Pregunta
¿Qué dice la Biblia sobre la adoración?
Respuesta
En la Biblia, la adoración describe tanto una actividad específica como una forma de vida. Alabar, adorar y expresar reverencia a Dios, tanto en público como en privado, son actos concretos de adoración. En un sentido más amplio, la adoración también se refiere a un estilo de vida general de servicio, obediencia y glorificación de Dios, reflejando Su gloria a los demás.
Cuando el profeta Jonás dijo: "Soy hebreo y adoro a nuestro Dios, soberano y creador de todas las cosas" (Jonás 1:9, TLA), hablaba de una vida completamente dedicada a glorificar a Dios. El apóstol Pablo también describió la adoración como una manera de vivir integral: "Por tanto, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es el culto racional de ustedes" (Romanos 12:1, NBLA).
Los creyentes participan en actos específicos de adoración cada vez que celebran la grandeza y dignidad de Dios, dándole honor y gloria a Su nombre. La adoración puede expresarse con palabras, cantos, gritos, postraciones, levantando las manos, y de muchas otras formas. El salmista invita al pueblo de Dios a adorar: "Vengan, cantemos con gozo al SEÑOR, aclamemos con júbilo a la roca de nuestra salvación. Vengamos ante Su presencia con acción de gracias; aclamemos a Él con salmos" (Salmo 95:1–2, NBLA).
La palabra griega para “adoración”, proskuneō, significa “acercarse a Dios y rendirle honor”. Durante siglos, el pueblo judío adoraba en el templo. Pero cuando Jesús vino, habló de Sí mismo como el nuevo templo (Juan 2:19–22). Por medio de Su resurrección, Él se convirtió en el lugar espiritual donde Dios y Su pueblo se encuentran (ver Mateo 12:6; Hebreos 10:19–20).
En Juan 4:23–24, Jesús dejó claro que el lugar físico ya no es lo importante: "Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que lo adoren. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorar en espíritu y en verdad" (Juan 4:23–24, NBLA). La verdadera adoración ocurre internamente, en el espíritu, que es donde Dios habita (Salmo 103:1–2; Efesios 2:22).
Los seres humanos fuimos creados para adorar a Dios (Salmo 29:1–2; 1 Corintios 10:31; Efesios 1:3–6; Filipenses 2:9–11). Más allá de servir al Señor y proclamar el evangelio, uno de los principales propósitos de la iglesia es adorar a Dios por medio de Jesucristo (Efesios 1:4–6; 1 Pedro 2:5; Apocalipsis 5:6–14).
Solo Dios es digno de nuestra adoración (1 Crónicas 16:25; Salmo 96:4–5). Adorarlo significa atribuirle el valor supremo que únicamente Él merece. Él es nuestro Creador (Hechos 17:28; Santiago 1:17; Apocalipsis 4:11), Redentor (Colosenses 1:12–13; 1 Pedro 1:3) y Señor (Salmo 22:27). El Padre y el Hijo reciben adoración (Mateo 14:33; 28:17; Lucas 7:16), mientras que los santos ángeles adoran a Dios y rechazan ser adorados (Apocalipsis 19:10; 22:9).
El concepto bíblico de adoración implica glorificar a Dios con nuestros labios y nuestras vidas, con nuestras palabras y nuestras acciones, con nuestro cuerpo físico y nuestro corazón espiritual. La adoración que agrada a Dios es auténtica, ofrecida con manos limpias y un corazón puro (Salmo 24:3–4; Isaías 66:2).
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¿Qué dice la Biblia sobre la adoración?
