Pregunta
¿Quién estaba en el horno con Sadrac, Mesac y Abed nego?
Respuesta
Una de las historias más emocionantes de la Biblia es la de Sadrac, Mesac y Abed nego y su encuentro con el "horno ardiente" en Daniel 3.
¿Quiénes eran Sadrac, Mesac y Abed nego?
La primera vez que leemos sobre estos jóvenes, conocemos al rey Nabucodonosor de Babilonia, que sitió Jerusalén. Inmediatamente, comenzó a fijarse en las personas que vivían en su nuevo territorio: "Entonces el rey mandó a Aspenaz, jefe de sus oficiales, que trajera de los israelitas a algunos de la familia real y de los nobles. Estos jóvenes no debían tener defecto alguno, serían de buen parecer, inteligentes en toda rama del saber, dotados de entendimiento y habilidad para discernir y que tuvieran la capacidad para servir en el palacio del rey" (Daniel 1:3-4). Sadrac, Mesac y Abed nego, junto con Daniel, fueron seleccionados por cumplir esos criterios. Eran la "crema y nata" de Jerusalén en aquella época. El rey tomó a estos jóvenes bajo su protección, les dio de comer y beber de su propia mesa y les instruyó en las costumbres de los babilonios (Daniel 1:4-5). Como símbolo de su posición dentro de la estructura de liderazgo, el rey incluso sustituyó sus nombres israelitas por los nombres babilónicos con los que se les conoce más comúnmente: Sadrac, Mesac y Abed nego. Estaba claro que estos jóvenes iban camino de la cima.
Sadrac, Mesac y Abed nego fueron finalmente puestos "sobre la administración de la provincia...mientras que Daniel quedó en la corte del rey" (Daniel 2:49). No tardaron mucho en poner a prueba a estos jóvenes. El rey Nabucodonosor erigió un ídolo de oro y ordenó a todo el mundo que se postrara ante él (Daniel 3:1-5). Las terribles consecuencias de desobedecer esta orden eran que el infractor sería "echado inmediatamente en un horno de fuego ardiente" (Daniel 3:6). Había llegado el momento de que estos tres jóvenes eligieran a quién iban a obedecer: al rey Nabucodonosor o al único Dios verdadero.
La elección
Sadrac, Mesac y Abed nego se negaron a postrarse ante la imagen de oro. Cuando se les preguntó por qué no habían cumplido la orden del rey, respondieron: "No necesitamos darle una respuesta acerca de este asunto. Ciertamente nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiente. Y de su mano, oh rey, nos librará. Pero si no lo hace, ha de saber, oh rey, que no serviremos a sus dioses ni adoraremos la estatua de oro que ha levantado" (Daniel 3:16-18). La suerte estaba echada. Nabucodonosor, furioso, ordenó inmediatamente que arrojaran a los tres jóvenes al horno ardiente y, como medida adicional de ira, que lo calentaran "siete veces más de lo que se acostumbraba" (Daniel 3:19). El rey quería dar un ejemplo público de cómo se trataría la desobediencia bajo su reinado.
El cuarto hombre
Cuando Sadrac, Mesac y Abed nego fueron arrojados al horno, el rey esperaba ver una muerte rápida y dolorosa para estos jóvenes. Pero se quedó atónito al verlos caminar por el horno, ilesos, y que había alguien más con ellos: "¡Miren!, respondió el rey. Veo a cuatro hombres sueltos que se pasean en medio del fuego sin sufrir daño alguno, y el aspecto del cuarto es semejante al de un hijo de los dioses" (Daniel 3:25). El rey, aunque era enemigo del Dios de Israel, reconoció inmediatamente la naturaleza sobrenatural del milagro que tenía ante sí. Nabucodonosor sacó a los tres hebreos del horno, alabó a su Dios y los honró, declarando: "no hay otro dios que pueda librar de esta manera" (Daniel 3:29).
Entonces, ¿quién era este misterioso cuarto hombre en el horno? La mayoría de los cristianos entienden que esta persona es el Cristo preencarnado, la segunda Persona de la Trinidad. Otra teoría es que esta cuarta persona es el ángel del Señor que se le apareció a Moisés en la zarza ardiente (Éxodo 3:2). Tenga en cuenta que esta teoría también podría llevar a la conclusión de que se trataba de Jesús. El cuarto hombre en el horno ardiente con Sadrac, Mesac y Abed nego era, por lo tanto, una teofanía o una cristofanía.
¿Quién estaba en el horno? — La conclusión
Dios fue responsable de la protección sobrenatural de Sadrac, Mesac y Abed nego. Esta historia despierta la esperanza en el corazón del creyente, porque sabemos que Dios está con nosotros incluso en las pruebas. Las pruebas pueden ser inevitables en esta vida, pero tenemos un Salvador resucitado que ha prometido estar con nosotros. Jesús, el que estaba con los tres hombres en el horno, prometió: "Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28:20). Y 1 Pedro 5:10 nos recuerda: "Y después de que hayan sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que los llamó a Su gloria eterna en Cristo, Él mismo los perfeccionará, afirmará, fortalecerá, y establecerá".
