Pregunta
¿Por qué sería importante para Dios el aroma de un sacrificio?
Respuesta
En dieciséis ocasiones distintas en el libro de Levítico se menciona un "aroma" como algo que agrada al Señor. Específicamente, el aroma del sacrificio es importante para Dios.
La importancia del aroma no radica en el olor en sí, sino en lo que representa: la expiación sustitutiva del pecado. La primera vez que se menciona que Dios percibe el aroma de una ofrenda quemada se encuentra en Génesis 8:21. Noé ofreció un holocausto con animales y aves limpias después de salir del arca. Se nos dice que fue un "aroma agradable" para Dios. La idea es que el sacrificio de Noé fue una propiciación, o sea, una satisfacción de la justicia divina. Dios se agradó de ese sacrificio y luego prometió no volver a destruir a todos los seres vivientes con un diluvio.
En Levítico, se menciona el "aroma agradable" en relación con las distintas ofrendas del culto en el tabernáculo. Levítico 1:9 dice: "Y el sacerdote lo quemará todo sobre el altar como holocausto. Es una ofrenda encendida de aroma agradable para el Señor" (NBLA). Al igual que en el caso del sacrificio de Noé, lo que agradaba al Señor era la obediencia al ofrecer adoración conforme a Sus instrucciones. El "aroma agradable" se menciona también en los versículos 9 y 13 del mismo capítulo, y el énfasis está en la acción de propiciación más que en el humo del sacrificio.
Lo mismo ocurre en Levítico 2 respecto a la ofrenda de cereal. Aunque esta ofrenda consistía en grano en lugar de carne, también era "aroma agradable para el Señor" (versículo 2, NBLA).
Incluso el sacrificio más grande en la Fiesta de las Semanas tenía como enfoque la redención de los pecadores como razón del aroma agradable. Levítico 23:18 dice: "Junto con el pan presentarán siete corderos de un año sin defecto, un novillo del ganado y dos carneros; serán holocausto al Señor, junto con sus ofrendas de cereal y sus libaciones, una ofrenda encendida como aroma agradable al Señor" (NBLA).
También se habla de "aroma agradable" en contextos negativos, como en las ofrendas hechas a dioses falsos (Ezequiel 6:13). El aroma del incienso tal vez agradaba a los idólatras que lo ofrecían, pero esa adoración falsa desagradaba al Señor, quien exige que se le adore solo a Él y que los sacrificios sean solo para Él.
El Nuevo Testamento revela que Cristo es el sacrificio final por el pecado, la propiciación definitiva: "Cristo les amó y se dio a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios, como fragante aroma" (Efesios 5:2, NBLA). Jesús, el Hijo de Dios, fue el único que pudo ofrecer un sacrificio verdaderamente agradable por la eternidad. Solo Él recibió de parte del Padre las palabras: "Tú eres Mi Hijo amado, en Ti me he complacido" (Marcos 1:11, NBLA).
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