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Pregunta: "¿Puede alguien nacer de nuevo sin estar predestinado?"

Respuesta:
No, es imposible que alguien pueda salvarse sin haber sido elegido por Dios para la salvación. A muchas personas, cuando se encuentran por primera vez con la doctrina de la elección, les molesta por lo que les parece un arreglo horriblemente injusto. Desafortunadamente, ahí es donde muchas personas terminan la discusión. Sin embargo, una correcta visión bíblica de la elección, lleva a la conclusión de que la elección de Dios en la predestinación es un hecho increíblemente amoroso.

Todos somos pecadores, y, dejados a nuestra suerte, nunca elegiríamos a Dios. Nuestra respuesta inicial a Dios es rebelarnos contra Su amor y soberanía. No lo buscamos (Romanos 3:11). No queremos que Él nos diga qué hacer. Si alguna vez vamos a dejar nuestro pecado por medio del arrepentimiento y la fe, Él debe comenzar a hacerlo. Jesús dijo a las multitudes que se quejaban de Sus enseñanzas: "Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere" (Juan 6:44). En otras palabras, nadie puede ser salvo a menos que sea elegido.

También es verdad que, para ser salvo, una persona debe tomar la decisión de creer. La mayoría de los creyentes pueden recordar una fecha en la que consideraron las afirmaciones de Cristo y se rindieron a Él. Decidimos rendirnos en fe; si no hubiéramos decidido hacerlo, no podríamos ser salvos. Sin embargo, examinando las Escrituras y considerando el proceso de nuestra salvación, reconocemos que la mano de Dios ha estado obrando todo el tiempo: vemos la convicción del Espíritu Santo; vemos cómo Dios estaba cambiando nuestros corazones no regenerados para que pudiéramos creer; vemos la serie de acontecimientos que Dios orquestó para que pudiéramos escuchar el evangelio.

Tenemos una relación con Dios porque Dios escogió tener una relación con nosotros y conquistarnos. Algunos opinan que Dios hace esto con todo el mundo. Pero, si ese fuera el caso, entonces la razón por la que algunas personas creen y otras no, es que algunas eran más genuinas, más sanas espiritualmente o más sensibles moralmente. Eso significa que una cierta medida de la bondad humana innata hace que algunas personas crean. Si la gente aporta con su propia bondad a la salvación, tenemos un problema lógico. Y más importante aún, tenemos un problema bíblico.

Las Escrituras enseñan que Dios ha escogido salvar a algunas personas, y las escogió de acuerdo a Sus propios designios, no a una bondad innata por parte de las personas que se salvan. Tampoco Su elección se basó en Su previo conocimiento de las decisiones que ellos tomarían. Pablo describe a Dios como Aquel que "nos escogió en él [Cristo] antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado" (Efesios 1:4-6).

En Efesios 1:11-14, Pablo explica cómo es que la elección de Dios y nuestra fe van de la mano: "En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria". Todo el plan es para la gloria de Dios y para el bien de aquellos a quienes ha elegido salvar. A diferencia de muchas enseñanzas populares, el plan de salvación no es acerca de nosotros, sino de Dios.

La doctrina de la elección se enseña claramente en la Escritura. La Biblia incluso habla de aquellos que pertenecen a Dios que aún no han creído en Él. Dios los ha elegido y le pertenecen a Él, aunque todavía no hayan llegado a la fe. A los incrédulos líderes religiosos, Jesús les dice: "pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho". Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y me siguen" (Juan 10:26). Observen la causa y el efecto en Su declaración. No dice: "No sois mis ovejas porque no creéis", sino que dice: "No creéis porque no sois de mis ovejas". En el versículo 16, Jesús habla de otras ovejas que creerán una vez que escuchen Su voz. Aquellos que están predestinados a ser salvos serán salvos.

En Corinto, había sólo un puñado de creyentes, y Pablo se enfrentaba a la persecución, cuando Jesús se le apareció en una visión y le dijo: "No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad" (Hechos 18:9-10). En ese momento Corinto no tenía muchos creyentes, pero sí estaba llena de gente elegida que Dios había escogido y que llegarían a la fe cuando escucharan el mensaje.

Algunos podrían preguntarse, ¿para qué tomarse la molestia de compartir el evangelio si Dios ya ha elegido salvar a algunos? La respuesta es que Él nos ordena compartir el evangelio. Evangelizamos para darle gloria a Dios y porque la predicación del evangelio es la forma que Él ha escogido para salvar a los elegidos. Escribiendo desde una prisión romana y esperando la ejecución, Pablo le explica a Timoteo por qué está dispuesto a soportar las dificultades por el evangelio: "Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna" (2 Timoteo 2:10).

Algunos pueden argumentar que el plan de Dios es simplemente injusto — algunos son elegidos para la salvación mientras que a otros no se les da ninguna oportunidad. A menudo esta objeción presupone una visión errónea de la salvación, una imagen en la que las personas se alistan para ser salvas, rogándole a Dios que las salve, pero Él dice: "No, a ti no te he elegido. Tu nombre no está en la lista, por eso te rechazo". Sin embargo, eso no es lo que sucede. La realidad es que a todos se les da la opción de obedecer a Dios, y todos, grandes y pequeños, deciden pecar. Las Escrituras revelan que, en Su gracia, Dios ha elegido salvar a algunos a pesar de su rebelión. Él obra en sus corazones y los conquista. A los otros Dios simplemente les permite continuar en los caminos que libremente han elegido y en los cuales desean continuar. Aquellos que rechazan a Cristo lo hacen abiertamente. Los que reciben a Cristo también lo hacen libremente, pero sólo porque Dios ha obrado en sus corazones para conquistarlos, y ahora quieren recibirlo. Dios es perfectamente autónomo, no está obligado a salvar a nadie, y el hecho de que salve a algunos demuestra que es amoroso.

Nadie se salva sin la elección y predestinación de Dios. Si no hubiera elección y predestinación, toda la humanidad estaría perdida eternamente. La única razón por la que un pecador rebelde llega a la fe en Cristo, es porque Dios ha escogido conquistarlo y no permitirle continuar por el camino de la destrucción. Dios es el responsable. "La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero" (Apocalipsis 7:10).

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