Pregunta
¿Qué son los celos piadosos?
Respuesta
En 2 Corintios 11:2, Pablo escribe: "Porque celoso estoy de ustedes con celo de Dios; pues los desposé a un esposo para presentarlos como virgen pura a Cristo". Normalmente, pensamos que los celos son un rasgo negativo o incluso un pecado, parecido a la envidia (ver Gálatas 5:20). Sin embargo, los celos también pueden ser un rasgo piadoso.
Los celos pecaminosos tienen como raíz la codicia (Marcos 7:22; Santiago 4:2). Codiciar es desear intensamente algo que pertenece a otra persona. La codicia es una insatisfacción con lo que Dios nos ha dado y una fascinación obsesiva con lo que Él le ha dado a otra persona. Cuando codiciamos algo que pertenece a otro, no podemos amar a esa persona como deberíamos porque la vemos como competencia. La lujuria también es una forma de codicia (Colosenses 3:5).
Sin embargo, hay ocasiones en que los celos son apropiados. Se describe a Dios como provocado a celos por la idolatría (Éxodo 20:4-5). Dios siente celos cuando alguien toma algo que legítimamente le pertenece y se lo queda para sí o se lo da a otro. Solo Dios merece nuestra adoración y alabanza (Jeremías 10:6-7). Cuando damos adoración a dioses falsos, cometemos una grave injusticia, y se provocan los justos celos de Dios (2 Reyes 22:17; Salmo 78:58).
Cuando Pablo habla de celos piadosos, se refiere al tipo de celos que tiene Dios. Los corintios eran propensos a aceptar herejías y falsos maestros. Habían encontrado a Jesús de maneras poderosas. Él los había llenado del Espíritu Santo y les había concedido dones sobrenaturales (1 Corintios 1:7), pero aun así tendían a la credulidad y la infidelidad. Segunda de Corintios 11:3-4 explica su problema a este respecto: "Pero temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, las mentes de ustedes sean desviadas de la sencillez y pureza de la devoción a Cristo. Porque si alguien viene y predica a otro Jesús, a quien no hemos predicado, o reciben un espíritu diferente, que no han recibido, o aceptan un evangelio distinto, que no han aceptado, bien lo toleran".
En 2 Corintios 11:2, Pablo compara sus celos por la iglesia de Corinto con los de un novio hacia su amada. Una novia ha prometido su corazón solo a su marido y, si ella le fuera infiel, él experimentaría celos piadosos. Pablo sentía un amor ardiente por la iglesia corintia que había fundado. Pero la continua tendencia de los corintios hacia el error le apenaba, y temía que estuvieran siendo seducidos espiritualmente por falsos maestros que hablaban con zalamerías. Pablo los reprendió, aconsejó, animó y corrigió en sus cartas, una de las cuales se nos ha perdido (ver 1 Corintios 5:9). Y cuando recibió la noticia de que volvían a recibir a falsos maestros (2 Corintios 11:5, 13-15), se llenó de los celos de Dios por ellos.
Podemos discernir la diferencia entre los celos impíos y egoístas y los celos piadosos cuando identificamos el resultado deseado. Con los celos egoístas y pecaminosos, somos los beneficiarios de nuestros pensamientos codiciosos. Somos los receptores de la admiración, riqueza o bendición imaginadas. Pero con los celos piadosos, Dios es el recipiente de nuestro deseo. Estamos celosos por la voluntad de Dios en una situación. Estamos celosos de que Él sea glorificado. Los celos piadosos nos despiertan en la noche para interceder por un ser querido perdido. Los celos piadosos nos motivan a confrontar a un hermano o hermana pecadora cuando no queremos hacerlo, para salvarlos del enemigo (Santiago 5:20). Los celos piadosos le crearon dificultades y penas a Pablo, porque se negó a dejar de decir la verdad, incluso cuando sus oyentes no querían escuchar (2 Corintios 5:14). Los celos piadosos son amor en acción (1 Corintios 13:4-7).
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