Pregunta
¿Qué es la esclavitud espiritual?
Respuesta
La frase exacta: "esclavitud espiritual" no aparece en la Biblia, pero las Escrituras sí hablan de que los incrédulos están esclavizados al pecado (Hechos 8:23; Romanos 6:6, 16, 19; 7:14; 2 Pedro 2:19). Jesús dijo: "De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado" (Juan 8:34) y que Él vino a liberarnos (versículo 32). El mal tiene una forma de arraigarse en la vida de una persona, y los malos hábitos son difíciles de romper. Para una persona no salva, el pecado forma una cadena que solo el Salvador puede romper.
Por lo tanto, hay algo de verdad bíblica en la idea de la esclavitud espiritual. Es posible "[dar] oportunidad al diablo" (Efesios 4:27, NBLA) al albergar pecados como la ira en nuestros corazones. Sin embargo, no debemos pensar en la esclavitud espiritual como si los cristianos estuvieran atados por demonios. Los ministerios que se enfocan enteramente en romper la esclavitud demoníaca a menudo aplican mal los textos bíblicos para apoyar sus enseñanzas. Por ejemplo, hay una diferencia entre una persona que vive de acuerdo a la carne (un incrédulo) y una que vive de acuerdo al Espíritu (un creyente), de acuerdo a Romanos 8:5-13. Uno está en esclavitud; el otro no. Un creyente puede ser culpable de desobedecer a Dios, pero no puede practicar la desobediencia (1 Juan 3:4-10). Es decir, un creyente no está en esclavitud al pecado. Un creyente puede tener la compulsión de robar, e incluso puede llevar a cabo un robo, pero se arrepentirá. Lo que un creyente no puede hacer es identificarse a sí mismo como ladrón, disfrutar siendo ladrón y no sentir remordimiento. Romanos 8 no apoya la idea de esclavitud espiritual para un creyente; simplemente delimita la diferencia entre un creyente y un incrédulo.
No hay duda de que los demonios oprimen y tientan a los creyentes, y hay algunos estados mentales que son terreno fértil para la tentación (Mateo 6:13; 1 Corintios 7:5; Gálatas 6:1). Pero no hay evidencia que sugiera que estamos de alguna manera atados por demonios o indefensos en la guerra espiritual. Una búsqueda de palabras para opresión en la Biblia revela que la opresión del hombre a su prójimo es un problema mucho más común. Aquí está el verdadero peligro: que nos obsesionemos con la esclavitud espiritual y con nuestro propio funcionamiento interno, hasta el punto de que el pecado se convierta en nuestro foco de atención en lugar de Cristo.
La palabra religión viene de una palabra latina que significa "atar fuerte". La idea detrás del término religión es que el devoto está atado bajo una obligación de algún tipo. La religión se puede convertir fácilmente en un tipo de atadura espiritual cuando permitimos que nuestros temores al infierno, al juicio o a la actividad demoníaca nos controlen o cuando adoptamos una mentalidad religiosa que dice: "Si no realizo tal o cual ritual, habrá malas consecuencias". Esta no es la verdad bíblica. "El perfecto amor echa fuera el temor" (1 Juan 4:18). No nos salvan los rituales que realizamos; de hecho, Jesús dijo que la religión basada en rituales no hace más que "[cargar] a los hombres con cargas difíciles de llevar" (Lucas 11:46, NBLA). Los que creen en Cristo reciben descanso y protección espiritual (Mateo 11:28; Romanos 8:37-39; Judas 1:24).
Sabemos que el pecado es perjudicial y que algunos crean hábito. Pero no hay nada en la Biblia que sugiera que cuando pecamos estamos atados por demonios o sujetos con correas espirituales.
El temor de Dios es el principio de la sabiduría (Job 28:28; Salmo 111:10; Proverbios 1:7), y confiar en Dios es el camino hacia la seguridad (Proverbios 3:5-6). Esto puede parecer contradictorio. ¿Cómo podemos confiar en Aquel a quien tememos? Lo que significa es que Dios—no los demonios, ni otros hombres—tiene poder omnipotente en el universo. Él es el Rey. Si nos oponemos a Él, nos ponemos en el único peligro real que existe. Pero si confiamos en Él, estamos a salvo. Los hijos de Dios son libres: "Y ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En cambio, recibieron el Espíritu de Dios cuando él los adoptó como sus propios hijos. Ahora lo llamamos "Abba, Padre"" (Romanos 8:15, NTV).
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