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Pregunta

¿Por qué no hay amor más grande que dar la vida (Juan 15:13)?

Respuesta


En Juan 15:13 Jesús afirma: "Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos". Esta afirmación defiende el amor sacrificial como la máxima expresión de amor. Al decir esto, Jesús prepara a Sus discípulos para Su crucifixión y les muestra lo que quiso decir cuando les dijo "Que os améis unos a otros, como yo os he amado" (versículo 12).

Todo amor verdadero implica algún tipo de sacrificio, pues el que ama trata de beneficiar a la persona amada. Es lógico, pues, que el amor más grande de todos implique la entrega total de la propia vida por la persona amada. Dios, que es amor, reveló Su amor por la humanidad mediante el sacrificio (Juan 3:16; Romanos 5:8). El sacrificio es primordial en 1 Juan 4:10: "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados". El amor sacrificial de Dios, también conocido como amor ágape, se erige como el "amor más grande" y es la forma en que la Fuente del Amor nos salvó.

Otra razón por la que dar la vida se considera el amor más grande es su naturaleza contradictoria. Los humanos tendemos a preferir tomar a dar, por lo que los casos de abnegación nos dejan asombrados. Cuando un padre se zambulle en aguas embravecidas para rescatar a su hijo, cuando una mujer pide al médico que dé prioridad a su hijo o cuando un soldado cae sobre una granada para salvar a sus compañeros de batalla, nos sentimos humildes y asombrados. En el concepto moderno del amor, la atención gravita a menudo hacia la autosatisfacción, y en muchos círculos la idea del sacrificio se considera innecesaria o incluso repugnante. En contraste con nuestra versión diluida del amor, el ágape brilla con luz propia.

Para los cristianos, la expresión de este "amor más grande" no se limita a entregar literalmente nuestras vidas. No tenemos que esperar a un grandioso momento de sacrificio para amar a los demás como Jesús nos ama. Nuestra vida cotidiana debería caracterizarse por el desinterés y la deferencia, una negación de nosotros mismos por el bien de los demás. Tales muestras de amor deberían ser habituales en el cuerpo de Cristo (Juan 13:35). Estamos llamados a seguir a Cristo, lo que incluye mostrar amor del modo que Él demostró.

Otros pasajes de las Escrituras también reflejan la verdad de Juan 15:13. Por ejemplo, Filipenses 2:3-4 nos instruye: "Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros". Romanos 12:10 insta a los cristianos, diciendo: "Amaos los unos a los otros con amor fraternal" y "en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros". El estilo de vida cristiano no alimenta el engrandecimiento propio, sino que se centra en la humildad y la abnegación.

Merece la pena profundizar en la palabra amigo de Juan 15:13. ¿Se supone que sólo debemos amar a nuestros amigos? ¿No entraría esto en contradicción con otros pasajes como Mateo 5:46-47? En el contexto de Juan 15:13, la amistad a la que se refiere Jesús es la relación que tenía con los discípulos. Sin embargo, sabemos que Jesús no murió sólo por Sus "amigos". Romanos 5:6 dice: "Cristo murió por los impíos". Así pues, el principio de dar la vida va más allá de beneficiar sólo a los amigos. Mostramos amor incluso a los enemigos.

No hay mayor amor que dar la vida por los demás. Jesús ejemplificó este amor por nosotros, y estamos llamados a caminar en el mismo amor desinteresado.

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