Pregunta
¿Qué significa que el que no cree ya ha sido condenado (Juan 3:18)?
Respuesta
En Juan 3, un fariseo llamado Nicodemo se acerca a Jesús, aparentemente interesado en el reino de Dios. El pasaje concluye con una reflexión sobre las consecuencias de creer o no en el evangelio de Cristo. Juan 3:18 presenta con claridad la necesidad de la fe: "El que cree en Él no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios" (NBLA).
Ser condenado, en este contexto, significa recibir un juicio negativo: ser hallado culpable. Juan 3:18 afirma que, sin fe en Cristo, todos son declarados culpables. La sentencia ya ha sido dictada: "ya han sido condenados". La razón es que todos somos pecadores y, separados del Salvador, todos recibiremos el castigo que corresponde por el pecado (ver Romanos 3:23; 6:23).
Juan 3:18 viene justo después de una maravillosa declaración del evangelio de Cristo: "Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que sea levantado el Hijo del Hombre, para que todo aquel que cree, tenga en Él vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a Su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él" (Juan 3:15–17, NBLA).
El episodio histórico al que Jesús hace referencia en Juan 3:15 se encuentra en Números 21. El pueblo de Israel iba camino de Egipto a Canaán y, en el trayecto, pecó contra el Señor quejándose y hablando en su contra. Dios los juzgó enviando serpientes venenosas al campamento, lo que provocó la muerte de muchos israelitas. Entonces el pueblo pidió a Moisés que intercediera y los librara de ese castigo. El Señor le dijo a Moisés que levantara una serpiente de bronce sobre un asta: todo el que la mirara viviría y sería librado del juicio de Dios. El pueblo había sido condenado por su pecado, pero Dios proveyó una salida para la salvación.
Así como los israelitas fueron condenados en Números 21, el mundo también ya está condenado a causa de su pecado. La serpiente ya ha mordido. Sin embargo, Dios ha provisto un camino de salvación. Así como la serpiente fue levantada en Números 21, Jesús fue levantado en la cruz. Así como mirar a la serpiente en el desierto salvó a los israelitas de una muerte segura, mirar a Jesús con fe salva a todos los que creen en Él (Juan 3:14–18).
Jesús no vino al mundo para condenarlo, sino para salvarlo (Juan 3:17). No era necesario condenar al mundo, porque el mundo ya está condenado (Juan 3:18). Lo que sí era necesario era un Salvador. Jesús vino a salvar. Él ofreció el sacrificio perfecto por el pecado, y todos los que creen en Su persona y en Su obra son librados de la condenación (Romanos 8:1). Llegan a ser hijos de Dios y reciben vida eterna (Juan 3:16).
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¿Qué significa que el que no cree ya ha sido condenado (Juan 3:18)?
