Pregunta
¿Qué significa "Tengan sal en ustedes" (Marcos 9:50)?
Respuesta
En ocasiones, Jesús utilizaba metáforas para comunicar verdades más profundas a sus discípulos. En Marcos 9:49-50, el Señor informa a los doce: "Porque todos serán salados con fuego. La sal es buena; pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonarán? Tengan sal en ustedes y estén en paz los unos con los otros" (NBLA).
La sal era esencial para mantener la vida en el clima seco de las tierras bíblicas. Se utilizaba para dar sabor y conservar los alimentos, y como medicina antiséptica. Además, la sal era un elemento purificador en las ofrendas y sacrificios del Antiguo Testamento. A través de Moisés, Dios instruyó al pueblo: "Además, toda ofrenda de cereal tuya sazonarás con sal, para que la sal del pacto de tu Dios no falte de tu ofrenda de cereal; con todas tus ofrendas ofrecerás sal" (Levítico 2:13, NBLA; ver también Números 18:17-19; Ezequiel 43:22-24). Esta "sal del pacto" era una metáfora de la preservación, la permanencia y la pureza. El pacto de Dios con Su pueblo, simbolizado por la sal, era santo, eterno e incorruptible: nunca se echaría a perder, sino que se preservaría a lo largo de las generaciones (1 Crónicas 16:17; 2 Samuel 23:5; Salmo 105:10; Hebreos 13:20).
En Marcos 9:49, Jesús dijo: "Porque todos serán salados con fuego", para preparar a Sus discípulos para la persecución, las pruebas y las ardientes tribulaciones que les esperaban en el futuro. Estas pruebas no serían ejercicios inútiles de sufrimiento, sino oportunidades de crecimiento, para su beneficio y para la gloria de Dios (ver Salmos 66:10-12; 1 Pedro 4:12-19; Santiago 1:2-3, 12). Jesús dijo que todos ellos serían salados con fuego. Estas persecuciones estaban simbolizadas por la sal, ya que serían la forma en que Dios los purificaría, disciplinaría y preservaría a través de la aflicción.
Mientras perseveraban en las pruebas, los discípulos debían ofrecerse a sí mismos como un "sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios" (Romanos 12:1). Jesús insistió en que nunca perdieran su sal, lo que significa que nunca debían permitir que la pureza de su compromiso con Dios faltara o estuviera ausente en su vida diaria de adoración a Él. Dios ordenó a los israelitas que no dejaran que la “sal" —la pureza y la permanencia de su relación de pacto con Dios— faltara en sus ofrendas, y nosotros tampoco debemos hacerlo. Todo lo que soportamos en nuestro camino de fe, por doloroso que sea, debe considerarse un sacrificio purificador de adoración, santo y agradable al Señor.
El apóstol Pablo tomó en serio el mandato del Señor de "tener sal en vosotros", e instó a sus compañeros creyentes a hacer lo mismo. Dijo: "Sin embargo, me alegraré aun si tengo que perder la vida derramándola como ofrenda líquida a Dios, así como el fiel servicio de ustedes también es una ofrenda a Dios. Y quiero que todos ustedes participen de esta alegría" (Filipenses 2:17, NTV).
Todos los cristianos necesitamos la disciplina de las pruebas y tribulaciones (Hebreos 12:6-7; Salmo 94:12). Esa disciplina es parte de nuestro entrenamiento espiritual (Hebreos 12:11). Las dificultades y las pruebas tienen un buen propósito: nos refinan, nos hacen crecer y nos preparan para el cielo (Hebreos 12:10; Romanos 12:1-2; Santiago 1:2-4; 2 Corintios 4:17-18; Romanos 8:18; Santiago 1:12).
Después de decir "Tengan sal en ustedes", Jesús añadió: "y estén en paz los unos con los otros". Antes, los discípulos habían discutido entre ellos (Marcos 9:34). Por lo tanto, Jesús les ordenó que dejaran de discutir y desarrollaran las características de la sal dentro de sí mismos para que pudieran vivir en paz unos con otros y fomentar un sentido de amor y armonía en la comunión de los creyentes.
Tener sal en ustedes mismos es cultivar y mantener dentro de ustedes las cualidades sazonadoras, conservadoras, purificadoras y sacrificiales de su relación con Dios. Jesús ya les había explicado a Sus seguidores que ellos eran "la sal de la tierra; pero si la sal se ha vuelto insípida, ¿con qué se hará salada otra vez? Ya no sirve para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres" (Mateo 5:13). Cristo nos llama a perseverar en la fe y permitir que el Espíritu Santo obre en nuestras vidas para que reflejemos el carácter santo del Señor (Gálatas 5:22-23) y nuestra lealtad incondicional hacia Él. Él quiere que nos "[esforcemos] por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz" (Efesios 4:3). De esta manera, "fragante aroma de Cristo somos para Dios" (2 Corintios 2:15). Con el sabroso atractivo de nuestro Salvador ardiendo en nuestros corazones y emanando de nosotros como una familia armoniosa de creyentes fieles, sazonamos toda la tierra con sal.
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¿Qué significa "Tengan sal en ustedes" (Marcos 9:50)?
