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Pregunta

¿Qué significa "derribados, pero no destruidos" (2 Corintios 4:9)?

Respuesta


En 2 Corintios 4:7–18, el apóstol Pablo explica que la perseverancia que muestra en su ministerio no proviene de sus propias fuerzas, sino del poder de Dios. Aunque ha enfrentado muchas dificultades físicas, mentales y espirituales, puede seguir adelante gracias a la increíble fortaleza que Dios le da (2 Corintios 4:7). Esto lo ilustra con una serie de contrastes en los versículos 8 y 9, uno de los cuales dice: "derribados, pero no destruidos" (2 Corintios 4:9, NBLA).

Las palabras derribados y destruidos significan precisamente eso en el idioma original. Derribados transmite la imagen de alguien que ha sido golpeado, abatido, dejado de lado o incluso herido de muerte. Destruidos se refiere a algo que ha sido completamente arruinado o que ha perecido. Pablo reconoce que ha sido derribado por la adversidad, pero deja claro que nunca ha sido destruido. Siempre ha podido levantarse nuevamente, gracias al poder de Dios (2 Corintios 4:7; cf. Salmo 54:4). La imagen que nos da es parecida a la de un boxeador que, aunque reciba un golpe fuerte que lo derribe, logra ponerse de pie otra vez. Como en las películas de Rocky, Pablo ha sido golpeado muchas veces en su ministerio, pero nunca ha quedado fuera de combate. Sus enemigos lo han herido, pero nadie ha podido destruirlo, porque su fuerza proviene de Dios (2 Corintios 12:9–10).

¿A qué se refiere esto en la vida de Pablo? Un ejemplo claro es la persecución que enfrentó durante sus viajes misioneros. En muchas ocasiones, las personas no recibieron el evangelio con agrado y maltrataron a Pablo por predicarlo. Sin embargo, no lo pudieron detener, porque Dios lo seguía fortaleciendo y protegiendo. Un ejemplo impactante se encuentra en su primer viaje misionero, cuando en Listra fue apedreado y dejado por muerto (Hechos 14:19). Pero Pablo, incansable, se levantó y siguió predicando (Hechos 14:20). Verdaderamente fue "derribado, pero no destruido" (2 Corintios 4:9).

¿Y qué significa esto para nosotros? Así como Pablo, también nosotros enfrentamos situaciones que pueden intentar derribarnos. A causa de nuestra fe, podríamos sufrir burlas, rechazo o incluso persecución. En tiempos de gran dificultad, es fundamental volver nuestra mirada a Dios y recordar que Él es nuestra fuente de fortaleza. Solo por el poder de Dios, y no por nuestras propias fuerzas, podemos experimentar lo que Pablo vivió: ser "derribados, pero no destruidos" (2 Corintios 4:9). El mundo puede herirnos, pero no puede destruirnos, porque nuestro futuro está seguro en Cristo Jesús (2 Corintios 4:13–14).

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