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Pregunta

¿Qué es el agua de vida?

Respuesta


El agua es absolutamente indispensable para la vida humana. El cuerpo humano medio está compuesto en más de un 50% de agua. El agua también es refrescante, tanto si se utiliza para beber como para bañarse o nadar. En los países desarrollados, el agua es algo que con frecuencia consideramos obvio. Pero en muchas naciones la falta de agua limpia es el principal problema de salud pública; incluso cuando se dispone de agua limpia, se necesita mucho tiempo y esfuerzo para conseguirla. La preocupación por el agua limpia también era a menudo primordial en la antigüedad.

El agua es tan fundamental para nuestra existencia que se ha convertido en un símbolo de la vida misma. Hay un cuento de los hermanos Grimm titulado "El agua de la vida" en el que los hijos de un rey moribundo intentan localizar "el agua de la vida" para que su padre pueda vivir. Escenarios similares son frecuentes en la literatura. Se dice que el explorador español Ponce de León buscaba la "Fuente de la Juventud" en el Nuevo Mundo. Por supuesto, murió sin llegar a encontrarla. No existe un "agua de vida", es decir, un agua que se pueda beber o en la que uno se pueda bañar y que conceda la vida eterna, la sanidad o la juventud perpetua.

La Biblia utiliza el agua como metáfora en algunos lugares, y sí habla del "agua de la vida". A Juan 4:10-26 se le llama a veces el Discurso del Agua de la Vida (la contrapartida del Discurso del Pan de la Vida en Juan 6:22-59). En Juan 4, Jesús está sentado junto a un pozo de Samaria cuando una mujer viene a sacar agua. Esto habría sido una tarea diaria para ella y le habría costado un esfuerzo y un tiempo considerables. Jesús le pide de beber. Esta sencilla petición era significativa porque Jesús estaba hablando públicamente a una mujer (ver Juan 6:27) y, además, a una mujer samaritana (Juan 4:9). La mujer pregunta a Jesús por qué está dispuesto a relacionarse con ella, suponiendo que la mayoría de los judíos no se rebajarían a pedir de beber a una samaritana. Jesús aprovecha la ocasión para girar la conversación en otra dirección.

Jesús responde a la samaritana del pozo: "Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber, tú le habrías pedido a Él, y Él te hubiera dado agua viva" (Juan 4:10, NBLA).

La mujer se pregunta cómo puede Jesús proporcionar esa agua, sobre todo porque no tenía medios para sacarla. De hecho, ¿no acaba de pedirle de beber?

Jesús responde: "Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que Yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna" (Juan 4:13-14, NBLA).

La mujer lo entiende mal, pues piensa que, si pudiera conseguir esta agua, no tendría que dedicar más tiempo a trabajar para sacar agua diariamente del pozo. En ese momento, piensa que Jesús está hablando de algún tipo de agua mágica que podría satisfacer sus necesidades físicas.

Jesús desvía la conversación de las necesidades físicas a las espirituales, diciéndole a la mujer que vaya a buscar a su marido. Ella responde que no tiene marido. Jesús le dice: "Bien has dicho: No tengo marido, porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad" (Juan 4:17-18, NBLA). Al decir esto, Jesús pone el dedo en un área de pecado y vergüenza en la vida de esta mujer. El agua de la que habla no es para saciar una sed física, sino una sed espiritual, una sed que se ha manifestado en la vida de esta mujer por una serie de relaciones rotas y pecaminosas. La conversación termina con Jesús, diciéndole claramente que Él es el Mesías prometido, y ella va y le dice a todo el pueblo que salga y escuche lo que Jesús tiene que decir. El agua de vida de la que habló Jesús es una metáfora del lavado y el refrigerio espirituales, que esta mujer necesitaba más que el agua que sacaba del pozo cada día.

En Juan 7, Jesús vuelve a mencionar esta agua de vida o agua viva. "Jesús puesto en pie, exclamó en alta voz: Si alguien tiene sed, que venga a Mí y beba. El que cree en Mí, como ha dicho la Escritura: De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva. Pero Él decía esto del Espíritu, que los que habían creído en Él" (versículos 37-39, NBLA). Una vez más, Jesús utiliza lo físico para señalar lo espiritual. Las personas necesitan "agua viva" para dar vida a sus espíritus más de lo que necesitan agua para dar vida a sus cuerpos. Aquí se nos dice que el "agua viva" que Jesús ofreció es en realidad el Espíritu Santo. Él es quien podrá limpiar y saciar el espíritu sediento.

Por último, el agua de vida se menciona en Apocalipsis 21-22, que habla de las bendiciones de los que pasarán la eternidad con Dios en los cielos nuevos y la tierra nueva. En Apocalipsis 21:6 (NBLA) Dios dice: "Al que tiene sed, Yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida". Esta es una imagen del abundante suministro espiritual. Apocalipsis 22:1 (NBLA) profundiza aún más: "Después el ángel me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero". En Apocalipsis 22:17 se hace una invitación final: "Y el que tiene sed, venga; y el que desee, que tome gratuitamente del agua de la vida".

No es necesario que entendamos literalmente las referencias al "río" de la Nueva Jerusalén. La imagen es de un lugar donde Dios vive con Su pueblo y satisface todas sus necesidades. En la antigüedad, una ciudad con un suministro continuo de agua fresca y limpia se consideraría un gran lugar para vivir. La morada de Dios y del creyente por toda la eternidad se imagina como un río puro y claro que corre por su corazón; en otras palabras, es un lugar donde no quedará ninguna necesidad sin satisfacer.

No es necesario esperar a los cielos nuevos y a la tierra nueva para probar las bendiciones del agua de la vida. Puesto que el Espíritu Santo viene a vivir dentro del creyente, este puede probarlo ahora. El Espíritu Santo dentro del creyente saciará toda sed espiritual, siempre y cuando el creyente se limite a tomar lo que el Espíritu le ofrece y a seguir la guía del Espíritu momento a momento.

En resumen, el agua de vida es una metáfora que habla de la obra del Espíritu Santo en la vida del creyente, que proporciona limpieza espiritual y refrigerio constante.

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