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Pregunta

¿Qué dice la Biblia sobre la brujería/brujas? ¿Acaso un cristiano debe temer a la brujería?

Respuesta


La Biblia tiene mucho que decir sobre la brujería. La brujería y sus muchos derivados, tales como la adivinación y la nigromancia, son falsificaciones de Satanás de la espiritualidad sagrada. La Biblia condena expresamente todas las formas de brujería.

Desde los primeros tiempos, la gente ha buscado experiencias sobrenaturales que Dios no aprobaba. Las naciones que rodeaban la Tierra Prometida estaban saturadas de tales prácticas, y Dios habló severamente a Su pueblo sobre cualquier relación que tuvieran con ellas. Deuteronomio 18:9-12 dice: "Cuando entres a la tierra que el Señor tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones. No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con el Señor cualquiera que hace estas cosas".

Para Dios la brujería es algo muy serio. La pena por practicar la brujería bajo la Ley Mosaica era la muerte (Éxodo 22:18; Levítico 20:27). Primera Crónicas 10:13 nos dice que "murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra el Señor, contra la palabra del Señor, la cual no guardó, y porque consultó a una adivina" En el Nuevo Testamento, "brujería" se traduce de la palabra griega pharmakeia (Gálatas 5:20; Apocalipsis 18:23). La brujería y el espiritismo a menudo implican el uso ritual de pociones mágicas y drogas que controlan la mente. El uso de drogas ilícitas puede abrirnos a la invasión de espíritus demoníacos. Participar en una práctica o tomar una sustancia para lograr un estado alterado de conciencia es una forma de brujería.

Sólo hay dos fuentes de poder espiritual: Dios y Satanás. Satanás sólo tiene el poder que Dios le permite tener, un poder bastante grande (Job 1:12; 2 Corintios 4:4; Apocalipsis 20:2). Buscar la espiritualidad, el conocimiento o el poder aparte de Dios es idolatría, que está muy relacionada con la brujería. Primera de Samuel 15:23 dice: "Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación". La brujería es el reino de Satanás, y se destaca en falsificar lo que hace Dios. Cuando Moisés realizó milagros ante el Faraón, los magos hicieron lo mismo a través del poder demoníaco (Éxodo 8:7). La esencia de la brujería es el deseo de conocer el futuro y controlar eventos que no nos corresponden. Esas habilidades sólo pertenecen al Señor. Este deseo tiene sus raíces en la primera tentación de Satanás a Eva: "Puedes ser como Dios" (Génesis 3:5).

Desde el Jardín del Edén, el principal objetivo de Satanás ha sido desviar los corazones humanos de la adoración al Dios verdadero (Génesis 3:1). Él atrae a los humanos con insinuaciones de poder, autorrealización e iluminación espiritual aparte de la sumisión al Señor Dios. La brujería no es más que otra rama de esa seducción. Involucrarse en la brujería de cualquier manera es entrar en el reino de Satanás. Los enredos modernos aparentemente "inofensivos" con la brujería pueden incluir horóscopos, tableros de Ouija, rituales de meditación orientales, y algunos videojuegos y juegos de rol. Cualquier práctica que se adentre en una fuente de poder que no sea el Señor Jesucristo es brujería. Apocalipsis 22:15 incluye a las brujas en una lista de los que no heredarán la vida eterna: "Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira".

No tenemos que temer el poder de Satanás, pero debemos respetarlo y alejarnos de él. En Primera de Juan 4:4 se dice: "Mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo". Satanás puede crear muchos estragos, daños y destrucción, incluso en la vida de los creyentes (1 Tesalonicenses 2:18; Job 1:12-18; 1 Corintios 5:5). Sin embargo, si pertenecemos al Señor Jesucristo, es imposible que algún poder pueda derrotarnos (Isaías 54:17). Somos vencedores (1 Juan 5:4), y se nos dice: "vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo" (Efesios 6:11). Cuando entregamos nuestras vidas a Cristo, debemos arrepentirnos. Este arrepentimiento debe incluir la renuncia a cualquier relación con la brujería, siguiendo el ejemplo de los primeros creyentes en Hechos 19:19.

Isaías 8:19 dice: "Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos?". Si seguimos esas palabras hasta su conclusión lógica, también podríamos preguntar: "¿Por qué buscar cualquier poder aparte de la fuente de todo poder real? ¿Por qué buscar espíritus que no son el Espíritu Santo?". La brujería y sus muchas contrapartes prometen espiritualidad, pero sólo conducen al vacío y a la muerte (Miqueas 5:12; Gálatas 5:19-21). Sólo Jesús tiene palabras de vida (Juan 6:68).

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