¿Quiénes eran Sadrac, Mesac y Abed nego?
La primera vez que leemos sobre estos jóvenes, conocemos al rey Nabucodonosor de Babilonia, que sitió Jerusalén. Inmediatamente, comenzó a fijarse en las personas que vivían en su nuevo territorio: "Entonces el rey mandó a Aspenaz, jefe de sus oficiales, que trajera de los israelitas a algunos de la familia real y de los nobles. Estos jóvenes no debían tener defecto alguno, serían de buen parecer, inteligentes en toda rama del saber, dotados de entendimiento y habilidad para discernir y que tuvieran la capacidad para servir en el palacio del rey" (Daniel 1:3-4). Sadrac, Mesac y Abed nego, junto con Daniel, fueron seleccionados por cumplir esos criterios. Eran la "crema y nata" de Jerusalén en aquella época. El rey tomó a estos jóvenes bajo su protección, les dio de comer y beber de su propia mesa y les instruyó en las costumbres de los babilonios (Daniel 1:4-5). Como símbolo de su posición dentro de la estructura de liderazgo, el rey incluso sustituyó sus nombres israelitas por los nombres babilónicos con los que se les conoce más comúnmente: Sadrac, Mesac y Abed nego. Estaba claro que estos jóvenes iban camino de la cima.
Sadrac, Mesac y Abed nego fueron finalmente puestos "sobre la administración de la provincia...mientras que Daniel quedó en la corte del rey" (Daniel 2:49). No tardaron mucho en poner a prueba a estos jóvenes. El rey Nabucodonosor erigió un ídolo de oro y ordenó a todo el mundo que se postrara ante él (Daniel 3:1-5). Las terribles consecuencias de desobedecer esta orden eran que el infractor sería "echado inmediatamente en un horno de fuego ardiente" (Daniel 3:6). Había llegado el momento de que estos tres jóvenes eligieran a quién iban a obedecer: al rey Nabucodonosor o al único Dios verdadero.
La elección
Sadrac, Mesac y Abed nego se negaron a postrarse ante la imagen de oro. Cuando se les preguntó por qué no habían cumplido la orden del rey, respondieron: "No necesitamos darle una respuesta acerca de este asunto. Ciertamente nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiente. Y de su mano, oh rey, nos librará. Pero si no lo hace, ha de saber, oh rey, que no serviremos a sus dioses ni adoraremos la estatua de oro que ha levantado" (Daniel 3:16-18). La suerte estaba echada. Nabucodonosor, furioso, ordenó inmediatamente que arrojaran a los tres jóvenes al horno ardiente y, como medida adicional de ira, que lo calentaran "siete veces más de lo que se acostumbraba" (Daniel 3:19). El rey quería dar un ejemplo público de cómo se trataría la desobediencia bajo su reinado.
El cuarto hombre
Cuando Sadrac, Mesac y Abed nego fueron arrojados al horno, el rey esperaba ver una muerte rápida y dolorosa para estos jóvenes. Pero se quedó atónito al verlos caminar por el horno, ilesos, y que había alguien más con ellos: "¡Miren!, respondió el rey. Veo a cuatro hombres sueltos que se pasean en medio del fuego sin sufrir daño alguno, y el aspecto del cuarto es semejante al de un hijo de los dioses" (Daniel 3:25). El rey, aunque era enemigo del Dios de Israel, reconoció inmediatamente la naturaleza sobrenatural del milagro que tenía ante sí. Nabucodonosor sacó a los tres hebreos del horno, alabó a su Dios y los honró, declarando: "no hay otro dios que pueda librar de esta manera" (Daniel 3:29).
Entonces, ¿quién era este misterioso cuarto hombre en el horno? La mayoría de los cristianos entienden que esta persona es el Cristo preencarnado, la segunda Persona de la Trinidad. Otra teoría es que esta cuarta persona es el ángel del Señor que se le apareció a Moisés en la zarza ardiente (Éxodo 3:2). Tenga en cuenta que esta teoría también podría llevar a la conclusión de que se trataba de Jesús. El cuarto hombre en el horno ardiente con Sadrac, Mesac y Abed nego era, por lo tanto, una teofanía o una cristofanía.
¿Quién estaba en el horno? — La conclusión
Dios fue responsable de la protección sobrenatural de Sadrac, Mesac y Abed nego. Esta historia despierta la esperanza en el corazón del creyente, porque sabemos que Dios está con nosotros incluso en las pruebas. Las pruebas pueden ser inevitables en esta vida, pero tenemos un Salvador resucitado que ha prometido estar con nosotros. Jesús, el que estaba con los tres hombres en el horno, prometió: "Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28:20). Y 1 Pedro 5:10 nos recuerda: "Y después de que hayan sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que los llamó a Su gloria eterna en Cristo, Él mismo los perfeccionará, afirmará, fortalecerá, y establecerá".