos, y a ellos no les gustó. Jesús sanó en el día de reposo para ayudar a las personas, para glorificar a Dios, y para recordarle a las personas que "El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo" (Marcos 2:27). Tal como el día de reposo fue originalmente instituido para dar descanso a las personas de sus trabajos y para dirigir a las personas hacia Dios, de la misma manera Jesús vino para proporcionarnos descanso de tratar de lograr la salvación por nuestras propias obras. Su sacrificio en la cruz hizo posible que se cumpliera la ley y que viniera la justicia y el descanso a todos los que confían en Su obra terminada.

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