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Pregunta: "¿Cuál es la clave para vivir una vida cristiana victoriosa?"

Respuesta:
La vida cristiana victoriosa es aquella que se vive, por fe, en una entrega constante a Dios. La vida cristiana victoriosa está arraigada y fundamentada en la fe. Todo Hebreos 11 cuenta las historias de hombres y mujeres que, por la fe, salieron victoriosos de alguna manera. Nuestro Dios es siempre victorioso, no importa el enemigo. Incluso la cruz de Cristo no fue una derrota para el Señor, sino una victoria: "Ahora el príncipe de este mundo será expulsado", dijo Jesús en la última semana de su ministerio terrenal. En su juicio ante el sumo sacerdote, Jesús testificó: "veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo" (Marcos 14:62). Esa es la victoria de la que participan los creyentes.

La vida cristiana victoriosa es una que se vive triunfante sobre "todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida" (1 Juan 2:16). Es la conquista del miedo, conociendo la paz de Dios (Juan 14:27; 16:33). Es la perseverancia a través de "tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada" (Romanos 8:35), mostrando que somos "más que vencedores por medio de aquel que nos amó" (versículo 37). La vida cristiana victoriosa conduce naturalmente a la derrota de la propia muerte (1 Corintios 15:54-55) y a una recompensa gloriosa en el cielo (Apocalipsis 21:7).

"El justo vivirá por la fe" (Romanos 1:17), y es imposible recalcar demasiado la importancia de la fe para vivir la vida cristiana victoriosa: "Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?" (1 Juan 5:4-5).

Una parte de la vida cristiana victoriosa consiste en afrontar correctamente la tentación. Primera de Corintios 10:13 dice: "No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar". En el contexto de este versículo, Pablo está hablando a una iglesia rodeada de idolatría y tentación. Había presiones sociales, financieras y políticas para volver a sus viejas costumbres y participar en prácticas paganas. Dios, en Su fidelidad, les dijo a ellos, y a nosotros, que no hay ninguna tentación en ningún lugar y en ningún momento que lo tome por sorpresa, y que siempre mostrará un camino para escapar de ella y así soportar. Cuando un cristiano se enfrenta a una tentación, Dios siempre ofrecerá la manera correcta para evitar el pecado, aunque la decisión de tomarla o no sigue siendo de la persona. Evitar la tentación requiere someterse a Dios en cada momento.

En Juan 15, Jesús cuenta una parábola que da una clave para la vida cristiana victoriosa. Jesucristo es la vid, la fuente de la vida, la salud y la plenitud, y nosotros somos los pámpanos, totalmente dependientes de la vid. La palabra utilizada una y otra vez a lo largo del pasaje se traduce a menudo como "permanecer" o "mantenerse". La palabra griega original significa realmente "quedarse donde está". ¿Dónde está el cristiano? El cristiano está en Cristo (Efesios 2:13).

La vida cristiana victoriosa es un viaje de fe, no sólo para la salvación eterna, sino de decisiones diarias que se acumulan en un estilo de vida que refleja a Cristo (Gálatas 2:20). La fe es la tranquila seguridad de que lo que aún no vemos es mucho más real, más importante y más digno de confianza que lo que vemos (Hebreos 11:1). La vida de fe opta por creer a Dios en todas las cosas (Romanos 4:3). "Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria" (Colosenses 3:1-4).

La vida cristiana victoriosa se vive con los ojos puestos en las cosas del cielo, no en las de este mundo. Jesús es nuestro modelo a seguir: "el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar" (Hebreos 12:2-3). La vida eterna del creyente está asegurada en Cristo. También nosotros estamos a la derecha de Dios, por la fe. El cristiano victorioso es el que vive en esa realidad.

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