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Pregunta

¿Qué deben aprender los cristianos de la Ley de Moisés?

Respuesta


La Ley Mosaica abarca una gran parte del Antiguo Testamento y era de vital importancia para los hebreos del pasado. Aunque los que estamos en Cristo ya no estamos bajo la Ley (Gálatas 5:18), hay mucho que podemos aprender de esta parte de la Palabra de Dios. "Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil" (2 Timoteo 3:16).

La Ley Mosaica revela la santidad de Dios. "La ley del Señor es perfecta" (Salmo 19:7) porque ha sido dada por un Dios perfecto. Las tablas de piedra que recibió Moisés estaban "escritas con el dedo de Dios" (Éxodo 31:18; Deuteronomio 9:10). La Ley revela claramente la norma de Dios para Su pueblo que vive en un mundo caído. El comportamiento que exige es la justicia en acción. "La ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno" (Romanos 7:12; cf. Nehemías 9:13). El deseo de Dios es que esa santidad se refleje en Su pueblo (Levítico 19:2; 1 Pedro 1:16).

La Ley Mosaica define el pecado y expone su atroz naturaleza. "Porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado" (Romanos 3:20). A partir del Sinaí, no se puede cuestionar la opinión de Dios sobre el adulterio, el asesinato, el robo, etc.: están mal. Y los graves castigos que recaen sobre los transgresores resaltan la grave naturaleza del pecado como rebelión contra Dios. Al definir el pecado y establecer una norma divina, la Ley revela indirectamente nuestra necesidad de un Salvador.

La Ley Mosaica confirma nuestra necesidad de separarnos del pecado. Muchos de los requisitos de la Ley tenían como objetivo hacer que Israel se diferenciara de las naciones vecinas. No sólo su adoración era diferente, sino que tenían prácticas agrícolas diferentes, una dieta diferente, una vestimenta diferente; incluso tenían una forma diferente de dejarse crecer la barba (Levítico 19:27). En realidad, los hebreos fueron apartados del resto del mundo. El pueblo de Dios hoy en día sigue estando apartado, no de la misma manera que los hijos de Israel, sino moral, ética y espiritualmente. Estamos en el mundo, pero no somos de él (Juan 15:19; 17:14, 16). Debemos dejar que nuestra luz brille (Mateo 5:14-16).

La Ley Mosaica muestra cómo el plan de Dios se desarrolla gradual y progresivamente. La naturaleza progresiva de la revelación de Dios se menciona en pasajes como Hechos 14:16 y Hechos 17:30. Como se ha dicho, la Ley aclaró y definió el significado del pecado, y la perfección de los mandamientos permitió identificar fácilmente las infracciones. Pero la Ley en sí misma estaba destinada a ser temporal. Era, de hecho, "nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe" (Gálatas 3:24). Cristo es el que cumplió el requisito de justicia de la Ley a favor nuestro (Mateo 5:17). Al asumir la maldición de la Ley, Cristo puso fin a la maldición e instituyó el Nuevo Pacto (Gálatas 3:13; Lucas 22:20).

La Ley Mosaica expone los dos mandamientos fundamentales de Dios. Todo en la Ley se puede resumir en dos mandamientos. El principal se encuentra en Deuteronomio 6:5, "Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas". El segundo mandamiento, relacionado con el anterior, se encuentra en Levítico 19:18, "amarás a tu prójimo como a ti mismo". Jesús clasificó estos mandamientos como el número uno y el número dos y dijo que eran la síntesis de la totalidad de la Ley de Dios (Mateo 22:36-40).

La Ley Mosaica promete que Dios no abandonará a Sus hijos. Había bendiciones prometidas a Israel por guardar la Ley y maldiciones por romperla (Deuteronomio 30). Dios anticipó, a través de Su profeta Moisés, que Israel sería desobediente y despreciaría la Ley (Deuteronomio 32:21-22). Sin embargo, en Su gran misericordia, Dios prometió "juzga a Su pueblo," (Deuteronomio 32:36) y hacer "expiación por la tierra de su pueblo" (versículo 43).

La Ley Mosaica establece el principio de la siembra y la cosecha. El Antiguo Pacto era condicional; Dios prometió bendecir a Israel en la Tierra Prometida sólo si se adhería a la Ley. " He aquí yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición: la bendición, si oyereis los mandamientos del Señor vuestro Dios, que yo os prescribo hoy, y la maldición, si no oyereis los mandamientos del Señor vuestro Dios, y os apartareis del camino que yo os ordeno hoy" (Deuteronomio 11:26-28). El principio fundamental de cosechar lo que se siembra es una ley natural que se repite en el Nuevo Testamento (Gálatas 6:7).

La Ley Mosaica demuestra el valor de un intercesor entre Dios y el hombre. Todo el concepto del sacerdocio levítico se basaba en la necesidad de un intercesor entre el hombre y Dios. Sólo los sacerdotes podían entrar en el tabernáculo, y sólo el sumo sacerdote podía entrar en el Lugar Santísimo, y eso sólo una vez al año con la sangre de un sacrificio. Además, había requisitos especiales para los sacerdotes en cuanto a su comportamiento, apariencia física, vestimenta y limpieza ceremonial. El punto es que Dios es santo, y nosotros no. Necesitamos un intermediario, y Dios es quien elige al mediador. Bajo el sistema mosaico, el intercesor era un hijo de Aarón (Números 3:3); bajo el Nuevo Pacto, el intercesor es el Hijo de Dios (1 Timoteo 2:5).

La Ley Mosaica muestra la eficacia de un sacrificio sustitutivo. La Ley describe gráficamente la exigencia de Dios de la sangre de un sacrificio inocente para expiar los pecados de los culpables. Como dice el autor de Hebreos: "Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión" (Hebreos 9:22). El cadáver quemado en el altar era un vivo recordatorio de que la consecuencia del pecado es la muerte (Romanos 6:23a). Sin ese sustituto, la ira de Dios caería sobre el transgresor. La Ley permitía que el sacrificio de un animal fuera una propiciación por el pecado, y la Ley llamaba al sacrificio "olor grato" para el Señor (Números 28:6).

La Ley Mosaica ofrece muchas representaciones de Cristo y de Su redención. Cada cordero que se ofrecía bajo la Ley del Antiguo Testamento era una prefiguración del Cordero de Dios y Su sacrificio en la cruz (ver Juan 1:29; Hebreos 7:27). Cada deber sacerdotal anunciaba la obra de Cristo en nuestro favor. El candelabro del templo prefiguraba la Luz del Mundo (Juan 9:5). La mesa del pan de la proposición era una imagen del Pan de la Vida (Juan 6:35). El velo que separaba los dos compartimentos del tabernáculo era un símbolo del cuerpo de Cristo, destinado a rasgarse para dar acceso a la presencia misma de Dios (Lucas 23:45; Hebreos 10:20). De hecho, todo el santuario construido bajo la supervisión de Moisés estaba lleno de "figuras de las cosas celestiales " (Hebreos 9:23).

Los cristianos de hoy pueden beneficiarse mucho de un estudio de la Ley mosaica. Entendemos que la Ley no estaba destinada a la iglesia, y somos responsables de "manejar correctamente la palabra de verdad" (2 Timoteo 2:15). Pero, bien entendida, la Ley sigue siendo "nuestro ayo, para llevarnos a Cristo" (Gálatas 3:24). Una vez que llegamos a Cristo, descubrimos que "el fin de la ley es Cristo,...a todo aquel que cree" (Romanos 10:4).

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