Pregunta
¿Cómo describe la Biblia los cuerpos glorificados que poseeremos en el Cielo?
Respuesta
Aunque la Biblia no ofrece una descripción detallada de los cuerpos glorificados que recibiremos en el cielo, enseña que serán semejantes al cuerpo resucitado de Jesús. En 1 Corintios 15:42–53, nuestros cuerpos mortales se describen como perecederos, deshonrosos y débiles debido al pecado. En contraste, los cuerpos glorificados serán incorruptibles, gloriosos y poderosos. Ya no serán cuerpos "naturales", sujetos a la decadencia y la muerte, sino cuerpos transformados para vivir en la victoria que Cristo obtuvo sobre el pecado y la muerte (1 Corintios 15:57).
Al ser incorruptibles, nuestros cuerpos glorificados no estarán sujetos a enfermedad ni a muerte, ni sufrirán los efectos del calor, el frío, el hambre o la sed. Serán honorables, libres de vergüenza y del peso del pecado. Cuando Adán y Eva pecaron, lo primero que experimentaron fue vergüenza por su desnudez (Génesis 3:6–7). En cambio, los creyentes resucitados serán revestidos con vestiduras blancas, símbolo de pureza y justicia (Apocalipsis 3:4–5, 18). Nuestros nuevos cuerpos serán completamente puros, sin mancha alguna de pecado.
Mientras que nuestros cuerpos actuales son débiles y limitados por las leyes físicas y por el pecado, los cuerpos glorificados estarán fortalecidos por el Espíritu Santo y libres de toda debilidad. Así como nuestros cuerpos terrenales están perfectamente diseñados para la vida en la tierra, nuestros cuerpos glorificados estarán preparados para la vida eterna. No seremos espíritus incorpóreos, sino seres con forma y sustancia real (Lucas 24:39–40). Incluso podríamos disfrutar de alimentos, como lo hizo Jesús después de Su resurrección, aunque no por necesidad física ni deseo carnal (Lucas 24:41–43).
Del mismo modo que Moisés y Elías participaron de la gloria divina junto a Cristo (Mateo 17:2–3), nosotros también disfrutaremos de la gloria de nuestro Creador en comunión con Su Hijo amado (Filipenses 3:10). Nuestros cuerpos resucitados y glorificados reflejarán el diseño perfecto que Dios quiso para la humanidad antes del pecado. Ya no habrá enfermedad, fatiga ni debilidad; solo salud, vigor y plenitud eterna. Seremos glorificados con Cristo, y esa gloria se manifestará también en los cuerpos transformados que habitaremos.
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