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Pregunta

¿Qué ocurrió en el Sínodo de los Ladrones de Éfeso (Segundo Concilio de Éfeso/Latrocinio)?

Respuesta


El Sínodo de los Ladrones de Éfeso, también conocido como Segundo Concilio de Éfeso o Latrocinio (palabra que significa "sínodo de ladrones"), fue una infame reunión eclesiástica celebrada en el año 449 d.C. Se trató de un evento crucial en los debates cristológicos del siglo V, convocado para resolver disputas teológicas dentro del cristianismo. Sin embargo, el concilio se convirtió en un escenario de intimidación, manipulación y violencia, con resultados tan controvertidos que fue posteriormente condenado y anuladas sus decisiones por las autoridades eclesiásticas. Este episodio evidenció la intensidad y gravedad de los conflictos teológicos de la época.

El trasfondo teológico del Sínodo de los Ladrones fue una creciente disputa sobre la naturaleza de Jesucristo: cómo se debía entender la relación entre su divinidad y su humanidad. Dos figuras principales representaban las posiciones enfrentadas: Nestorio y Cirilo de Alejandría. Nestorio sostenía que las naturalezas divina y humana de Cristo estaban completamente separadas y eran distintas, una postura que, según sus críticos, dividía a Cristo en dos personas. En cambio, Cirilo defendía la unión hipostática, es decir, que las naturalezas divina y humana de Cristo estaban unidas en una sola persona sin perder su identidad individual.

En el Concilio de Éfeso del año 431, el nestorianismo fue condenado y se respaldó la posición de Cirilo, afirmando la unidad de la persona de Cristo. Sin embargo, el asunto no quedó cerrado. Con el tiempo surgieron nuevas tensiones teológicas, especialmente con las enseñanzas de Eutiques, un influyente monje de Constantinopla que llevó las ideas de Cirilo a un extremo al afirmar que, tras la Encarnación, la naturaleza humana de Cristo había sido absorbida por su naturaleza divina. Esta doctrina, conocida como monofisitismo ("una sola naturaleza"), generó gran controversia, sobre todo entre los seguidores de Flaviano, patriarca de Constantinopla. En 448 d.C., Flaviano convocó un sínodo que declaró heréticas las enseñanzas de Eutiques, lo que desató un nuevo conflicto dentro de la Iglesia.

Eutiques apeló la decisión, y el emperador Teodosio II decidió convocar un nuevo concilio para reconsiderar el caso. Así se celebró el Segundo Concilio de Éfeso en agosto del 449, presidido por Dióscoro, patriarca de Alejandría y firme aliado de Eutiques. Desde el inicio, el concilio fue una farsa eclesiástica. Dióscoro impuso su autoridad de manera despótica, usando la coerción y la fuerza para asegurar un veredicto favorable a Eutiques. Los obispos que se oponían al monofisitismo fueron silenciados, y el concilio rechazó la carta del Papa León Magno—conocida como el Tomo de León—, que defendía la doctrina ortodoxa de las dos naturalezas de Cristo en una sola persona. Al concluir, el concilio rehabilitó a Eutiques y declaró su posición como ortodoxa, anulando su condena previa.

El concilio fue tristemente célebre por la violencia que lo caracterizó. Durante una de las sesiones, Flaviano fue agredido físicamente, muriendo poco después a causa de las lesiones. Los obispos contrarios a Dióscoro fueron exiliados u obligados a retractarse, mientras que los partidarios del patriarca de Alejandría tomaron el control total del concilio. Por su brutalidad y corrupción, el Papa León Magno lo denunció públicamente, llamándolo "latrocinio", un término latino que significa "banda de ladrones". Con ello quiso reflejar el caos, la manipulación y el fraude que marcaron el evento.

Los decretos de este concilio no fueron reconocidos en Occidente. Tras la muerte de Teodosio II en el año 450, su hermana Pulqueria asumió el control del Imperio Romano de Oriente y mostró simpatía por la postura del Papa León. Al año siguiente, en 451 d.C., se convocó el Concilio de Calcedonia, el cual anuló las decisiones del Sínodo de los Ladrones, condenó a Dióscoro y reafirmó la doctrina ortodoxa de la doble naturaleza de Cristo, una divina y otra humana, unidas sin mezcla ni confusión en una sola persona.

El Sínodo de los Ladrones de Éfeso marcó un punto de inflexión en la historia de la Iglesia. Aunque su propósito era resolver una disputa doctrinal, terminó siendo recordado como un símbolo de corrupción eclesiástica, violencia doctrinal y ambición política disfrazada de debate teológico. Paradójicamente, su fracaso allanó el camino para que, en Calcedonia, la Iglesia reafirmara con claridad la enseñanza ortodoxa sobre la persona de Cristo.

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