Pregunta
¿Cómo puedo recibir la guía divina?
Respuesta
El deseo de orientación y guía divina es universal. En todas las culturas, se venera a los sabios y eruditos y se buscan sus respuestas por parte de quienes luchan por tomar decisiones. Lamentablemente, esta sabiduría suele ser artificial y puede conducir a la catástrofe, ya que todos los seres humanos somos falibles y nuestra sabiduría suele ser cuestionable (1 Corintios 1:20). Cuando el hombre busca sabiduría sobrenatural, con frecuencia recurre al mundo de los espíritus consultando a médiums, brujos u otras vías prohibidas por Dios (Levítico 19:31; 20:6; Deuteronomio 18:14). Sin embargo, Isaías 8:19 (NBLA) dice: "Y cuando les digan: Consulten a los adivinos y a los espiritistas que susurran y murmuran, digan: ¿No debe un pueblo consultar a su Dios? ¿Acaso consultará a los muertos por los vivos?".
Entonces, ¿cómo recibimos respuestas de Dios? Si nuestros corazones están dispuestos a buscar verdaderamente Su sabiduría, ¿cómo la encontramos? Jeremías 29:13 (NBLA) dice: "Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón". Así que Dios promete que aquellos que buscan Su consejo de todo corazón lo encontrarán. Sin embargo, hay varios factores que deben estar en su lugar antes de que podamos reclamar esta promesa:
1. Debemos hacerlo a la manera de Dios. El Señor Dios Todopoderoso no es una máquina tragamonedas ni un genio que concede deseos. Sin embargo, a menudo esa es la actitud subconsciente de aquellos que dicen querer Su guía. Muchos viven la vida como sus propios jefes, pero, cuando se enfrentan a la tragedia o a la angustia, se interesan temporalmente por Dios. Si queremos dirección de Dios, debemos venir a Él de la única manera que Él provee para tal relación-a través de Su Hijo. Jesús dijo: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" (Juan 14:6). Nuestro único acceso al Padre es cuando venimos a través de la muerte sacrificial y la resurrección de Su Hijo. Cuando hacemos de Jesús el Señor de nuestras vidas, nos convertimos en hijos de Dios (Juan 1:12; Romanos 10:9-10). Las promesas de Dios en las Escrituras son para Sus hijos. Así que cuando acudimos a Él en la forma que Él ha provisto, podemos reclamar Sus promesas de sabiduría y guía (Proverbios 3:5-6; Santiago 1:5).
2. Debemos saber lo que dice la Palabra de Dios. Hay mucha guía que ya nos ha sido dada, y solo necesitamos leerla en la Biblia. No necesitamos buscar dirección acerca de si pecar o no. Si Dios ya ha declarado algo en Su Palabra, Él no lo contradecirá. Él no nos instruirá para asesinar a alguien, robar o cometer adulteriocastigo-por-el-adulterio.html">adulterio. Las prohibiciones contra tales cosas ya están claramente establecidas en Su Palabra, y Él espera que las sigamos (Marcos 10:19; Lucas 18:20). Por ejemplo, muchas parejas no casadas intentan insistir en que "Dios entiende" el hecho de que se acuesten juntos antes del matrimonio. Algunos incluso afirman que "han orado al respecto y creen que está bien". Esta forma de pensar desafía claramente los mandamientos de Dios contra la inmoralidad sexual (Hebreos 13:4). Justificar el pecado diciendo que Dios ha hecho una excepción a Sus propios mandamientos es revelar que uno realmente no quiere la guía de Dios.
3. Debemos estar en continua comunión con el Espíritu Santo. Dios habla no solo a través de Su Palabra, sino a través de las confirmaciones de Su Espíritu dentro de nosotros. Romanos 8:16 dice: "El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios". ¿Cómo "da testimonio con nuestro espíritu"? Cuando nacemos de nuevo (Juan 3:3), el Espíritu Santo entra en nuestros corazones y nos hace "nuevas criaturas" (2 Corintios 5:21). Nuestros espíritus humanos, que antes estaban muertos y bajo el control de nuestra carne, cobran vida con un nuevo poder y un deseo que provienen de Dios mismo (Colosenses 2:13; Efesios 2:5). A medida que le damos más control sobre cada área de nuestras vidas, Él habla dentro de nuestros espíritus, convenciendo de pecado, guiando hacia la sabiduría, y confirmando Su complacencia en nuestra obediencia (Salmo 16:11; 2 Corintios 5:9; Colosenses 1:10; Gálatas 5:22).
4. Debemos pedir la guía divina. Santiago 4:2 dice: "pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís". Cuando nuestros corazones están en correcta relación con Dios, entonces Santiago 1:5 nos asegura que podemos pedir sabiduría y creer que la hemos recibido. Podemos pedir que Él nos guíe a toda la verdad (Juan 16:13; Salmo 25:5). Cuando pedimos con fe, podemos avanzar con confianza en la dirección que nos parezca más sabia, pidiendo todo el tiempo a Dios que cierre cualquier puerta que no haya abierto. Avanzamos con los ojos bien abiertos, permaneciendo en oración y buscando la respuesta de Dios, con el corazón dispuesto a obedecer.
5. Debemos estar dispuestos a obedecer cuando Él nos da una guía. Con frecuencia, cuando las personas dicen que quieren conocer la voluntad de Dios, lo que realmente quieren decir es lo siguiente: "Quiero conocer la voluntad de Dios, y luego decidiré si la hago o no". Dios ya conoce las cosas profundas de nuestros corazones y muchas veces no revelará Su plan a un corazón obstinado que no quiere obedecer (Salmo 51:10-12; Proverbios 1:28-29; Juan 14:24; Isaías 1:15-16). Cualquier petición de oración debe ir acompañada de sometimiento. Él no existe para cumplir nuestras órdenes; nosotros existimos para Su placer y Su gloria. Él desea obrar en nuestras vidas para cumplir Sus propósitos para con nosotros (Filipenses 2:13; Colosenses 1:16).
El Señor es un Dios que se comunica, y se deleita en dar guía divina a quienes lo buscan (Proverbios 20:24). Él quiere dirigir un corazón rendido a Él. Cuando acudimos a Él por el camino que nos ha provisto, cuando buscamos Su sabiduría con un corazón dispuesto a obedecer (Proverbios 3:13), entonces podemos caminar con la confianza de que Él dirige nuestros caminos (Proverbios 3:5-6).
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