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Pregunta: "Si Dios odia los sacrificios humanos, ¿cómo es posible que el sacrificio de Jesús sea el pago por nuestros pecados?"

Respuesta:
La Biblia establece claramente que Dios odia los sacrificios humanos. Las naciones paganas que rodeaban a los israelitas practicaban el sacrificio humano como parte de la adoración de falsos dioses. Dios declaró que semejante forma de "adoración" era detestable para Él y que la aborrece (Deuteronomio 12:31; 18:10). Por otra parte, en el Antiguo Testamento los sacrificios humanos se asocian a prácticas perversas como la hechicería y la adivinación, que también son detestables para Dios (2 Reyes 21:6). Entonces, si Dios odia los sacrificios humanos, ¿por qué sacrificó a Cristo en la cruz y cómo es que ese sacrificio pudo ser el pago por nuestros pecados?

No hay duda de que un sacrificio por el pecado era necesario para que las personas tuvieran alguna esperanza de vida eterna. Dios estableció la necesidad del derramamiento de sangre para cubrir el pecado (Hebreos 9:22). De hecho, Dios mismo realizó el primer sacrificio de animales para cubrir, temporalmente, el pecado de Adán y Eva. Después de haber pronunciado maldiciones sobre la primera pareja, mató un animal, derramando su sangre, y de él hizo una vestimenta para Adán y Eva (Génesis 3:21), instituyendo así el principio del sacrificio de animales por el pecado. Cuando Dios le dio la Ley a Moisés, había muchas instrucciones sobre cómo, cuándo y bajo qué circunstancias se le debían ofrecer sacrificios de animales. Esto iba a continuar hasta que Cristo viniera a ofrecer el último y perfecto sacrificio, lo que hizo que el sacrificio de animales ya no fuera necesario. "Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados; porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados" (Hebreos 10:3-4).

Hay varias razones por las que el sacrificio de Cristo en la cruz no viola la prohibición de los sacrificios humanos. En primer lugar, Jesús no era simplemente humano. Si así fuera, Su sacrificio también habría sido temporal ya que una vida humana no podría cubrir los pecados de todas las multitudes que han existido. Una vida humana finita tampoco hubiera podido expiar el pecado contra un Dios infinito. El único sacrificio viable debía ser uno infinito, es decir, sólo Dios mismo podía expiar los pecados de la humanidad. Sólo Dios mismo, un Ser infinito, podía pagar la pena que se le debía. Por eso Dios tuvo que hacerse Hombre y habitar entre los hombres (Juan 1:14). Ningún otro sacrificio sería suficiente.

En segundo lugar, Dios no sacrificó a Jesús. Por el contrario, Jesús, como Dios encarnado, se sacrificó a sí mismo. Nadie lo obligó. Él entregó Su vida voluntariamente, tal y como lo aclaró hablando de Su vida: "Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar" (Juan 10:18). Dios el Hijo se sacrificó a Dios el Padre y así cumplió todos los requisitos de la Ley. A diferencia de los sacrificios temporales, al sacrificio de Jesús, que se realizó una vez y para siempre, le siguió Su resurrección. Él entregó Su vida y la retomó, ofreciendo así la vida eterna a todos los que creyeran en Él y aceptaran Su sacrificio por sus pecados. Lo hizo por amor al Padre y a todos los que el Padre le había dado (Juan 6:37-40).

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