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Pregunta: "¿Cómo puedo vencer el mal con el bien (Romanos 12:21)?"

Respuesta:
Romanos 12:21 dice: "No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal". Este versículo viene después de exhortaciones como "Bendecid a los que os persiguen" (versículo 14) y "No paguéis a nadie mal por mal" (versículo 17). El tema del pasaje es cómo amar con sinceridad (versículo 9), y las instrucciones requieren que dejemos de lado nuestras inclinaciones naturales. El camino de Dios siempre desafía nuestra naturaleza carnal y nos llama a vivir a un nivel superior por el poder del Espíritu. La forma humana es maldecir a los que nos maldicen y tratar de vencer el mal con más mal. Pero, según Romanos 12:21, sólo podemos vencer el mal con el bien. La bondad de Dios es más fuerte que cualquier mal.

Jesús fue el ejemplo perfecto de cómo vencer el mal con el bien: "quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente" (1 Pedro 2:23). Al someterse a la maldad de sus captores, venció al pecado, a Satanás y a la muerte (Efesios 4:8-10). El mal pensó que había ganado ese día cuando clavó a Cristo en la cruz. Sin embargo, como Jesús estaba totalmente entregado a la voluntad y al plan de Su Padre, el Hijo de Dios venció la maldad de ellos con el bien. Aunque las acciones contra Cristo eran en sí mismas malas, la muerte de Jesús y su posterior resurrección derrotaron ese mal al comprar el perdón y la vida eterna para todos los que creyeran (Juan 1:12; 3:16-18; 20:31).

Nosotros vencemos el mal de la misma manera, con el bien. El Señor dice que la venganza le pertenece a Él y que Él pagará (Hebreos 10:30). Podemos encomendarnos a Dios, así como lo hizo Jesús, y saber que Él hará incluso que los actos malos cometidos contra nosotros obren para nuestro bien (Génesis 50:20; Romanos 8:28). Cuando nos negamos a responder con la misma moneda a los que nos persiguen, sus malas acciones quedarán sin efecto, mientras que las represalias nos rebajan al nivel de aquellos que las provocan. Cuando dos personas se pelean, y una de ellas claramente ataca a la otra, la maldad se pone de manifiesto para que todos la vean. Cuando respondemos con una palabra suave, una amabilidad o una generosidad a alguien que nos ha perjudicado, dejamos al agresor solo en su maldad.

Proverbios 25:21-22 dice: "Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan, y si tuviere sed, dale de beber agua; porque ascuas amontonarás sobre su cabeza, y el Señor te lo pagará". Pablo cita este pasaje en Romanos 12:20, justo antes de su mandato de "vencer el mal con el bien". El "amontonar ascuas sobre su cabeza" se refiere probablemente a la respuesta natural del enemigo a la bondad. Nada nos hace sentir más avergonzados por nuestras acciones que el hecho de que alguien reaccione a nuestro comportamiento hiriente con un perdón amable. La bondad frente a la falta de bondad demuestra el marcado contraste entre ambas. El objetivo de una reacción amable ante el enemigo no es avergonzar o tener la última palabra, sino ayudar a facilitar el arrepentimiento del que hace el mal.

Si recordamos algunas cosas clave, estaremos bien encaminados para vencer el mal con el bien:
1. Yo no soy el juez; es Dios. Él hará lo que es correcto (Génesis 18:25).
2. Como cristiano, mi respuesta al mal no debe copiar el comportamiento del mundo, sino reflejar a Cristo, que está en mí (Romanos 12:1-2).
3. Mantener mis ojos en Jesús me ayuda a saber cómo responder cuando me tratan mal (Hebreos 12:2).
4. Dios siempre está observando y evaluando mis decisiones, y quiere recompensarme por obedecerle (Mateo 5:43-48).

Jesús les recordó a los fariseos que Satanás no puede expulsar a Satanás (Mateo 12:25-28). Del mismo modo, el mal no puede expulsar al mal. Una respuesta malvada sólo duplica el mal. Cuando respondemos al mal con humildad y amor, estamos demostrando que el bien triunfa sobre la maldad. No podemos impedir que la gente haga el mal, pero ellos no pueden obligarnos a participar con ellos. No hace falta poder, ni fuerza, ni sabiduría para tomar represalias contra los malvados. Sin embargo, devolver bien por mal es una de las mayores demostraciones de fortaleza.

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