Pregunta
¿Cuál era el significado de la pila de bronce?
Respuesta
La pila o fuentes de bronce, también llamada "recipiente de bronce" (NVI) y "lavamanos de bronce" (NTV), era uno de los muebles que Dios exigía en los atrios exteriores del tabernáculo y del templo. Se encontraba entre el templo y el altar, y contenía agua para lavarse (Éxodo 30:18).
La primera pila de bronce se hizo para el tabernáculo, la tienda móvil erigida en el desierto después del éxodo de los israelitas de Egipto. La pila de bronce era para que Aarón y sus hijos (los sacerdotes) se lavaran las manos y los pies antes de entrar en el tabernáculo, "para que no mueran" (Éxodo 30:20). Los sacerdotes también tenían que lavarse las manos y los pies antes de acercarse al altar con una ofrenda de comida (versículo 21). Dios declaró que esto sería un estatuto para siempre para ellos. Aarón y sus descendientes debían cumplir con el lavado de los sacerdotes en todas las épocas, mientras durara su sacerdocio. Dios quería que Su pueblo comprendiera la importancia de la pureza.
Éxodo 38:8 nos dice que la pila de bronce y su base de bronce fueron hechas con los espejos traídos por "las mujeres que servían a la puerta de la tienda de reunión". Las mujeres de aquella época no tenían espejos de cristal como los que tenemos hoy en día. Usaban latón muy pulido y otros metales. Job 37:18 se refiere a un "espejo de metal fundido". Las mujeres que servían donaron sus espejos al tabernáculo para que se utilizaran en la creación de la pila de bronce.
Después de que los judíos terminaran su peregrinación por el desierto, el tabernáculo fue sustituido por el templo de Jerusalén, construido por el rey Salomón. La pila de bronce del templo fue fabricada por un artesano del bronce llamado Hiram de Tiro, quien también fabricó las columnas de bronce que se encontraban a la entrada del vestíbulo del templo (1 Reyes 7:13-14). El "mar de metal fundido" (1 Reyes 7:23), llamado así por su gran tamaño, sustituyó a la pila del tabernáculo, pero su función era la misma: el lavado de los sacerdotes.
Esta segunda pila era mucho más grande que la del tabernáculo: 4,5 metros de diámetro en la parte superior y unos 14 metros de circunferencia, con una profundidad de 2,3 metros (1 Reyes 7:23). La profundidad del agua en la pila de bronce parece indicar que los sacerdotes se sumergían completamente en ella, en lugar de limitarse a lavarse las manos y los pies. El borde de la pila estaba tallado con flores, y en el exterior había bueyes tallados o grabados alrededor. La pila se apoyaba sobre un pedestal de doce bueyes de bronce, tres mirando en cada dirección de la brújula. El patio del templo también tenía diez pilas de bronce para lavar los sacrificios (2 Crónicas 4:6), pero el Mar, o la pila de bronce, era solo para que se lavaran los sacerdotes.
Cuando los babilonios saquearon Jerusalén en el año 605 a. C., "rompieron en pedazos las columnas de bronce que estaban en la casa del Señor, también las basas y el mar de bronce que estaban en la casa del Señor, y llevaron todo su bronce a Babilonia" (Jeremías 52:17). La pila de bronce tuvo que ser reconstruida para el templo de Zorobabel.
No hay descripciones bíblicas de la pila de bronce como parte del templo de Herodes, pero los historiadores creen que la pila de bronce descansaba sobre doce toros de bronce y se encontraba entre el altar y el templo, tal y como Moisés había ordenado. Cuando los romanos saquearon Jerusalén en el año 70 d. C., el templo quedó completamente destruido y los muebles, incluida la pila, fueron robados o destruidos.
Es significativo que la pila de bronce fuera el último objeto que se encontraba antes de entrar en el tabernáculo (Éxodo 40:6-7). Antes de entrar en la presencia de Dios, hay que purificarse. Los sacerdotes levitas tenían que lavarse continuamente para prepararse para la presencia del Dios santo, pero Jesucristo cumplió toda la Ley (Mateo 5:17). Cuando Cristo murió, Su pueblo fue purificado de una vez por todas por Su sangre derramada en la cruz. Ya no necesitamos un lavado ritual con agua para presentarnos ante Dios, porque Cristo ha llevado a "cabo la purificación de los pecados" (Hebreos 1:3). Ahora podemos acercarnos "con confianza al trono de la gracia" (Hebreos 4:16), seguros de que somos aceptables para Él porque estamos espiritualmente limpios.
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