Pregunta
¿Por qué Jesús advirtió que no se dijera la palabra "raca" en Mateo 5:22?
Respuesta
Mateo 5:22 es el único pasaje en la Biblia donde se usa el término "raca". Esta palabra proviene del arameo reqa y era una expresión despectiva que significaba "cabeza hueca", insinuando que una persona era estúpida o inferior. Era un insulto ofensivo usado para mostrar completo desprecio hacia otra persona. Jesús advirtió que el uso de tal palabra para referirse a alguien era comparable al asesinato y merecedor del castigo más severo de la ley.
En Mateo 5:21, Jesús recordó el sexto mandamiento: "No matarás" (Éxodo 20:13). Con Su estilo característico, Jesús llevó la antigua ley un paso más allá, explicando su verdadero significado: una dimensión espiritual más profunda que muchos no habían comprendido.
Primero, Jesús advierte que el acto de asesinar tiene su raíz en un espíritu de ira homicida: "Pero yo os digo que todo aquel que esté enojado con su hermano será culpable ante la corte" (Mateo 5:22a, LBLA). Dios, quien examina los pensamientos e intenciones del corazón, juzgará incluso la ira injusta. Luego, Jesús advierte contra los insultos, usando como ejemplo la palabra "Raca" (verso 22b, LBLA). Finalmente, lanza una tercera advertencia contra los que llaman a otro "Idiota" (verso 22c, LBLA).
Los judíos del primer siglo reconocían que "cualquiera que cometa homicidio será culpable ante la corte" (Mateo 5:21, NBLA), pero Jesús advirtió que incluso llamar a alguien con insultos como "raca" es pecaminoso. El asesinato comienza en el corazón, y palabras como "raca" son señales de que hay odio escondido dentro. El mismo odio que lleva a una persona a lanzar insultos es el que lleva a otra a cometer un asesinato. La actitud del corazón es la misma, y es esa actitud la que hace a una persona moralmente culpable delante de Dios.
Jesús no solo nos advierte contra expresar una ira injusta que puede conducir al asesinato, sino que también nos manda evitar expresiones despectivas e insultantes. Palabras abusivas como estas revelan las verdaderas intenciones del corazón y la mente, por las cuales seremos juzgados: "Yo, el Señor, escudriño el corazón, pruebo los pensamientos, para dar a cada uno según sus caminos, según el fruto de sus obras" (Jeremías 17:10, NBLA; cf. 1 Samuel 16:7; 1 Crónicas 28:9).
En Mateo 5:21, Jesús recordó el sexto mandamiento: "No matarás" (Éxodo 20:13). Con Su estilo característico, Jesús llevó la antigua ley un paso más allá, explicando su verdadero significado: una dimensión espiritual más profunda que muchos no habían comprendido.
Primero, Jesús advierte que el acto de asesinar tiene su raíz en un espíritu de ira homicida: "Pero yo os digo que todo aquel que esté enojado con su hermano será culpable ante la corte" (Mateo 5:22a, LBLA). Dios, quien examina los pensamientos e intenciones del corazón, juzgará incluso la ira injusta. Luego, Jesús advierte contra los insultos, usando como ejemplo la palabra "Raca" (verso 22b, LBLA). Finalmente, lanza una tercera advertencia contra los que llaman a otro "Idiota" (verso 22c, LBLA).
Los judíos del primer siglo reconocían que "cualquiera que cometa homicidio será culpable ante la corte" (Mateo 5:21, NBLA), pero Jesús advirtió que incluso llamar a alguien con insultos como "raca" es pecaminoso. El asesinato comienza en el corazón, y palabras como "raca" son señales de que hay odio escondido dentro. El mismo odio que lleva a una persona a lanzar insultos es el que lleva a otra a cometer un asesinato. La actitud del corazón es la misma, y es esa actitud la que hace a una persona moralmente culpable delante de Dios.
Jesús no solo nos advierte contra expresar una ira injusta que puede conducir al asesinato, sino que también nos manda evitar expresiones despectivas e insultantes. Palabras abusivas como estas revelan las verdaderas intenciones del corazón y la mente, por las cuales seremos juzgados: "Yo, el Señor, escudriño el corazón, pruebo los pensamientos, para dar a cada uno según sus caminos, según el fruto de sus obras" (Jeremías 17:10, NBLA; cf. 1 Samuel 16:7; 1 Crónicas 28:9).