Pregunta

¿Por qué son necesarias las reuniones administrativas en la iglesia?

Respuesta
La Biblia no habla específicamente sobre reuniones administrativas en la iglesia. Estas reuniones, en las iglesias locales actuales, son principalmente una cuestión de practicidad. La mayoría de las iglesias se enfrenta regularmente con asuntos "administrativos" relacionados con las finanzas, el mantenimiento del edificio, el cuidado del terreno, el material para los ministerios, etc. En muchas iglesias con un modelo de gobierno congregacional, las reuniones administrativas se realizan mensualmente, ya que los miembros se reúnen para discutir y votar sobre distintos temas. En otros tipos de iglesias, alguien toma decisiones que afectan los gastos y otros asuntos administrativos, y la rendición de cuentas exige cierta supervisión y/o colaboración, lo que a su vez requiere algún tipo de "reunión administrativa" entre los líderes.

La Biblia no es explícita en cuanto a cómo debe ser el gobierno de una iglesia local. Sin embargo, sí deja en claro que existen dos oficios bíblicos en la iglesia: pastores y diáconos. Los requisitos para estos oficios se encuentran en 1 Timoteo 3:1–13 y Tito 1:5–9. Aunque la palabra "pastor" nos resulta familiar, la Biblia la utiliza muy pocas veces. Con más frecuencia, el líder espiritual de una iglesia es llamado supervisor, pastor, anciano u obispo, según la traducción. Todos estos términos se refieren al mismo cargo. En Hechos 20:17–38, Pablo convoca a los "ancianos" y luego los llama "supervisores", describiendo su función como la de "pastorear" el rebaño. (La palabra "pastor" proviene directamente del término latino para "pastor de ovejas"). Algunas iglesias tienen un solo pastor; otras tienen una pluralidad de ancianos, generalmente con un pastor principal encargado de la enseñanza.

Los diáconos aparecen por primera vez en Hechos 6 y también se mencionan en las epístolas como siervos dentro de la iglesia. Los primeros diáconos fueron elegidos por los miembros de la iglesia en Jerusalén para resolver un problema. Algunas viudas estaban siendo descuidadas en la distribución diaria de alimentos, así que los apóstoles "convocaron a la congregación de los discípulos", es decir, a toda la iglesia (Hechos 6:2, NBLA). Luego encargaron a la congregación la tarea de escoger a siete hombres para encargarse de esas responsabilidades. El plan "tuvo la aprobación de toda la congregación" (Hechos 6:5, NBLA), y así eligieron a los primeros siete diáconos. En este caso, la iglesia local como unidad fue responsable de tomar la decisión, y se convocó una reunión—lo que hoy llamaríamos una "reunión administrativa".

En Hechos 15:22 vemos otro ejemplo de este tipo de reunión, cuando "los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, [escogieron] de entre ellos algunos hombres para enviarlos a Antioquía" (NBLA). En Mateo 18, Jesús describe el proceso de la disciplina formal en la iglesia; en el versículo 17 dice que uno de los pasos es "decírselo a la iglesia". Tal vez este informe se daba durante la reunión general de adoración, pero muchas iglesias hoy prefieren tratarlo en un contexto privado, solo para miembros. En cualquier caso, la iglesia necesita reunirse no solo para la adoración y la enseñanza, sino también para tratar diversos asuntos administrativos.

La existencia de reuniones administrativas en las iglesias modernas suele implicar otros cargos que no aparecen en la Biblia, como el secretario o el tesorero de la iglesia. También se produce documentación, como agendas, actas, informes financieros, etc., que se distribuyen, discuten y aprueban. Muchas iglesias encuentran útil seguir el reglamento conocido como Reglas del orden de Robert durante estas reuniones para mantenerlas organizadas, ordenadas y evitar conflictos innecesarios.

Una reunión administrativa es una forma en que la iglesia puede aplicar la instrucción bíblica de que "todo se haga decentemente y con orden" (1 Corintios 14:40, NBLA). Sea cual sea el modelo de gobierno que adopte una iglesia local, los asuntos se deben tratar con oración, orden, humildad y con el propósito de glorificar a Dios.