Pregunta

¿Qué son los vasos de ira (Romanos 9:22)?

Respuesta
En Romanos 9, Pablo trata el tema de la soberanía de Dios en la elección, representando a Dios como un alfarero que trabaja con barro: "¿O no tiene el alfarero derecho sobre el barro de hacer de la misma masa un vaso para uso honorable y otro para uso ordinario? ¿Y qué, si Dios, aunque dispuesto a demostrar Su ira y hacer notorio Su poder, soportó con mucha paciencia a los vasos de ira preparados para destrucción? Lo hizo para dar a conocer las riquezas de Su gloria sobre los vasos de misericordia, que de antemano Él preparó para gloria" (Romanos 9:21–23, NBLA). Los vasos de ira se contrastan con los vasos de misericordia: unos están destinados a la destrucción, y los otros a la gloria.

Hagamos un breve repaso de la carta a los Romanos: Pablo destaca la necesidad que todos tienen de la justicia de Dios (Romanos 1–3), y cómo Dios proveyó esa justicia por medio de Su gracia, a través de la fe en Jesucristo. Este regalo está disponible gracias al sacrificio de Jesús en la cruz (Romanos 3–4). En Romanos, Pablo también describe los resultados para todos los que han recibido la gracia de Dios (Romanos 5–8) y da evidencia de la fidelidad de Dios al mostrar cómo provee salvación tanto a judíos como a gentiles (Romanos 9–11). Pablo concluye su carta delineando las responsabilidades de los creyentes de vivir en justicia (Romanos 12–16). En Romanos 9:22, Pablo menciona a los vasos de ira preparados para destrucción, recordando a sus lectores que la historia no termina felizmente para todos.

Aunque está desafiando a sus lectores a confiar en Dios, Pablo lamenta el hecho de que muchos de sus compatriotas (los israelitas) no creían (Romanos 9:1–5). Sin embargo, Pablo explica que este estado triste no era un fracaso de parte de Dios ni de Su Palabra (Romanos 9:6). Dios había prometido bendecir a los descendientes de Abraham, pero eligió la línea de Abraham a través de Isaac y luego de Jacob (Romanos 9:7–13). No todos los descendientes de Abraham serían bendecidos a través de esa promesa específica. Dios ciertamente prometió bendecir a todas las familias de la tierra por medio de un descendiente específico de Abraham (Génesis 12:3b), es decir, Jesucristo, pero las promesas relacionadas con una gran nación bendecida eran para los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob. La pregunta es si Dios tiene el derecho de escoger a quién bendecir y cómo. Si Dios es soberano, entonces deberíamos confiar en Él como el único que sabe cómo rescatarnos. Pero Pablo introduce en Romanos 9:22 la idea de que hay vasos de ira preparados para destrucción. Aparentemente, no todos confiarán en Él.

Si Dios tiene el derecho de decidir quién será bendecido y cómo, algunos podrían cuestionar si es injusto por no asegurar el mismo resultado para todos. Pablo aborda esta inquietud en Romanos 9:14–18, explicando que Dios tiene el derecho (como Creador) de tener misericordia de quien Él quiera, y de endurecer a quien Él quiera (Romanos 9:18). Pablo cita como ejemplo el trato de Dios con el faraón en Éxodo.

Luego, Pablo anticipa la pregunta de cómo puede Dios responsabilizar a las personas si, en última instancia, Él es quien toma estas decisiones (Romanos 9:19). En lugar de responder directamente, Pablo apela a la soberanía de Dios como Creador y dueño de lo que ha hecho (Romanos 9:20–21). El barro no cuestiona el derecho del alfarero a darle la forma que él desea; el alfarero tiene autoridad para hacer con el barro lo que quiera. Pablo desarrolla este argumento planteando una serie de preguntas: ¿Y si Dios—que tiene el poder de juzgar y ejercer Su autoridad— fue paciente con los vasos de ira preparados para destrucción? (Romanos 9:22). ¿Tiene Dios derecho a ser paciente? ¿Está limitado en Su capacidad de mostrar misericordia y paciencia? Claramente, Dios tiene ese derecho sin ninguna restricción.

Algunos se han enfrentado con dificultad a la declaración de Pablo de que hay vasos de ira preparados para destrucción. Algunos incluso han concluido que Pablo enseña una doctrina llamada elección doble, es decir, que Dios escoge quién no se salvará del mismo modo que escoge a quienes sí se salvarán. Pero, como Pablo dijo en 1 Corintios 4:6, no debemos ir más allá de lo que está escrito. Hay que tener cuidado con las suposiciones cuando un versículo no es explícito.

En el caso de los vasos de ira, Pablo plantea una hipótesis—un "¿y si...?"—para recordar a los lectores que Dios tiene el derecho de tomar tales decisiones si así lo desea. Pero Pablo no llega a afirmar que Dios esté tomando esas decisiones. Su punto es que Dios tiene el derecho de tener misericordia de quien Él quiera, y de endurecer a quien Él quiera (Romanos 9:18), pero eso es distinto a afirmar que Dios escoge deliberadamente que algunos no sean salvos. Pablo no está tratando ese tema; está hablando de la autoridad soberana de Dios. Por lo tanto, si alguien no recibe una bendición porque Dios no le prometió esa bendición, ni Dios ni Su Palabra han fallado. Si Él es realmente el Creador, entonces tiene el derecho de bendecir a quien Él quiera, y de endurecer a quien Él quiera. Si Él es el Alfarero, la manera en que trata con los vasos de ira preparados para destrucción es prerrogativa Suya.