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Pregunta

¿Cuáles son los Siete Dolores de María?

Respuesta


Los Siete Dolores de María, también llamados Los Siete Dolores de la Virgen María, son un tema religioso y una devoción espiritual dentro de la teología católica romana. Este tema suele representarse artísticamente con una pintura de la Virgen María atravesada por siete espadas o llorando con siete lágrimas en su rostro. En relación con este tema, los católicos a veces se refieren a María como "Nuestra Señora de los Dolores" o "La Madre de los Dolores".

Los Siete Dolores de María siguen cronológicamente los principales eventos de su vida con Jesús, en los que se supone que experimentó mucho dolor. Estos eventos son en su mayoría tomados de la Biblia. Los Siete Dolores de María son los siguientes:

1. La profecía de Simeón (de Lucas 2). Este dolor se centra en las profecías y bendiciones que Simeón pronunció sobre el bebé Jesús y su familia cuando le presentaron en el templo (Lucas 2:22-40). Simeón profetiza a María que "una espada traspasará tu propia alma", probablemente refiriéndose al dolor que experimentará cuando Jesús muera en la cruz.

2. La huida a Egipto (de Mateo 2). Este dolor destaca la huida de José, María y Jesús a la tierra de Egipto mientras escapaban de la furia asesina del rey Herodes. Herodes buscaba matar a Jesús, junto con todos los niños menores de dos años en las cercanías de Belén (Mateo 2:13-18). Se supone que esta fue una experiencia dolorosa para María.

3. La pérdida del niño Jesús en Jerusalén (de Lucas 2). Este dolor refleja el tiempo en que el Jesús de 12 años se quedó en Jerusalén cuando su familia partió hacia Nazaret después de celebrar la Pascua. Jesús se quedó en la ciudad mientras su familia comenzaba a viajar de regreso a casa, y sus padres no lo encontraron durante tres días. Cuando lo hicieron, estaba sentado con los maestros religiosos, escuchándolos y haciéndoles preguntas. María le dijo a Jesús: "Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia" (Lucas 2:48).

4. El encuentro de Jesús en el camino al Calvario (no mencionado en la Biblia). Este dolor pretende destacar el luto que se supone que María sintió al ver a su hijo llevar una cruz a su muerte. Sin embargo, no hay registro en la Biblia de que María haya encontrado a Jesús mientras se dirigía a la cruz. Lucas 23:27 dice: "Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él". Aunque es posible que María estuviera presente entre esta comitiva, la Biblia nunca lo afirma explícitamente.

5. La Crucifixión de Jesús (de Mateo 27, Marcos 15, Lucas 23 y Juan 19). Este dolor se centra en la crucifixión y muerte de Jesús en la cruz. Aunque los cuatro Evangelios registran la crucifixión de Jesús, solo el Evangelio de Juan nos dice explícitamente que María estuvo presente en la cruz (Juan 19:25-27). Allí es donde Jesús encomienda al apóstol Juan cuidar de María después de la muerte de Jesús.

6. El descenso de Jesús de la Cruz (basado en Mateo 27, Marcos 15, Lucas 23 y Juan 19). Este dolor pretende destacar el supuesto pesar que María experimentó al sostener el cuerpo sin vida de su hijo mientras era bajado de la cruz. La Biblia nos dice que el cuerpo de Jesús fue bajado de la cruz por José de Arimatea (Juan 19:40), pero no afirma que María estuviera presente cuando esto ocurrió o que ella haya sostenido su cuerpo.

7. El entierro de Jesús (también de Mateo 27, Marcos 15, Lucas 23 y Juan 19). Este dolor se centra en el momento en que el cuerpo de Jesús fue depositado en la tumba (Juan 19:42) y resalta el supuesto pesar que María experimentó al despedirse finalmente de su hijo. Nuevamente, la Biblia no afirma explícitamente que María estuvo presente en el entierro de Jesús o que participó en el proceso.

Todos estos eventos en la vida de María fueron seguramente experiencias desafiantes y difíciles. Es probable que haya experimentado grandes niveles de dolor como madre que vio a su hijo sufrir de diversas formas. Sin embargo, como se menciona, la Biblia no dice explícitamente que ella experimentó dolor en ninguno de estos eventos. De hecho, en varios de los Siete Dolores de María, se deben hacer suposiciones de que María estuvo presente y hizo o dijo algo que la Biblia nunca registra.

Los católicos a menudo estudian o siguen los Siete Dolores de María como una forma de relacionarse con ella al enfrentar sus propios pesares en la vida. Muchos rituales y supersticiones rodean la observancia de los Siete Dolores de María. En el siglo XIII, siete mercaderes en Florencia, Italia, afirmaron haber sido visitados por María, quien les instruyó para establecer una nueva orden de frailes. Los mercaderes abandonaron sus hogares y familias y fundaron la Orden Servita, particularmente dedicada a Nuestra Señora de los Dolores. La orden fue sancionada por el Papa Alejandro IV en 1256. Un rosario (o coronilla) de los Siete Dolores se llama el Rosario Servita.

En 1815, el Papa Pío VII aprobó una serie de oraciones en honor a los Siete Dolores. Cada oración comienza con "Me dueles, oh María dolorosa...". y es seguida por el Ave María. Según Santa Brígida del siglo XIV, patrona de Suecia, hay siete gracias que María concede a quienes meditan diariamente en los Siete Dolores. Estas gracias incluyen confort, defensa espiritual, santificación y la promesa de ver el rostro de María en el momento de la muerte. La Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores es el 15 de septiembre.

La Biblia enfatiza trabajar a través del dolor y la lucha como hijos de Dios (ver Juan 16:33 y Hechos 14:22). Sin embargo, en ninguna parte la Biblia nos enseña a orar a María, meditar sobre su dolor, o adorarla por el trabajo que hizo como madre de Jesús. De hecho, Hebreos 4:16 dice que tenemos acceso al trono de Dios donde podemos llevar nuestras peticiones directamente a Él a través de la oración.

¿Puede un creyente estudiar los momentos dolorosos de la vida de María y apreciar los desafíos únicos que experimentó como madre del Mesías? Sí. ¿Debe un creyente orar a María o esperar bendiciones especiales de ella? No, absolutamente no. La Biblia nos manda adorar solo a Dios (Éxodo 20:3).

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