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Pregunta

¿Qué es el Salón de la Fe en la Biblia?

Respuesta


El término "Salón de la Fe" nunca se utiliza en la Biblia. Es un término que los intérpretes modernos han utilizado para describir Hebreos 11. Es una adaptación de la idea moderna de un "Salón de la Fama". La mayoría de los deportes profesionales (y muchas universidades y escuelas secundarias, así como otras organizaciones) tienen un Salón de la Fama. En el momento en que un atleta profesional se retira del deporte, el mayor honor que se le puede otorgar es ser incluido en el Salón de la Fama. Solo se selecciona a los mejores. Los que ingresan en el Salón de la Fama son aquellos cuya carrera ha sido tan brillante que deben ser recordados mientras se practique ese deporte. Los aficionados que nunca vieron jugar a esos atletas en persona podrán oír hablar de sus hazañas y honrarlos mucho después de su muerte.

El Salón de la Fe en Hebreos 11 es una lista de personas del Antiguo Testamento que se distinguieron y han de ser recordadas, no por sus proezas atléticas, sino por su fe en Dios. Se motiva a los lectores de Hebreos a imitar la fe de estos hombres y mujeres del pasado.

El libro de Hebreos se escribió para los judíos que habían profesado su fe en Cristo, pero que estaban sufriendo una persecución que podría haberse evitado si simplemente hubieran vuelto al sistema de leyes y sacrificios del Antiguo Testamento. En el siglo I, esto pudo haber sido el resultado de la persecución directa de los judíos, pero también pudo haber sido el resultado de la persecución romana.

Normalmente, siempre que una persona o un grupo no causara disturbios civiles que amenazaran la paz de Roma (pax Romana) y siempre que jurara lealtad absoluta al César con la declaración "El César es el Señor" y le ofreciera sacrificios, no importaba qué otra deidad o deidades adorara. Ya que el judaísmo era una religión muy arraigada, más antigua que el Imperio Romano, los judíos estaban exentos de la obligación de rendir culto a César si no alteraban la paz. Al principio, el cristianismo se consideraba una subdivisión del judaísmo, y a los cristianos se les concedió la misma exención. Sin embargo, con el paso del tiempo, los líderes judíos se mostraron cada vez más hostiles hacia los cristianos y comenzaron a denunciarlos. Cuando Roma empezó a considerar el cristianismo como una nueva religión, se impusieron los requisitos relativos a César. Por supuesto, para los cristianos, "el César es el Señor" es una contradicción directa de la verdad esencial de que "Jesús es el Señor". Sin embargo, parece que algunos creyentes judíos tenían la idea de que, si podían volver al judaísmo, podrían escapar de la persecución y seguir teniendo una relación correcta con Dios a través de los medios del Antiguo Testamento.

El autor de Hebreos advierte que no se puede dar vuelta atrás, ahora que Cristo ha venido. La relación con Dios siempre ha sido por la gracia de Dios a través de la fe, y en última instancia siempre ha dependido de la vida, muerte y resurrección de Jesús (Romanos 4:1-16; Efesios 2:1-10). El Antiguo Pacto apuntaba a Cristo, y Él es su cumplimiento. Una correcta comprensión del Antiguo Testamento no llevará a nadie de vuelta al judaísmo, al templo, a la ley y a los sacrificios. Más bien, lo impulsará hacia la fe en Cristo.

En Hebreos 10:39 (el último versículo del capítulo 10), el autor expresa su confianza en que sus lectores tomarán la decisión correcta, pero también advierte de las consecuencias de la elección: "Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para la preservación del alma". A continuación, el capítulo 11 comienza así: "Ahora bien, la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella recibieron aprobación los antiguos" (Hebreos 11:1-2). A continuación, el autor enumera varias personas del Antiguo Testamento que lograron grandes cosas por la fe. Exhorta a los lectores a imitar su fe. Los que figuran en este "Salón de la fe" no son perfectos. Muchos tuvieron fracasos rotundos y algunos tenían defectos de carácter graves y persistentes. Sin embargo, cada uno de ellos llegó a un punto de inflexión en el que decidió confiar en Dios en lugar de poner su confianza en lo que veía.

El autor comienza la lista del Salón de la Fe con nombres y una breve explicación de cómo ejercieron su fe. El autor habla de Abel, Enoc, Noé, Abraham, Sara, Isaac, Jacob, José, Moisés y Rahab. Los antiguos lectores judíos conocían bien la historia del Antiguo Testamento, por lo que el autor continúa: "¿Y qué más diré? Pues el tiempo me faltaría para contar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas" (Hebreos 11:32). Sus actos de fe se resumen así: "quienes por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia, obtuvieron promesas, cerraron bocas de leones, apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada. Siendo débiles, fueron hechos fuertes, se hicieron poderosos en la guerra, pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron a sus muertos mediante la resurrección. Otros fueron torturados, no aceptando su liberación a fin de obtener una mejor resurrección" (Hebreos 11:33-35).

Luego, después de destacar todas las maravillosas victorias logradas por la fe, el pasaje da un giro inesperado: "Otros fueron torturados, no aceptando su liberación a fin de obtener una mejor resurrección. Otros experimentaron insultos y azotes, y hasta cadenas y prisiones. Fueron apedreados, aserrados, tentados, muertos a espada. Anduvieron de aquí para allá cubiertos con pieles de ovejas y de cabras; destituidos, afligidos, maltratados (de los cuales el mundo no era digno), errantes por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas de la tierra" (Hebreos 11:35-38, NBLA). La vida de fe no significa que todo vaya a ir siempre bien. Un lector atento no se sorprendería por esto, ya que el primer hombre de la lista, Abel, agradó a Dios y, sin embargo, fue asesinado.

En última instancia, todos los que figuran en el Salón de la Fe obtuvieron "aprobación por su fe, [pero] no recibieron la promesa, porque Dios había provisto algo mejor para nosotros, a fin de que ellos no fueran hechos perfectos sin nosotros" (Hebreos 11:39-40, NBLA). En otras palabras, el Salón de la Fe puede incluir a los lectores actuales si también ejercen la misma fe. De hecho, los héroes de la fe no experimentarán todo lo que Dios tiene para ellos hasta que se haya completado todo el plan de Dios, lo cual incluye a los lectores de Hebreos en aquel tiempo e incluso hoy. El testimonio de los que están en el Salón de la fe debería animarnos a todos a seguir adelante, incluso ante la persecución. Dios es fiel y siempre lo ha sido.

Todos estos "héroes de la fe" en el Salón de la Fe deberían ser una inspiración, pero Hebreos 12 nos da el ejemplo definitivo: "puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios. Consideren, pues, a Aquel que soportó tal hostilidad de los pecadores contra Él mismo, para que no se cansen ni se desanimen en su corazón" (Hebreos 12:2-3, NBLA).

La fe no garantiza que las cosas nos vayan bien. Pero sí garantiza que viviremos de tal manera que Dios estará complacido con nosotros y que probaremos Sus bendiciones, incluso en medio de las dificultades y la persecución. Podemos entrar en el Salón en la Fe si confiamos en las promesas de Dios a través de Cristo.

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