Pregunta
¿Qué es una cita divina?
Respuesta
Cuando alguien habla de un encuentro divino, probablemente se refiere a un acontecimiento extraordinario en la vida de un creyente o a un encuentro espiritual significativo con otra persona. El momento, el propósito y el resultado de la experiencia parecen estar orquestados por Dios en lugar de ser simplemente fruto del azar o la coincidencia.
Algunos podrían llamar a una cita divina un "momento de Dios". Estos sucesos aparentemente poco comunes suelen ser hitos importantes o puntos de inflexión en nuestro camino de fe a medida que crecemos en conocimiento, comprensión, sabiduría, discernimiento y en nuestra capacidad para ministrar a los demás. Los encuentros pueden dejarnos con la fuerte convicción de que estamos haciendo las "buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas" (Efesios 2:10, NBLA). En Hechos 8:26-40, Felipe experimenta un innegable encuentro divino cuando un ángel del Señor lo envía a compartir el Evangelio con un eunuco etíope que casualmente está leyendo la profecía de Isaías sobre la venida del Mesías.
Otro encuentro divino evidente ocurre en Hechos 10. El Señor deja claro a Pedro y a Cornelio de antemano, a través de revelaciones separadas, que van a ser protagonistas de un encuentro trascendental en el que Dios derrama el don del Espíritu Santo sobre los creyentes gentiles por primera vez. Sin embargo, en la mayoría de los casos, con los encuentros divinos, la realidad y la importancia del evento no se reconocen hasta después.
En Hechos 12:6-11, Pedro se da cuenta de repente de que su sueño de escapar de la cárcel acaba de hacerse realidad (Hechos 12:11). Muchas veces, pasan horas, días y, a veces, incluso años antes de que finalmente comprendamos con asombro que Dios ha estado obrando en nuestro pasado, librándonos del mal a través de diversos acontecimientos divinos. En la experiencia de José, había pasado una buena parte de su vida antes de comprender plenamente que la traición de sus hermanos y su venta como esclavo habían sido designios divinos: "Ustedes se propusieron hacerme mal, pero Dios dispuso todo para bien. Él me puso en este cargo para que yo pudiera salvar la vida de muchas personas" (Génesis 50:20, NTV).
Dios siempre está obrando para llevar a cabo Sus propósitos soberanos en nuestras vidas: "Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos. Pues Dios conoció a los suyos de antemano y los eligió para que llegaran a ser como su Hijo...Después de haberlos elegido, Dios los llamó para que se acercaran a él" (Romanos 8:28-30, NTV). El Señor está siempre cerca de nosotros (Jeremías 23:23; Salmo 139:7-12), avanzando continuamente en la misión asignada a nuestra vida en innumerables citas divinas, las percibamos o no (Filipenses 2:13; Efesios 1:11).
Debemos evitar preocuparnos demasiado por los dramáticos designios divinos, buscándolos dondequiera que vayamos. Nuestra naturaleza pecaminosa puede verse tentada a buscar señales y confirmaciones de personas que nos hagan sentir especialmente amados por Dios y significativos en Su reino. Muchos charlatanes e incluso herejes dirán lo que nuestros "deseosos oídos quieran oír", pero no será la verdad (2 Timoteo 4:3-4). Un enfoque espiritual saludable se basa en la Palabra de Dios y se guía por Su verdad. Si solo buscamos momentos sensacionales y milagrosos, nos perderemos el hecho mucho más importante del cuidado y la intervención constantes y diarios de Dios en nuestro favor a través de la intercesión de Su Hijo y el Espíritu Santo (Romanos 8:26-27, 34; Hebreos 7:25). Es mejor dejar que Dios nos haga conscientes de estas experiencias en Su momento perfecto, cuando Él lo considere oportuno. No podemos forzarlas; solo podemos confiar en el plan soberano de Dios y responder de acuerdo con Su voluntad.
Así como José pasó por su difícil prueba, es posible que no siempre detectemos la actividad de Dios entre bastidores en nuestras vidas. Sin embargo, todos los cristianos pueden estar seguros de que, en cada momento de cada día, Dios está obrando todo "conforme al consejo de Su voluntad" (Efesios 1:11, NBLA). El propósito de Dios para cada creyente es la santificación, un proceso de toda la vida de ser transformado a la imagen y carácter de Jesucristo (ver Romanos 8:29; 15:16; Efesios 1:4-11; Juan 17:17; 2 Corintios 3:18).
La cita divina más importante de nuestras vidas es ese glorioso día en que nos encontramos con Jesucristo. Es el momento en que respondemos a la voz de Dios que nos llama a acudir a Él, arrepentirnos de nuestros pecados y ser salvos (Juan 6:44; Hebreos 3:8). Como la mujer que se encuentra con Jesús en el pozo, entregamos nuestras vidas a Él y bebemos de la fuente eterna de agua viva de Dios (Juan 4:7-38). A partir de entonces, permanecemos en Jesús, viviendo en Él y dando mucho fruto (Juan 15:5). Cada día y cada momento de nuestra relación con Jesús es una cita divina (Salmo 118:24), y todo ello conduce al momento culminante en el que nos presentaremos ante el trono de Dios en Su reino eterno y le adoraremos para siempre (Apocalipsis 20:11-13; 21:3-4; Apocalipsis 22:3-5).
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