Pregunta

¿Qué podemos aprender de las uvas silvestres de la decepcionante viña de Dios (Isaías 5:4)?

Respuesta
En Isaías 5, el profeta canta una canción ("Cántico de la viña") al Señor ("mi Amado") para que la escuche el pueblo. Quizás Isaías recurre a cantar un cántico popular porque el pueblo ha ignorado hasta ahora sus sermones habituales. La letra comienza así:

"Mi bien amado tenía una viña

en una fértil colina.

La cavó por todas partes, quitó sus piedras,

Y la plantó de vides escogidas.

Edificó una torre en medio de ella,

y también excavó en ella un lagar.

Esperaba que produjera uvas buenas,

pero solo produjo uvas silvestres.

Y ahora, moradores de Jerusalén

y hombres de Judá,

juzguen entre Mí y Mi viña.

¿Qué más se puede hacer por Mi viña,

que Yo no haya hecho en ella?

¿Por qué, cuando esperaba que produjera uvas buenas,

produjo uvas silvestres?» (Isaías 5:1-4, NBLA).

El cántico continúa, revelando que el labrador es el Señor, y la viña representa al pueblo de Dios en Judá. El Señor, el Guardián, espera que su viña produzca buenas uvas, que representan la "justicia" y la "rectitud", porque la ha cuidado profunda y minuciosamente (colmando a Su pueblo con su bondad, amor y gracia). Pero, en cambio, la viña solo produce uvas silvestres. Las uvas silvestres son agrias, imposibles de comer y totalmente inútiles para hacer vino. La palabra hebrea original traducida aquí como "silvestres" se asocia con cosas "apestosas" o "sin valor" que solo sirven para ser destruidas.

En lugar de producir justicia y rectitud, el pueblo de Israel respondió con violencia y derramamiento de sangre (Isaías 5:7). Quebrantaron las leyes de Dios y profanaron la tierra que les había dado el Señor. Yavé había establecido a Israel como modelo entre las naciones. Deseaba que Su pueblo produjera fruto para Su gloria (Juan 15:8), pero solo produjeron pecado, caracterizado como uvas silvestres en el cántico de Isaías. El único recurso del viñador era juzgar la viña infructuosa destruyéndola (Isaías 5:5-6).

Isaías enumera seis "ayes", nombrando los seis pecados que han provocado la ira de Dios y han traído Su juicio sobre la tierra. Estos seis pecados forman un resumen, no un inventario, de las uvas silvestres del cántico de Isaías. Son predominantemente los pecados de los orgullosos y arrogantes: la codicia, la avaricia y la extorsión (Isaías 5:8-10); la embriaguez, la juerga y la autoindulgencia carnal (versículos 11-17); el descuido, la dureza de corazón y la burla (versículos 18-19); el engaño y la perversión (versículo 20); el orgullo y la vanidad (versículo 21); la injusticia y la corrupción (versículos 22-25).

En Mateo 21:33-44, Jesús cuenta una parábola utilizando un lenguaje y una estructura que se relacionan directamente con el Cántico de la viña de Isaías. Así como las palabras de Isaías sirven como acusación de Dios contra la antigua Judá, la parábola de Jesús presenta el argumento de Dios contra los líderes judíos del siglo I. En Mateo 23, el Señor expone siete ayes para los escribas y fariseos y al final pronuncia su juicio sobre ellos. Los pecados de los líderes de Israel (orgullo, codicia, engaño, injusticia, etc.) se parecen inquietantemente a las uvas silvestres producidas por la viña de los días de Isaías.

Las uvas silvestres son pecados graves con consecuencias severas. El comentarista bíblico Matthew Henry escribe: "Las uvas silvestres son los frutos de la naturaleza corrupta, frutos según el tronco, no según la rama injertada, de la raíz de la amargura. . . . Las uvas silvestres son actuaciones hipócritas en la religión, que parecen uvas, pero son agrias o amargas, y están tan lejos de ser agradables a Dios que son provocadoras... Las gracias falsas son uvas silvestres" (Comentario sobre toda la Biblia, p. 1086).

Para aquellos que han experimentado el nuevo nacimiento en Jesucristo, las uvas silvestres equivalen a las obras inútiles de nuestro pasado: "Pues antes ustedes estaban llenos de oscuridad, pero ahora tienen la luz que proviene del Señor. Por lo tanto, ¡vivan como gente de luz! Pues esa luz que está dentro de ustedes produce solo cosas buenas, rectas y verdaderas. Averigüen bien lo que agrada al Señor. No participen en las obras inútiles de la maldad y la oscuridad; al contrario, sáquenlas a la luz" (Efesios 5:8-11, NTV).

La lección más importante que aprendemos de las uvas silvestres de la decepcionante viña del Señor es que Dios se toma en serio el pecado. El Señor espera que Su pueblo esté lleno del fruto de la justicia (Filipenses 1:11) y produzca frutos que glorifiquen Su nombre: "En cambio, la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio. ¡No existen leyes contra esas cosas!" (Gálatas 5:22-23, NTV). Dios nos ha elegido como Su propiedad para ser una nación santa que muestre a los demás la bondad de Dios (1 Pedro 2:9-11). Solo podemos hacerlo produciendo una cosecha de buenos frutos y no de uvas silvestres sin valor.