Pregunta

¿Qué significa que la Escritura es útil para reprender (2 Timoteo 3:16)?

Respuesta
La segunda carta a Timoteo 3:16 dice: "Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia" (NBLA). El versículo anterior describe las Escrituras como "Sagradas Escrituras" que imparten sabiduría para la salvación (2 Timoteo 3:15, NBLA). Entre las muchas funciones de las Escrituras se encuentra la de reprenderos cuando es necesario. La Biblia es útil, es decir, es provechosa y beneficiosa, para reprender.

El término griego traducido como "reprender" o "reprobar" es elegmos, derivado del verbo elegcho, que puede traducirse como "condenar", "exponer" o "sacar a la luz". Por lo tanto, reprender es corregir a alguien aclarando sus faltas, con la intención de provocar un cambio. Este tipo de reprensión puede "hacernos ver lo que está mal en nuestra vida" (2 Timoteo 3:16, NTV).

Cuando Jesús promete la venida del Espíritu Santo, dice que el Espíritu convencerá (elenxei) al mundo de pecado (Juan 16:8). La palabra "convencer" está estrechamente relacionada con la palabra "reprender". En otras palabras, el Espíritu reprenderá al mundo y sacará a la luz la desobediencia y la rebelión que hay en los corazones pecaminosos. El objetivo es provocar el arrepentimiento.

Las Escrituras son útiles para reprender, ya que proporcionan normas claras sobre lo que está bien y lo que está mal. La humanidad pecadora intenta establecer sus propias normas, pero de una manera incompatible con el carácter y la voluntad de Dios. Caín pensó que era correcto matar a Abel (Génesis 4:1-8), y Lamec siguió su ejemplo, cometiendo él mismo un asesinato (Génesis 4:19-24). En los días de Noé, la tierra estaba llena de violencia (Génesis 6:11-13). En la época de los jueces, "cada uno hacía lo que le parecía correcto según su propio criterio" (Jueces 21:25, NBLA). Necesitamos las Escrituras para revelar lo que es verdaderamente correcto e incorrecto.

Las Escrituras son útiles para reprender, ya que nos obligan a vernos tal como somos realmente. La Biblia es un espejo en el que se ven claramente nuestras propias faltas, defectos y fracasos (Santiago 1:23-24). "Es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón." (Hebreos 4:12, NBLA). En sus páginas leemos sobre el pecado de David, la cobardía de Pedro y la codicia de Giezi, y sabemos instintivamente que sus historias son las nuestras.

Las Escrituras son útiles para reprender porque muestran la vida, la muerte y la resurrección de Jesús. El carácter moral y la integridad impecable de Jesús contrastan fuertemente con nuestra naturaleza pecaminosa. Cuando contemplamos las palabras y las acciones de Jesús, no podemos evitar exclamar con Pedro: "¡Apártate de mí, Señor, pues soy hombre pecador!" (Lucas 5:8, NBLA). Es al reprender a los pecadores por su pecado que las Escrituras los llevan al arrepentimiento y a la fe en Jesucristo.

Las Escrituras también son útiles para reprender, ya que contienen historias y castigos que resaltan la gravedad del pecado. En la cultura moderna, el pecado a menudo se trivializa, pero las Escrituras nos dan una llamada de atención. La fornicación, la codicia, la mentira y otros pecados "aceptables" hoy en día se muestran en las Escrituras como actos graves contra un Dios santo. Pablo escribe que los ejemplos del juicio de Dios en el Antiguo Testamento sirven como disuasión, "a fin de que no codiciemos lo malo como hicieron ellos" (1 Corintios 10:6, NTV). El pecado es más que una simple debilidad humana, y las Escrituras revelan su naturaleza rebelde y su efecto destructivo. Es provechoso revelar el pecado tal como es.

La función reprensiva de las Escrituras es tan importante como su función de aliento y enseñanza. Para tener una base sólida como cristianos, debemos estar abiertos a la reprensión de la Biblia por nuestras malas acciones. Debemos permitir que las Escrituras definan la norma por la que debemos vivir.