Pregunta
¿Qué significa que habrá hambre de oír las palabras del Señor (Amós 8:11)?
Respuesta
Normalmente entendemos por hambre la falta de alimentos o de agua, pero Amós 8:11 habla enigmáticamente de una hambruna de oír la Palabra de Dios: "Vienen días, declara el Señor Dios, en que enviaré hambre sobre la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír las palabras del Señor".
Para comprender mejor un mensaje difícil, a menudo es útil entender al mensajero. Amós, junto con Oseas, Isaías y Miqueas, profetizó durante el siglo VIII a.C. Los judíos se habían dividido en dos naciones, el reino del norte, Israel, y el reino del sur, Judá. Es interesante observar que Amós no tenía formación teológica formal; era un cultivador de higueras que criaba ganado (Amós 7:14). También es interesante el hecho de que Amós, que residía en Judá, fuera enviado por Dios a predicar en el reino del norte. Como suele ocurrir entre un pueblo rebelde, los llamados de Amós al arrepentimiento nacional fueron recibidos con hostilidad (Amós 7:12). Comencemos examinando el octavo capítulo de Amós en su totalidad:
Esto me mostró el Señor Dios: Miré una canasta de fruta de verano, y Él me preguntó: ¿Qué ves, Amós?. Una canasta de fruta de verano, respondí. Entonces el Señor me dijo:
Ha llegado el fin para Mi pueblo Israel.
Ya no volveré a dejarlos sin castigo.
Los cantos del palacio se convertirán en gemido en aquel día,
declara el Señor Dios.
Muchos serán los cadáveres;
en todo lugar los echarán fuera
en silencio.
Oigan esto, los que pisotean a los menesterosos,
y quieren exterminar a los pobres de la tierra,
diciendo: ¿Cuándo pasará la luna nueva
Para vender el grano,
Y el día de reposo
para abrir el mercado de trigo,
Achicar el efa (una medida de 22 litros), aumentar el siclo (moneda hebrea, 11.4 gramos de plata)
Y engañar con balanzas falsas;
Para comprar por dinero a los desvalidos
Y a los pobres por un par de sandalias,
Y vender los desechos del trigo?.
El Señor ha jurado por el orgullo de Jacob:
Ciertamente, nunca me olvidaré de ninguna de sus obras.
¿No temblará por esto la tierra,
Y hará duelo todo aquel que habita en ella?
Subirá toda ella como el Nilo,
Se agitará y disminuirá como el Nilo de Egipto.
Y sucederá que en aquel día, declara el Señor Dios,
Yo haré que el sol se ponga al mediodía
Y que la tierra en pleno día se oscurezca.
Entonces cambiaré sus fiestas en llanto
Y todos sus cantos en lamento.
Pondré cilicio sobre todo lomo
Y calvicie sobre toda cabeza.
Haré que sea como duelo por hijo único,
Y su fin, como día de amargura.
Vienen días, declara el Señor Dios,
En que enviaré hambre sobre la tierra,
No hambre de pan, ni sed de agua,
Sino de oír las palabras del Señor.
La gente vagará de mar a mar,
Y del norte hasta el oriente;
Andarán de aquí para allá en busca de la palabra del Señor,
Pero no la encontrarán.
En aquel día las vírgenes hermosas
Y los jóvenes desfallecerán de sed.
Los que juran por el pecado de Samaria,
Y dicen: Viva tu dios, oh Dan,
Y Viva el camino de Beerseba,
Caerán y nunca más se levantarán" (NBLA).
Al igual que la siega marca el final de la estación, la cesta de frutos de verano significa el juicio venidero en el que el pueblo rebelde recogerá la amarga cosecha que ha sembrado (Amós 8:1-3). Engañados por la prosperidad económica y alimentados por la codicia, los mercaderes deshonestos engrosaron sus arcas mercadeando con los pobres (Amós 8:4-6). En lugar de honrar al Señor, estos mercaderes deshonestos consideraban los actos de adoración como interrupciones inoportunas de sus negocios. Nada de esto había escapado a la atención de Dios. Había sido testigo de sus actos y conocía la dureza de sus corazones.
Como siempre ocurre, los no arrepentidos que rechazan la misericordia de Dios deben enfrentarse a Su ira (Amós 8:7). El versículo 9 habla de señales cósmicas que indican el amanecer del día del Señor. El día del Señor tiene lugar antes del reinado milenario de Cristo Jesús; es el tiempo oscuro en el que Dios derrama Su ira sobre la tierra. Las imágenes gráficas de muerte y destrucción del profeta nos recuerdan que la ira de Dios es un espectáculo terrible de contemplar (Amós 8:8-14).
Entre los juicios de aquellos días, Dios enviará el hambre: hambre de oír la Palabra de Dios. Se trata sin duda de un juicio severo, pues la gente buscará al Señor y no lo encontrará. Los que rechazaron a los profetas ya no podrán encontrar a un profeta. A los que despreciaron la Palabra de Dios se les ocultará la Palabra de Dios. Tendrán hambre y sed de un mensaje de Dios, pero demasiado tarde. Como las vírgenes de la parábola de Jesús, llegarán a la puerta del banquete de bodas y la encontrarán cerrada. ¡Señor, Señor!, dirán, ¡ábrenos!. (Mateo 25:11). La única palabra que oirán será: "En verdad les digo que no las conozco" (versículo 12).
Hasta cierto punto, la hambruna de la Palabra de Dios está con nosotros ahora. Un número creciente de pastores está abandonando las enseñanzas bíblicas sólidas y el mensaje de la cruz. En lugar de decir a la gente que son pecadores perdidos, que necesitan desesperadamente la salvación, estos falsos maestros proclaman mensajes resplandecientes de prosperidad, autoestima o activismo político. Bajo la inspiración del Espíritu Santo, el apóstol Pablo advirtió: "Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oídos, conforme a sus propios deseos, acumularán para sí maestros, y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a los mitos. Pero tú, sé sobrio en todas las cosas, sufre penalidades, haz el trabajo de un evangelista, cumple tu ministerio" (2 Timoteo 4:3-5, NBLA). El estudio de la Biblia acompañado de la oración es la mejor prevención del creyente contra la hambruna espiritual.
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¿Qué significa que habrá hambre de oír las palabras del Señor (Amós 8:11)?
