Pregunta
¿Qué son los himnos? ¿Qué valor tienen los himnos en el culto?
Respuesta
Un himno es una canción de alabanza. En la cultura griega antigua, un hymnos era una alabanza musical dirigida a los dioses o a los héroes de la época. En el cristianismo, los himnos están dirigidos, por supuesto, al único Dios verdadero.
El pueblo de Dios ha cantado himnos en honor al Todopoderoso desde la época de Moisés e incluso antes (Éxodo 15:1). David cantaba el "cántico nuevo" que Dios le dio y enseñaba a otros a cantar "un canto de alabanza a nuestro Dios" (Salmo 40:3, NBLA). Jesús y Sus discípulos cantaron un himno juntos en la Última Cena (Marcos 14:26). La iglesia primitiva cantaba himnos como parte de sus reuniones habituales (1 Corintios 14:26). Pablo y Silas, con los pies encadenados en una cárcel de Filipos, estaban "orando y cantando himnos a Dios" (Hechos 16:25).
Técnicamente, un himno es un poema con estrofas y métrica regular, pensado para ser cantado. Una métrica tradicional para los himnos en español es 8.6.8.6, conocida como "métrica común", que corresponde a la estrofa balada. Lo que distingue a un himno de los "salmos" y "cantos espirituales" mencionados en Efesios 5:19 (NBLA) es el tema: un salmo se puede entender como Escritura musicalizada—generalmente del libro de los Salmos—y un cántico espiritual puede ser cualquier canción con un tema espiritual, incluyendo testimonios o exhortaciones. En cambio, un himno se dirige a Dios y lo celebra, con el propósito de adorarlo y alabarlo.
Efesios 5:18–19 dice que hay una relación directa entre estar lleno del Espíritu y cantar: "Sean llenos del Espíritu. Hablen entre ustedes con salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y alabando con su corazón al Señor" (NBLA). Un cristiano lleno del Espíritu es un cristiano que canta. La música es el desborde natural de un corazón que está en comunión con el Señor. Las canciones que canta la iglesia no deben ser simplemente un ejercicio musical; deben salir del corazón, no solo de la boca. Los himnos que el Espíritu inspira son una manera en la que los creyentes se edifican, animan y enseñan mutuamente (ver también Colosenses 3:16).
Los himnos son una herramienta valiosa en la adoración porque nos ayudan a enfocar nuestra atención en la bondad y la gloria del Señor. Por ejemplo, el himno "Cuán grande es Él" nos recuerda la majestad de Dios revelada en la creación, Su sacrificio perfecto en la cruz y Su regreso venidero por los Suyos, todos ellos motivos de alabanza.
Los himnos clásicos de Martín Lutero, Isaac Watts, Fanny Crosby, Charles Wesley y muchos otros han bendecido a millones de cristianos a lo largo de los siglos. Compositores contemporáneos como Twila Paris, Keith y Kristyn Getty, Graham Kendrick y Stuart Townend continúan expresando verdades bíblicas en forma poética, ayudándonos a fijar la mirada en el Señor, quien es grande y "digno de ser alabado" (Salmo 96:4, NBLA).
El pueblo de Dios ha cantado himnos en honor al Todopoderoso desde la época de Moisés e incluso antes (Éxodo 15:1). David cantaba el "cántico nuevo" que Dios le dio y enseñaba a otros a cantar "un canto de alabanza a nuestro Dios" (Salmo 40:3, NBLA). Jesús y Sus discípulos cantaron un himno juntos en la Última Cena (Marcos 14:26). La iglesia primitiva cantaba himnos como parte de sus reuniones habituales (1 Corintios 14:26). Pablo y Silas, con los pies encadenados en una cárcel de Filipos, estaban "orando y cantando himnos a Dios" (Hechos 16:25).
Técnicamente, un himno es un poema con estrofas y métrica regular, pensado para ser cantado. Una métrica tradicional para los himnos en español es 8.6.8.6, conocida como "métrica común", que corresponde a la estrofa balada. Lo que distingue a un himno de los "salmos" y "cantos espirituales" mencionados en Efesios 5:19 (NBLA) es el tema: un salmo se puede entender como Escritura musicalizada—generalmente del libro de los Salmos—y un cántico espiritual puede ser cualquier canción con un tema espiritual, incluyendo testimonios o exhortaciones. En cambio, un himno se dirige a Dios y lo celebra, con el propósito de adorarlo y alabarlo.
Efesios 5:18–19 dice que hay una relación directa entre estar lleno del Espíritu y cantar: "Sean llenos del Espíritu. Hablen entre ustedes con salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y alabando con su corazón al Señor" (NBLA). Un cristiano lleno del Espíritu es un cristiano que canta. La música es el desborde natural de un corazón que está en comunión con el Señor. Las canciones que canta la iglesia no deben ser simplemente un ejercicio musical; deben salir del corazón, no solo de la boca. Los himnos que el Espíritu inspira son una manera en la que los creyentes se edifican, animan y enseñan mutuamente (ver también Colosenses 3:16).
Los himnos son una herramienta valiosa en la adoración porque nos ayudan a enfocar nuestra atención en la bondad y la gloria del Señor. Por ejemplo, el himno "Cuán grande es Él" nos recuerda la majestad de Dios revelada en la creación, Su sacrificio perfecto en la cruz y Su regreso venidero por los Suyos, todos ellos motivos de alabanza.
Los himnos clásicos de Martín Lutero, Isaac Watts, Fanny Crosby, Charles Wesley y muchos otros han bendecido a millones de cristianos a lo largo de los siglos. Compositores contemporáneos como Twila Paris, Keith y Kristyn Getty, Graham Kendrick y Stuart Townend continúan expresando verdades bíblicas en forma poética, ayudándonos a fijar la mirada en el Señor, quien es grande y "digno de ser alabado" (Salmo 96:4, NBLA).