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Pregunta

¿Quiénes son los catorce santos auxiliadores del catolicismo?

Respuesta


Los catorce santos auxiliadores en el catolicismo se remontan a una crisis en el siglo XIV. Desde 1346 hasta 1353, aproximadamente dos de cada tres europeos murieron por la peste bubónica. Conocida también como la Muerte Negra, la enfermedad fue transmitida por ratas infestadas de pulgas; ya que no se conocía ninguna cura, más de 25 millones de personas murieron durante los siete años de la plaga. Los síntomas incluían ganglios linfáticos inflamados, dificultades para respirar, fiebres, escalofríos, dolores en el abdomen, brazos y piernas, y tejido de la piel ennegrecido a causa de la gangrena.

Como Europa era en gran parte católica romana durante la Edad Media, muchos recurrieron a catorce santos seleccionados, los catorce santos auxiliadores, para la sanación y protección contra las devastaciones de la peste bubónica. Estos catorce santos, canonizados por la Iglesia Católica Romana y acreditados con atributos sobrenaturales, se creía que tenían el poder de preservar e incluso sanar a aquellos infectados por esta enfermedad mortal. Los catorce santos elegidos para ser santos auxiliadores son los siguientes:

• San Jorge — protector de los animales, sanador de enfermedades herpéticas

• San Blas — sanador de enfermedades de garganta

• San Erasmo — protector de animales, sanador de estómago e intestinos, patrón de los marineros

• San Pantaleón — sanador de la tuberculosis, protector de animales, patrón de los médicos y matronas

• San Vito — sanador de la epilepsia, protección contra mordeduras de animales, protección contra tormentas, patrón de actores y danzantes

• San Cristóbal — protección contra la muerte súbita, patrón de los viajeros

• San Dionisio — protección contra demonios, sanador de dolores de cabeza

• San Ciriaco — sanador de enfermedades oculares, protección contra demonios, protección contra tentaciones

• San Acacio — sanador de dolores de cabeza, invocado en la agonía de la muerte

• San Eustaquio — invocado contra el fuego, invocado contra problemas familiares, patrón de los cazadores

• San Gil — protección contra plagas, protección contra pesadillas, patrón de los mendigos y discapacitados, patrón de la lactancia materna

• Santa Margarita — sanadora de dolores de espalda, patrona del parto

• Santa Catalina de Alejandría — sanadora de enfermedades de la lengua, patrona de los filósofos, patrona de las mujeres jóvenes, patrona de los estudiantes

• Santa Bárbara — protección contra fuego/rayos, protección contra la muerte súbita, patrona de los artilleros, patrona de constructores y mineros

Oficialmente, la Iglesia Católica Romana niega enseñar a sus seguidores a orar a los santos; más bien, se instruye a los fieles para buscar las oraciones de los santos, así como pedirían oraciones intercesoras de los miembros de la familia vivos, amigos y otros conocidos. En la práctica, sin embargo, muchos católicos oran directamente a los santos a pesar de los enseñanzas oficiales de la iglesia. En ninguna parte de las Escrituras se nos dice que busquemos oraciones de los muertos. Los intentos de comunicarse con los muertos, que pueden considerarse formas de nigromancia, son condenados inequívocamente en la Biblia (Levítico 20:5-8; Deuteronomio 18:9-12).

Además, orar directamente a los catorce santos auxiliadores u otros santos por su bendición y favor equivale a idolatría (Éxodo 20:3-6; Levítico 19:4; Isaias 45:20). Los santos muertos no conceden favores y bendiciones; Dios solo es la fuente de toda bondad (2 Corintios 9:8–10; Filipenses 4:19–20; Santiago 1:17–18).

Cuando Sus discípulos le preguntaron cómo debían orar, el Señor Jesús les instruyó a apelar directamente a Dios Padre (Mateo 6:5–15) en el nombre de Cristo Jesús (Juan 14:13-14). En otras palabras, acudimos al Padre con nuestras necesidades por la autoridad del Hijo. Como Dios es nuestro Gran Médico (Éxodo 15:26; Salmos 103:3; Jeremías 33:6), ¿por qué deberían su pueblo poner su esperanza en los muertos? Por el contrario, Santiago, hermano medio de nuestro Señor, escribió: "¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados" (Santiago 5:14–15).

Independientemente del motivo o de la intención, invocar favores de los santos es una práctica inmersa en la superstición, la tradición, la nigromancia y la idolatría. Nuestro "santo auxiliador" es el Espíritu de Dios, nuestro Consolador y Paráclito. Como creyentes en Cristo Jesús, podemos acercarnos a nuestro Padre Celestial directamente con nuestras alabanzas, preocupaciones, preguntas, miedos y necesidades.

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